a justicia europea no es para los ciudadanos, es para lobbies, empresas y abogados maravillosos". El bilbaíno Ernesto Sojo perdió la batalla judicial con la que quería recuperar su inversión en una empresa en Rumanía. Dos millones de euros que perdió tras "ser estafado por sus socios y ser víctima de un sistema judicial corrupto en un país corrupto", denuncia en una conversación con DNA, el periódico que hace ya casi diez años, en octubre de 2011, sacó a la luz sus problemas.
La Justicia Europea paso de puntillas por su caso. Tampoco encontró una solución en el ámbito de la política, a pesar de que su pelea llegó al Parlamento Europeo, donde compareció junto a Izaskun Bilbao y Carlos Iturgaiz, que entonces era europarlamentario. También tuvo el apoyo de Ramón Jáuregui y cierta comprensión por parte de la Comisión Europea, que se comprometió a estudiar su denuncia.
Ahora busca un nuevo doble objetivo. Por una parte denunciar las carencias del sistema judicial de la Unión Europea y por otro defender el "derecho a un juicio justo" de los ciudadanos que tienen que "enfrentarse a un país corrupto".
Su historia y sus reivindicaciones están plasmadas en un libro recientemente publicado, La Unión Europea (La gran mentira), editorial Rubric, que tiene además una apostilla en la cubierta: Vale más un europeo de pie que millones de rodillas.
En la publicación, Ernesto Sojo repasa su caso desde que decidió abrir una serrería en el país rumano hasta su comparecencia en el Parlamento Europeo y la muerte de esa vía política. A pesar de que la Comisión Europea remitió un escrito a la fiscalía de Rumanía interesándose por el caso, posteriormente esa vía entró en un callejón sin salida: Bruselas solo tiene competencias para intervenir en los estados miembros en cuestiones vinculadas al Derecho comunitario. A juicio de la Comisión, no se cumplía esa premisa. Antes de llegar a ese punto, Sojo ya se había chocado contra el muro de la Justicia, primero en Rumania y luego en Estrasburgo ante el Tribunal de Derechos Humanos.
"Este libro no es el recurso del pataleo. Es la denuncia de una Comisión Europea connivente con el Gobierno rumano por razones estratégicas o políticas y el cierre de fronteras con el Este", afirma. Vincula así a ese papel de dique la presencia de este país en la Unión, que "mira a otro lado cuando vulnera derechos".
Lamenta en este sentido que los ciudadanos europeos "son contribuyentes, pero no son vistos como sujetos de derecho" por la maquinaria comunitaria. Todos sus frentes de lucha han decaído por causas ajenas a sus argumentos y no se ha demostrado que "no tenga razón". Por ello, Ernesto Sojo advierte que "mientras tenga vida" seguirá denunciando "el robo" de su empresa y la indefensión de los que ha sido víctima.
Ernesto Sojo defiende "el derecho a un juicio justo" de los ciudadanos que "se enfrentan a un país corrupto" y pierden sus inversiones