Antes o después, Peio Etxeberria estaba llamado a disputar una gran final. La andaba rondando desde hace tiempo. No en vano, esta es la tercera vez consecutiva que ha alcanzado las semifinales del Cuatro y Medio, una barrera infranqueable para el navarro hasta este año. Como apunta en su charla con este periódico, “los momentos no se eligen, van llegando”. Y el suyo ya está aquí. Una vez en la final, el objetivo es ganarla esté quien esté enfrente. En este caso, el tricampeón Jokin Altuna, de quien no se fía. “Por mucho que diga que no está al cien por cien, yo lo siento mucho pero no me lo creo”, señala el joven delantero de Zenotz (25 años), deseoso de dedicar la txapela a su retoño, el pequeño Peio, que el domingo 19, el de la final, cumplirá cuatro meses.
Por fin le llegó el momento de jugar una final.
Es increíble, estoy aterrizando en ello. La rueda de entrevistas con la prensa, las fotos... Son cosas nuevas que no he vivido hasta ahora y es muy motivante e ilusionante para seguir.
¿Esperaba que este momento hubiera llegado antes?
Los momentos no se eligen, van llegando. A algunos les vienen antes, a otros después y a muchos nunca. Yo confiaba y confío siempre en el trabajo diario, en mi sacrificio, en la humildad. Me ha llegado ahora, que es un momento muy bonito de mi vida y la verdad es que estoy muy orgulloso y contento por ello.
En verano se quedó fuera de las grandes ferias en beneficio de otros compañeros y aprovechó la circunstancia para preparar bien el Cuatro y Medio. Usted tenía claro que su gran oportunidad estaba en este torneo, ¿no es así?
Lo dicho, nunca sabes cuál es tu momento. Lo que tenía claro es que Altuna y Ezkurdia son los capos de la empresa y detrás les seguía Elordi, que había ganado el Parejas y el Manomanista. Sabía que me esperaba un verano en el que no iba a ser estelarista. Era muy consciente de ello y trabajé por hacerlo bien en los partidos que me pusieron. Tampoco he hecho nada especial para el Cuatro y Medio, pero ha llegado este momento y estoy muy contento.
Cuando, en la presentación del Cuatro y Medio, vio el cuadro de competición que le tocaba, ¿qué pensó?
Que tenía un cuadro difícil. Estaba Erik Jaka, subcampeón hace tres años; Ezkurdia, tres veces campeón y luego Iker Salaberria, que venía de abajo y había demostrado que estaba fuerte. Fui pasando los partidos y me metí en semifinales otra vez. Tenía un partido muy difícil contra Jon Ander Peña, con mucha tensión. Los dos teníamos lo mismo en juego, gané y me siento feliz por ello.
Comentó tras el primer partido de la liguilla contra Jaka que el 9-22 que le endosó no le decía mucho porque Erik no había estado a su nivel en ese partido. Pero entiendo que el vencer a Ezkurdia sí reforzó su esperanza de que este podía ser su año.
En el primer partido tampoco considero que Erik hiciera un desastre. Fue un partido en el que creo que yo hice las cosas bien, mostré otra velocidad a la hora de defender también. Y contra Joseba psicológicamente era un partido muy difícil, me había ganado las cinco veces anteriores en esta distancia y conseguí superarle. Luego, llegué a semifinales y gané.
¿Fue un alivio el ver que en semifinales no se cruzaba con Altuna?
Ya sabía que, si yo le ganaba a Joseba, podía no cruzarme con él. Pero a la vez también pensaba que para ganar esa txapela hay que vencer a todos. No me importaba quién fuera el rival en semifinales. En este caso fue Jon Ander (Peña) y Jokin estaba en la otra rama. Ya se ha visto que, aun no estando al cien por cien, se ha colado en la final.
"No considero que haya un punto de inflexión en el que diga: 'hoy cambio'. La madurez, el entrenar y el meter horas en el frontón es lo que te lleva a elegir mejor"
¿Es diferente el Peio Etxeberria de hoy en día al de hace un año?
Yo sigo mi rutina, no he cambiado nada. No considera que sea diferente. Será cuestión de madurez, sí que habré dado un paso adelante en el tema mental en momentos concretos, pero no ha habido un cambio drástico en nada.
Precisamente Jokin Etxaniz, director deportivo de Aspe, realizó para este periódico un análisis de los finalistas del Cuatro y Medio en el que destacaba que el mayor avance experimentado por usted era en el aspecto mental. Decía que antes jugaba más alocado y que ahora elige mucho mejor lo que hacer en cada momento.
Sí, pero no considero que haya un punto de inflexión en el que diga: “hoy cambio”. La madurez, el entrenar y el meter horas en el frontón es lo que te lleva a elegir mejor. Cuando estás bien, cuando llevas una larga temporada sin dolores, das un pasito más y esta vez ha sido así.
"Altuna intimida siempre. Sabes que siempre que sale a la cancha, lo da todo. En este caso, también. Por mucho que diga que no está al cien por cien, yo lo siento mucho pero no me lo creo"
Le ha ganado a Altuna en las tres últimas veces en las que se han enfrentado dentro de esta distancia. ¿Intimida menos después de eso?
Altuna intimida siempre. Sabes que siempre que sale a la cancha, lo da todo. En este caso, también. Por mucho que diga que no está al cien por cien, yo lo siento mucho pero no me lo creo. Estoy seguro de que el día 19 lo va a dar todo. Los tres partidos anteriores no quieren decir nada. Es un partido nuevo, una final. Será durísimo física, mentalmente y en todos los aspectos para llegar a 22.
Lo que sí le dará el hecho de haber ganando las tres últimas veces, al menos, es la certeza de que puede volver a hacerlo.
Sí, está claro. Ese problema lo he tenido hasta ahora con Joseba, ya que nunca llegaba a 22, me costaba rematar los partidos. Ya sé que puedo hacerlo y seguiré con mi trabajo para poder conseguir esa txapela.
¿Habría preferido que llegara Jaka a 22 en la semifinal contra Altuna?
No, para nada. Jugar contra el mejor de los últimos tiempos es motivante. Saldré con muchas ganas contra Jokin.
"Jokin es un perro de presa. Una vez que ve una gota de sangre, se abalanza hacia ella. Ya se vio en la semifinal cómo lo hizo. Perdiendo 20-15 y 21-18, él pega un grito de los suyos y va a por ello. Él no duda"
Lo que sí quedó claro en esa semifinal es que a Altuna no se le puede hacer ni la más mínima concesión hasta que el 22 no esté en el casillero.
Está claro, Jokin es un perro de presa. Una vez que ve una gota de sangre, se abalanza hacia ella. Ya se vio en la semifinal cómo lo hizo. Perdiendo 20-15 y 21-18, él pega un grito de los suyos y va a por ello. Él no duda. No se le puede dejar nada.
¿Visualiza un partido largo, en el que ambos lleguen a las cercanías del cartón 22?
Nunca se sabe. Tú puedes hacerte tus ideas, pero no puedes visualizar cómo va a ser el partido y menos aún en una final. Puedes visualizar que tienes que hacer lo tuyo, que tienes que estar fuerte en los momentos críticos y eso es lo que está en tu mano. Luego, cuando sales a la cancha, ya no depende todo de ti.
¿Ese partido que tiene en la cabeza cómo acaba?
La pregunta es cómo me gustaría a mí que acabe… En el cartón 22. Pero soy consciente de quién tendré enfrente y de lo duro que será el partido. No obstante, para eso trabajamos.
¿Cómo vive la familia y el entorno estos momentos?
Con mucha ilusión. Es un día en el que sólo llegan dos pelotaris a la cita y el poder estar ahí supone una gran ilusión para un valle que hace tiempo que no tiene un finalista. El último fue Aritz Begino en el Parejas de 2011.
¿Tiene un hueco preparado para guardar la txapela?
Sí. Y si hace falta, abrimos un hueco en la pared. Sería increíble traer al valle de Ultzama esa txapela. No sé hasta dónde llegaré, pero tengo claro que lo daré todo.