- ¿Cómo plantearon en el equipo el período de confinamiento? ¿Intentó conservar de inicio la forma de los ciclistas?
-No. Desde un principio les dije a los corredores que el parón competitivo tenía toda la pinta de ir para largo. Así que la primera consigna fue clara: “Levantad el pie. Y a ver qué pasa”. Transcurridas un par de semanas, arrancamos ya poco a poco, pero con la idea de no apretar hasta no ver un objetivo claro en el horizonte.
¿La decisión de bajar el pistón también tuvo razones médicas?
-No te voy a engañar. Ahora parece que no existe tanto temor. Pero al principio estábamos todos muy asustados con el virus. El doctor del equipo y yo mismo ordenamos a los ciclistas que no se pegaran ninguna paliza encima del rodillo, porque el sistema inmune debía permanecer fuerte. En la sociedad, la situación resultaba la misma para todos. Sin distinciones. Y la salud era lo más importante.
Los corredores han pasado mucho tiempo entrenando en sus casas.
-En total, siete semanas sobre el rodillo, sin poder salir a la carretera. Hablamos, en nuestro caso, de quince días tranquilos en primer lugar. Y de cinco semanas, después, de mayor exigencia pero sin pasarnos, ordenando sesiones para ir poniéndonos en marcha de nuevo.
Al margen del factor psicológico, según el cual el rodillo se hace especialmente pesado, ¿qué peculiaridades tiene este trabajo ‘indoor’?
-Su principal problema reside en la sudoración, muy abundante. Por mucho que te pongas un ventilador, te abras la ventana o salgas al balcón, vas a sudar demasiado. El cuerpo tiene distintos sistemas de refrigeración, y uno de ellos es el de la conducción: el aire nos pega conforme vamos avanzando, cuando estamos en marcha, y nos elimina el calor. Pero esto desaparece en estático, claro.
Y sudar en exceso no es bueno.
-Puede resultar hasta peligroso. Más aún en una etapa de pandemia que, como te comentaba ahora, requiere de fortaleza por parte del sistema inmune.
¿En qué le ha condicionado todo esto a la hora de planificar los entrenamientos?
-En el volumen de las sesiones, muy reducido respecto a lo que es habitual en la carretera. Hemos alcanzado máximos de cuatro horas diarias, siempre divididas en dos entrenamientos. Y creo que he llegado a ordenar alguna sesión de dos horas y media seguidas sobre el rodillo, de forma casi excepcional y ya en una fase bastante avanzada. Pienso que actuar así ha sido lo procedente, por forma y por salud, aunque luego veas por ahí auténticas burradas. Entrenamientos indoor de cinco horas, mil kilómetros seguidos...
¿Hay más ‘damnificados’ por el rodillo al margen del volumen?
-Sí, el ejercicio opuesto, la intensidad máxima. Del mismo modo en que no puedes programar sesiones de mucho fondo sobre el rodillo, tampoco puedes ordenar esfuerzos cortos e intensos, de menos de un minuto. Los sprints te exigen ponerte de pie sobre la bici, y en estático la cosa varía, cambia la pedalada. Así que por ese lado también hemos perdido bastante. El rodillo te acota los entrenamientos por arriba y por abajo.
Los ciclistas ya han vuelto al asfalto. ¿Le preocupa haber vivido este parón de cara a un posterior regreso a las carreras?
-No. Va a ser un año atípico para todos. ¿Que en otros países sí se ha permitido entrenar en la carretera? Ya, es cierto. Y esto tendría su importancia si la competición volviera en dos semanas. Pero quedan todavía dos meses. Por lo menos.
¿Nos espera una temporada distinta?
-Sí, extraña. Esta situación va a pasar factura. A todos. Está por ver a quiénes más y a quiénes menos. Si se vuelve a correr, claro. Que esa es la otra gran duda.
¿Qué factor va a marcar la diferencia en cuanto a rendimiento? ¿La profesionalidad durante el confinamiento? ¿La genética? ¿La edad?
-Yo creo que la mente. El que se haya motivado y cuidado en estas semanas tan raras y sea capaz de exprimirse ahora en la carretera llegará muy bien al final de la temporada. Todos terminarán poniéndose bien. Pero se notará quiénes han llevado el confinamiento de una manera y de otra.
El Caja Rural estará en la Vuelta a España.
-Teníamos esa esperanza, pero nunca estás seguro hasta que no te ratifican el billete. En cualquier caso, el reseteo importante en la temporada ha sido el de la crisis sanitaria. Porque el año ya estaba enfocado, de inicio, a llegar bien a la Vuelta.
Victoria. Con Jakob Fuglsang tiranizando la Vuelta a Andalucía, una de las primeras citas de nivel en la temporada, Gonzalo Serrano dio al Caja Rural la primera y hasta la fecha única victoria del curso. El éxito en la segunda etapa, cosechado en el muro de Iznájar, un final explosivo y duro que elimina cualquier opción de casualidad, supuso la guinda de un sobresaliente arranque de curso para la escuadra. “Al margen del triunfo, el equipo anduvo muy bien en el inicio de año. Fuimos protagonistas casi siempre. Entramos en fugas selectas. Y lo hicimos además con un bloque de corredores muy jóvenes. Se dio la circunstancia de que arrancamos con varios ciclistas de experiencia lesionados: Amézqueta, Cristian Rodríguez, Lastra... Y sin embargo protagonizamos un comienzo muy esperanzador”, explica Muriel.
“El rodillo limita los entrenamientos por arriba y por abajo; no puedes trabajar el volumen
ni la intensidad máxima”
“La temporada, si se vuelve a competir, será rara; esta situación va a pasar factura a todos, a algunos más y a algunos menos”