vitoria. Mezcla de sensaciones, regusto agridulce. Ése era el escenario en el que se movía ayer Juanito Oiarzabal. Por un lado, la evidente satisfacción por haber completado con éxito el objetivo de la expedición pero, por otro, la inquietud por los problemas físicos que le acompañaron en el asalto y posterior descenso del Manaslu. "Estoy tan contento y emocionado de haber conseguido esta cumbe como cuando subí mi primer ochomil. Reconozco que cada vez me resulta más duro y por eso la satisfacción es también mayor cada vez", apuntaba como resumen perfecto de la primer vertiente.

Además, en la cumbre del Manaslu hubo espacio también para los sentimientos emotivos. "He tenido en la cima un recuerdo especial y le dedico esta ascensión a mi amigo Antxon Arza y a su familia que están pasando malos momentos por el fallecimiento de su hijo Adi en accidente de bicicleta", significó Juanito desde el campo III.

Pero, junto a estas sensaciones, el alpinista vitoriano no ocultó que por su cabeza también pasaban otros pensamientos. "He tenido problemas para bajar, he tardado mucho, me han tenido que ayudar y, si digo la verdad, estoy jodido y, sobre todo, dándole vueltas a la cabeza. He tenido que utilizar un poco de oxígeno para llegar al campo III y estoy un poco preocupado. Tampoco quiero alarmar a nadie pero yo creo que es consecuencia de que la lesión de esta primavera -en el Lhotse sufrió, entre otras dolencias, problemas en el pulmón- no se ha curado bien", significó. Por último, Juanito avanzó sus próximos pasos. "Ahora estoy cansado, muy cansado. Mi plan pasa por bajar al campo II, que tengo un miedo terrible y tratar de estar el domingo en casa".