El 13 de noviembre de 2002 una llamada avisaba de que un petrolero con 27 tripulantes se encontraba en serias dificultades. Tras seis días vagando por el Atlántico tras la decisión de alejarlo de la costa, el 'Prestige', con 77.000 toneladas de petróleo, se partió en dos y se hundió frente a las costas de Galicia después de 6 días de agonía. Veinte años después, los recuerdos de aquellos días siguen grabados a “sangre y fuego”. Han pasado dos décadas, y el olor del petróleo sigue presente en la memoria. Así lo asegura Nacho Castro, secretario de la Cofradía de pescadores de Muxia, protagonistas involuntarios que vivieron en primera persona el mayor desastre ecológico de la historia del Estado español, que acabó alcanzando toda la costa, desde Portugal hasta Francia.

 Fue un naufragio a cámara lenta, después de seis días de maniobras para tratar de alejarlo de la costa. La desinformación fue protagonista aquellos días, donde frases como que tan solo había alguna fuga de petróleo, que parecían “hilillos de plastilina” que pronunció Mariano Rajoy, o Arias Cañete, que juraba que no había problemas en la costa el mismo día que cientos de personas recogían el chapapote eran el pan de cada día. 

Mientras, los pescadores de la zona veían con sus propios ojos el desastre que venía encima. Como explica Javier Sar, el que fuera patrón de la Cofradía de pescadores de Muxia, al principio solo sabían que había un barco con problemas a unas millas de Muxia. De hecho, cuenta que cuando salieron a faenar, el olor a gasoil era tan fuerte que pensaron que su propio barco tenía una avería. Hasta que vieron la mancha negra que impregnaba el mar.

"Ante la pasividad de los políticos fuimos la ciudadanía la que reaccionó y actuó"

Nacho Castro - Secretario Cofradía pescadores Muxia

Como recuerda, “lo impresionante fue a la mañana siguiente, a las 8 de la mañana cuando en plena pesca de arrastre vimos la mancha. Nos costó casi una hora cruzarla, tendría ya unos dos kilómetros de ancho”. Así, en cuanto al protocolo que se llevó a cabo, Sar critica que “se hizo lo contrario a lo que se debería hacer”. Y es que sostiene que se debería haber llevado a un puerto cercano, y ahí se debería haber tratado de minimizar la contaminación. “De hacer eso a ir de norte a sur, este a oeste y estar varios días vertiendo fuel al mar... la catástrofe fue la que fue”, sostiene.

20 aniversario del desastre del 'Prestige' | "Los voluntarios fueron la salvación"

20 aniversario del desastre del 'Prestige' | "Los voluntarios fueron la salvación" Greenpeace

Así, de un día para otro, pescadores y mariscadores perdieron su forma de sustento. “Al ver como quedó la costa, lo que te venía a la mente es que era imposible recoger aquello, y que se regenerase algún día”, explica Sar. Finalmente, los mariscadores tuvieron que parar su actividad durante casi un año, y los pescadores, hasta mayo del 2003, según recuerda Castro. Meses que se sustentaron de ayudas por parte del Gobierno español.

Las dos caras de la moneda

Fue una marea negra que veinte años después sigue anclada en la memoria colectiva; pero que dio paso a la otra cara de la moneda; la marea blanca, la de voluntarios, que limpiaron la costa gallega durante meses de forma incansable. Y fue en gran parte gracias a la labor de Nacho Castro, la persona que hizo un llamamiento masivo a miles de personas para que acudieran a ayudar.

Como cuenta, la idea nació tras hablar con un periodista alemán que había vivido una catástrofe similar en Francia, con el Erika. Fue él el que le aseguró “que no hay ninguna potencia que esté preparada para hacer frente a una catástrofe de este tipo, solo se resuelve con manos”. A partir de ahí, comenzó la búsqueda de un directorio de universidades y mandó mails masivos, gracias a los cuales, tras tan solo cinco días cientos de voluntarios llegaron a Galicia para colaborar en la limpieza de las costas.  

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Luego fue “una reacción en cadena automantenida. Los voluntarios hablaban con más personas, y los medios fueron fundamentales divulgando lo que que pasaba”, recuerda. Por eso, como destaca Castro el mayor desastre medioambiental de la historia, tuvo también su parte positiva. Y es que la denominada marea blanca, el movimiento impulsado por la plataforma Nunca mais reunió a cientos de miles de personas que empujaron día a día sin descanso en Galicia. De esa forma, “solucionamos lo que los dirigentes no supieron hacer”. Y es que según denuncia, “cuando ellos fallan, las únicas personas que reaccionan son los ciudadanos”. 

"Solo unas horas después del accidente, tardamos una hora en cruzar una mancha de chapapote"

Javier Sar - Patrón de la Cofradía de pescadores de Muxia en 2002

Y eso es precisamente lo que ocurrió. De hecho, cuenta como anécdota que allí es precisamente donde conoció a la que fuera su mujer, con la que y tuvo a su hija. “Una niña del 'Prestige'”.

Despertar de la conciencia

De ese modo, Castro sostiene que “nunca se hará justicia con esta historia, porque no es culpa de una persona, ni un capitán. No es culpa de un gobierno, es culpa de un modelo social”. Y es que asegura que en una época en la que “el tiempo es oro”, el Prestige acabó hundiéndose por culpa de tener que alcanzar en tan solo 48 horas Gibraltar. “Eso hizo que navegara en una velocidad muy alta”, que con el temporal que había precipitó el accidente que acabó tiñendo de negro cientos de kilómetros de mar.

Sin embargo, lo señala como un punto de inflexión que ayudó a tomar conciencia social, y “evidenció que el cuidado al medio ambiente es fundamental, tenemos que cuidar nuestro entorno”, zanja Castro.