long island - Jon Rahm está de celebración en la lujosa área de The Hamptons, en Long Island. Allí, en el campo de Shinnecock Hills se disputa desde mañana el US Open, que será el quincuagésimo torneo que juega el de Barrika como profesional en el mes en el que también va a cumplir dos años desde que dio el salto desde el golf universitario. El segundo major del año fue el primero que disputó Rahm, en 2016, y acabó el vigésimo tercero y como mejor aficionado. Ahora, en este enclave al este de Nueva York, quiere el vizcaíno sacarse la espina del año pasado cuando no pasó el corte en el exigente campo de Erin Hills.

El torneo recala en un lugar histórica ya que Shinnecock Hills ha acogido el US Open solo cinco veces, pero en tres siglos: 1896, 1986, 1995 y 2004, y este de 2018. Fue uno de los clubes fundadores de la USGA, la asociación que dirige el golf estadounidense, el primero que aceptó mujeres y su campo tiene reminiscencias a los links escoceses ya que hay tees en altura y escasez de árboles, lo que le deja expuesto a un viento que entra desde el mar y que en Long Island puede ser muy cambiante. En los últimos años, los responsables del campo han ido acortando las calles, han colocado algunas trampas de arena que entran en juego y han ampliado los greenes para facilitar distintas colocaciones de las banderas y favorecer el juego corto.

Los analistas estadounidenses vuelven a incluir a Jon Rahm entre los candidatos a ganar al US Open. En la NBC, que tiene los derechos televisivos del torneo, le consideran un aspirante “en cualquier lugar que juegue y en cualquier momento”, dice Ken Schofield. No va a ser diferente en Shinnecock Hills, donde llega con cinco victorias ya en su palmarés, 18 puestos entre los cinco primeros y 21 entre los diez primeros, Su última aparición fue la quinta posición en el Fort Worth Invitational y en el Masters logró el cuarto igualado, su mejor actuación hasta ahora en un major, lo que le hace merecedor del favor de los expertos que ya ven a Rahm mentalmente preparado para dar ese salto de calidad. De nuevo, tiene la oportunidad de ser número 1 del mundo, aunque cada vez que se le ha cruzado esa posibilidad, que depende de muchas variables, se le ha torcido el resultado.

El golfista de Barrika ha estudiado el campo estos días y tiene claro que la clave está “en el viento”. En Fort Worth jugó muy bien de tee a green y solo le falló el putt. Es consciente de que si mantiene su consistencia y pone la bola en calle puede conseguir un gran resultado en Shinnecock Hills.

Rahm jugará los dos primeros días del US Open junto a Sergio García y Rafa Cabrera en un partido que puede beneficiar a los tres ya que podrán comunicarse con fluidez y apoyarse mutuamente, aunque cada uno tratará de lograr el mejor resultado. Mañana saldrán a partir de las 19.14 horas y formarán, sin duda, uno de los tríos más interesantes de las dos primeras jornadas.

Hay otros en los que se volcarán los aficionados locales como el que forman Bubba Watson, Jason Day y Brooks Koepka, el campeón defensor, o el que medirá a Rory McIlroy, Jordan Spieth y Phil Mickelson, con el zurdo en persecución del único grande que le falta.

Pero, sin duda, el partido señalado por todos está claro: Justin Thomas, Dustin Johnson, que llega tras ganar en Memphis y recuperar el número 1 del mundo, y Tiger Woods. El golfista de Cypress jugó, precisamente, en Shinnecock Hills su primer major cuando tenía 19 años y en esta semana se cumple una década de su última victoria en uno de los grandes, también el US Open.

Woods y Mickelson son dos de los cinco jugadores que estarán en el US Open de este año y que también estuvieron en Shinnecock Hills en 1995 y 2004. Los otros tres son Ernie Els, Steve Stricker y Kenny Perry.

La historia dice también que el recorrido neoyorkino es apto para jugadores que superan los 35 años y de esos no hay muchos entre los mejores del mundo. Por eso, muchos apuntan a Justin Rose como otro importante candidato.