torrelavega - En Santillana del Mar, donde apretó el sol y no aflojó en Torrelavega, Valverde bromeaba con la cámara mientras hacía rodillo para calentar la crono bajo la sombra del toldo del camión de Movistar. A su lado, Nairo Quintana, concentrado, con la pose hierática, apenas elevaba la cabeza del potenciómetro. A un brazo de distancia, no más, ambos se preparaban con la intención de acechar a Simon Yates, el líder, pero en su silencio, en sus urnas de cristal, discutían sin hablar de quién mandaba en el Movistar cuando a la Vuelta le restan tres episodios capitales: la subida a Oiz de hoy y las dos jornadas picudas por Andorra. En Torrelavega, donde vino al mundo el genio Óscar Freire, el reloj eligió a Valverde, el ciclista eterno, el que no tiene almanaque, en el debate por la capitanía del equipo. “La verdad es que me he encontrado muy bien. Creo que he hecho buena crono, salgo bien parado”, argumentó Valverde que dio un paso atrás de siete segundos con Simon Yates, pero dos pasos adelante respecto a su compañero de equipo. Quintana perdió el pulso frente a Valverde en el juzgado de las manecillas.
“Sabía que iba a perder tiempo con los rivales” dijo lacónico Quintana, el segundo de a bordo. El colombiano se quedó en la sombra. Seco. Mustio. “¿Yo líder único del equipo? Pienso que no. Estoy más cerca de Yates que Nairo, hay que reconocerlo, pero él sigue estando ahí, y tenernos a los dos en la pelea es algo que nos beneficia mucho. Tengo 38 años y si tengo que estar de segundo no habrá problema. Habrá que jugar bien la estrategia. Nairo también está fuerte. La crono lo ha alejado un poco, pero quedan tres etapas de montaña en las que no sabemos lo que puede pasar”, relató el murciano. El discurso de Valverde sonó a consuelo para Quintana, al que se le quejan las piernas, doloridas, un mal síntoma frente al skyline que despunta. “No me duele que me tachen de conservador, me duelen las piernas”, apuntó.
El murciano atemporal aventajó en 35 segundos al colombiano, apagado en una contrarreloj de 32 kilómetros que se llevó Rohan Dennis, el especialista que arrancó otro triunfo como quien deshoja una margarita, pero sin episodios de dudas. El australiano, que no estará hoy en Getxo de camino a Oiz, fue primer líder de la Vuelta en Málaga. El actual es Simon Yates y con ese deje abandonó la crono, siete segundos mejor que Valverde, 42, mejor que Quintana y 51 superior a Miguel Ángel López. Al inglés únicamente le recortó Kruijswijk, el holandés que desplazó a los dos colombianos, y Enric Mas, que le colgó 25 segundos. El balear es quinto. Simon Yates aclaró la general, que sigue siendo un habitación cerrada, pero en el que solo Valverde y Kruijswijk respiran a menos de un minuto del Yates. El murciando tiene una pérdida de 33 segundos, por 52 del holandés. Quintana se pierde en la foresta del 1:15 y Mas permanece camuflado a 1:36.
Castroviejo, tercero Con Rohann Dennis pasando la tarde en la silla de tiempos entretenido con su móvil, válvula de escape frente al aburrimiento porque no había más diversión y la emoción por la etapa era escasa -Rosskopf, su compañero, y Jonathan Castroviejo, necesitaban un catalejo para situarle, ambos quedaron a 50 segundos del australiano-, el pálpito estaba en el pleito por la carrera. En esa mesa de autopsias, Quintana y Miguel Ángel López acumularon más retraso con Yates que en todas las cumbres en las que ha anidado la Vuelta. Lo que Superman pudo en los Lagos de Covadonga, fue kryptonita en el contrarreloj, donde perdió incluso un manojo de segundos con Quintana, también penalizado no solo con Valverde, su rival en el box de Movistar, sino también con Simon Yates, el más fuerte en las cimas.
El británico completó una gran crono y evidenció su progresión en la especialidad que atenaza a Quintana. “Estoy muy contento con mi rendimiento. He ampliado mi ventaja, así que para mí ha sido una buena etapa. No estaba preocupado por el día de hoy porque sé que estoy mejorando poco a poco en contrarreloj. He trabajado mucho. No me asustan las cronos y de hecho las disfruto”, estableció Yates, que se manejó de fábula en un recorrido que exigía numerosos cambios de ritmo y en el que se amontonaban repechos. En ese terreno, Yates fortaleció su estatus en la Vuelta, aunque después de padecer una derrota inopinada en el Giro, cuando reventó como una pompa de jabón, no se fía y mira al Oiz con cautela. “Tengo respeto a las próximas etapas, especialmente a mañana (por hoy) y el día de Andorra. Nos esperan unos días duros. Nuestros rivales todavía están muy cerca”, estableció Yates, que aún desconoce el motivo por el que se desvaneció en el Giro: “Sigo sin saber por qué peté”. En la Vuelta, la firmeza viste al inglés, que abrió más hueco en la crono y piensa que tal vez la mejor defensa sea un buen ataque. En Oiz, Simon Yates quiere seguir reafirmándose.