El Arabatxo, nacido y desarrollado en Vitoria-Gasteiz, es un club de referencia a nivel estatal en muchos sentidos, pero donde destaca especialmente es en la formación de talentos. Así puede comprobarse al recordar algunos de los grandes gimnastas que han emergido de entre sus filas, como Arkaitz García, Jon Eguia, Almudena Cid, Schwa García, Tania Lamarca u Ortzi Acosta, entre otros; y, sobre todo, cuando se profundiza en su idiosincrasia, que pone el foco en el crecimiento personal de sus integrantes.
“Nosotros formamos personas a través del deporte, enlazando la parte lúdica de la gimnasia con la competitiva. Ese es nuestro punto fuerte y lo que cala”, apunta Jaime Ruiz de Eguino, uno de los técnicos del club alavés, mientras a su alrededor entrenan más de 50 niños y niñas de todas las edades. “Nuestros valores, que intentamos inculcar, son la superación, constancia, compañerismo, solidaridad… Te caes y te levantas, ese es nuestro lema”, remata. Este último encaja a la perfección, eso es innegable.
A su lado, Xabi Larrimbe escucha atentamente y asiente. Él, quien también lleva más de 30 años en el club –se fundó en 1986–, es otro de los técnicos del Arabatxo y, a lo mencionado por su compañero, añade la personalización, pues ambos analizan las aptitudes mentales y deportivas de cada pupilo para incidir donde más lo necesitan. “Hacemos, además, especial hincapié en su desarrollo fuera de la pista. Los estudios son indispensables y muchos trasladan a ese ámbito la disciplina que aquí cultivan”, dice.
MUCHA DEMANDA
Xabi, sin embargo, lamenta que no sean más los niños y niñas que puedan disfrutar de un deporte tan bonito como la gimnasia. En la actualidad, el club tiene más de 200 inscritos, que es una cifra muy importante, pero también una lista de espera que ya supera los 50 nombres –el Aritza, otro de los equipos de Vitoria, está igual–. “Hay demanda, cada vez más. Es una actividad que gusta y que la sociedad está empezando a entender como básica para la educación motriz de los más jóvenes”, expresa.
La limitación, en relación con lo anterior, es de espacio. El Arabatxo presentó a las instituciones alavesas una ampliación de la zona de entrenamiento, que se encuentra en el interior del Polideportivo de Ariznabarra, pero su petición no ha sido atendida todavía. “No solo es la lista de espera. Hay muchos niños y niñas que deberían entrenar dos o tres días y solo lo están haciendo uno”, agrega Xabi. La idea del club sería emplear el nuevo espacio para las escuelas, dejando el ya existente para el ámbito competitivo.
El material, asimismo, es también una preocupación a día de hoy. Según explica Jaime, este se ha quedado “obsoleto” y está “lastrando la progresión” de quienes buscan competir, obligando a varios de ellos a “salir fuera” para entrenar al cien por cien. “La gran premura es la pista de suelo, aunque hay igualmente algunos aparatos y colchonetas, con más de 25 años de uso, que necesitan renovarse de manera urgente. Demandamos esa modernización que estamos viendo en otras ciudades”, argumenta.
Una evolución, además, que encajaría con la tradición de Vitoria-Gasteiz, que siempre ha sido “un ejemplo” en el mundo de la gimnasia artística, tal y como cuenta Xabi. “Estamos muy agradecidos a las instituciones alavesas, ya que debemos reconocer que, gracias a ellas, existe este deporte en Euskadi –no hay más instalaciones en todo el territorio–. Sin embargo, no podemos dar la espalda a la realidad. Nos hemos quedado atrás y necesitamos un impulso para equiparnos al resto de instalaciones”, solicita.
"Hay mucha demanda, pero nos falta espacio. Tenemos más de 50 niños y niñas en lista de espera"
Ahora bien, aun con las dificultades mencionadas, el Arabatxo no ha dejado de producir talento en los últimos años. Actualmente, son tres los gimnastas formados en el club que han sido aceptados y entrenan en el Centro de Alto Rendimiento (CAD) del Consejo Superior de Deportes, en Madrid: Unai Baigorri, Aratz Ramos y David Martínez. Algo que no es nada fácil de conseguir, menos todavía para una ciudad de 250.000 habitantes, y que, como es lógico, enorgullece sobremanera a estos dos técnicos.
“El mérito es suyo, pues son ellos los que se suben al aparato. Nosotros somos el medio y, como tal, intentamos darles nuestros conocimientos, aprendidos en viajes por todo el mundo, para que los hagan suyos y se conviertan en sus propios entrenadores. Internet también les ha dado acceso a una cantidad ingente de información”, comenta Xabi. “Ellos son los protagonistas, sí. Como dice mi compañero, nuestra labor es la de ser un libro de gimnasia. Luego cada uno decide si abrirlo o no”, añade Jaime.
"El mérito es suyo, pues son ellos los que se suben al aparato. Nosotros solo somos el medio"
Cabe mencionar, eso sí, que marcharse a Madrid, donde se está a las órdenes de técnicos nacionales, no supone cortar el contacto con el Arabatxo. Desde Vitoria se les hace un seguimiento a los gimnastas y, dos veces al mes, Xabi pone rumbo al centro de la península para valorar in situ la progresión de cada uno. “La verdad es que la federación española tiene una política muy abierta en ese sentido. Siempre nos reciben con los brazos abiertos e intentan colaborar todo lo posible”, agradece este último.
Tanto para Jaime como para Xabi, el culmen al trabajo realizado en la etapa más reciente del club sería que alguno de los tres deportistas citados participaran en los próximos Juegos Olímpicos, que se celebrarán en Los Ángeles (EE.UU.) en 2028. Se avecina un cambio de ciclo en el equipo nacional y, aunque la competencia va a ser muy dura, ambos confían en que alguno de sus pupilos acuda a la cita. “Unai es casi una apuesta segura. Tendría que pasar una desgracia para no verle allí”, coinciden.
UNAI BAIGORRI, EL ESTANDARTE
Cuando Jaime Ruiz de Eguino y Xabi Larrimbe señalan a Unai Baigorri como futuro representante olímpico no lo hacen por casualidad. Este gasteiztarra, de 19 años, se quedó a las puertas de ir a París hace unos meses, sabe ya lo que es participar en Europeos y Campeonatos del Mundo –se colgó la medalla de bronce hace unos meses en Koper (Eslovenia)– y su progresión no parece tener fin. Son muy pocos a nivel estatal los que, a día de hoy, son capaces de competirle en suelo, su modalidad favorita.
“Descubrí la gimnasia con cinco o seis años, cuando fui a un cumpleaños con gente de clase y vi a una chica haciendo mortales. Me llamó la atención, me animé a probar con ella y la sensación me gustó tanto que, al llegar a casa, les dije a mis padres que quería que me apuntasen a algo de saltar y hacer acrobacias”, relata Unai. Pasó por el Estadio, donde conoció a Xabi, y este le animó a que probara en el Arabatxo, pero la idea, después de los primeros entrenamientos, no le convenció en un principio.
“No me atraía nada tener que trabajar cualidades básicas como la fuerza o la flexibilidad, yo solo quería saltar y divertirme”, admite. Afortunadamente, el tiempo le hizo cambiar de parecer y eso le llevó a estar diez años en el club gasteiztarra, hasta que hace dos se marchó al CAD de Madrid. Allí, por cierto, compagina su preparación con los estudios de Química. Va a la universidad por las mañanas, al salir completa su primera sesión del día y, por la tarde, vuelve a entrenar la mayoría de días de la semana.
Tal esfuerzo le limita su vida social, pero “merece la pena”, sobre todo si se sueña con participar en eventos importantes. Esa es su expectativa esta temporada: entrar al fin en el equipo nacional, con el que ya ha trabajado, y competir en los mejores escenarios, si bien es consciente que conseguir una plaza en el próximo Mundial va a ser “difícil”, ya que son solo tres en toda España los que obtienen ese derecho. Trabajo, trabajo y más trabajo es lo que pasa por su mente en estos momentos, aunque siempre disfrutando.
Unai, asimismo, corrobora lo comentado previamente por sus formadores. Los lazos con el Arabatxo, aun estando a más de 350 kilómetros de distancia, siguen muy vivos. “Es mi segunda familia. Sé que tengo su apoyo y yo les voy mandando vídeos para que vean lo que hago y me corrijan. Ellos me conocen mejor que nadie”, explica. Pese a que dar el paso de marcharse al CAD era necesario, pues entrenando “dos o tres horas” no iba a “poder competir” en lo más alto, él no olvida ni olvidará de dónde viene.
ARATZ RAMOS, EN PROGRESO
Como se ha mencionado, el segundo canterano del Arabatxo que está en Madrid es Aratz Ramos, también gasteiztarra. Él consiguió la beca hace un año, la cual le han renovado, y su pasión por la gimnasia surgió en el patio del colegio. “Tenía unas amigas que, en los recreos, hacían rueda lateral y el pino. Un día me metí con ellas, me gustó mucho y, como Unai, convencí a mis aitas. Empecé con siete años y sigo con ello”, recuerda. La gimnasia, por cierto, la compagina con el grado de Ingeniería Mecánica.
Aratz no ha conseguido participar todavía en torneos con la selección, pero trabaja para ello. “Soy consciente de que es difícil meterse en las competiciones grandes, si bien me gustaría estrenarme en una Copa del Mundo más pronto que tarde. También me motiva mucho la posibilidad de actuar en lo que se conoce popularmente como la Olimpiada Universitaria”, estima. Este es su primer año de sénior –soplará 18 velas pronto–, por lo que la exigencia va a ser mayor que en temporadas anteriores.
Al igual que Unai, cabe decir, Aratz tampoco ha perdido el contacto con sus raíces, el Arabatxo. “Sí, yo también hablo mucho con ellos y les mando vídeos. Sus opiniones son muy importantes para mí, ya que es gente que sabe mucho y entiende a la perfección lo que necesito en cada momento. Siempre me animan a probar cosas nuevas, y eso me gusta”, precisa. El tiempo y el trabajo marcarán sus opciones en el escenario internacional después de brillar a nivel estatal en categorías inferiores.
DAVID MARTÍNEZ, EL BISOÑO
El último canterano en sumarse al prestigioso CAD de Madrid –lleva un mes y medio allí– ha sido David Martínez. Este burgalés, de apenas 15 años, empezó en la gimnasia artística porque en casa se “subía por las paredes” y llegó a Vitoria-Gasteiz en 2021. “Allí, en Burgos, los clubes no tenían mucho nivel y, como guardaba buen recuerdo del Arabatxo de algunas concentraciones, tomé la decisión de venir”, justifica. “Hice lo correcto, porque me acoplé muy bien al equipo y eso me ha llevado hasta aquí”, añade.
Como Aratz, David no ha podido todavía representar a la selección, pero sí que ha participado en varios torneos interesantes, como los Internacionales celebrados en Oporto y Barcelona. Sus expectativas de cara a esta temporada, que ya está en marcha, es recibir, precisamente, esa llamada del equipo nacional, a poder ser para la Berlin Cup, y llegar también “más preparado” a los Estatales. Sin olvidar, claro está, los estudios. Está cursando cuarto de la ESO ahora mismo y, de momento, está contento.
Ahora bien, su adaptación al CAD no ha sido sencilla, aunque tampoco una sorpresa. “Se nota la diferencia, no lo voy a negar, si bien ya venía concienciado de que iba a ser duro este salto. Creo, eso sí, que lo estoy afrontando bastante bien. Me canso, pero ya no me cuesta tanto como al principio. Cada día lo llevo mejor, vaya”, admite. En su mirada de adolescente se ve que, por muy exigente que sea el reto, no tiene pensado darse por vencido, puesto que disfruta mucho con lo que hace.
LA GIMNASIA EN SUS VIDAS
Unai Baigorri, Aratz Ramos y David Martínez, los tres protagonistas, coinciden en que cualquier niño o niña debería “animarse a probar” la gimnasia. A todos ellos, este deporte, y en concreto el Arabatxo, les ha enseñado “disciplina” que han podido trasladar a otros ámbitos de su vida, como los estudios. Ahora, son capaces de estar “más atentos” en clase y, al mismo tiempo, “aprovechar mejor” el tiempo del que disponen. “Nos caemos, pero siempre nos levantamos”, coinciden. Pura resiliencia.
Su sueño, no hace falta decirlo, es tener la oportunidad de participar algún día en unos Juegos Olímpicos. Ese es el “mayor escenario” para cualquier deportista y, mientras hacen su camino, se fijan en todos los referentes posibles. Al preguntarles, se repiten los nombres de Néstor Abad, Joel Plaza o Ray Zapata, además de su admiración por la gimnasia japonesa, en el caso de Unai y Aratz, y la rusa, para David. A ninguno de ellos les importaría vivir una concentración en el país nipón, donde la estética está a otro nivel.