Era el viernes 21 de junio de 2019. Hasta el sol se terminó por animar. El Azkena Rock Festival iniciaba su decimoctava edición por todo lo alto. No solo por lo que estaba sucediendo sobre las tablas, sino también porque se aprovechó el momento para anunciar los dos primeros nombres que estarían en el cartel de 2020: Social Distortion y Fu Manchu. Es más, se pusieron a la venta los abonos para lo que iba a suceder justo doce meses después en el mismo lugar, generándose unas filas tremendas en el stand donde se podían conseguir. Nada, absolutamente nada, hacía pensar entonces que los planes no iban a salir bien.

El Azkena Rock más esperado

De hecho, el calendario siguió como estaba previsto y en octubre de 2019 se sumaron más alicientes, destacando el nombre de Patti Smith e incluso a finales de noviembre se anunció la recuperación del concurso estatal de bandas, un certamen cuyo premio final era formar parte del cartel. Pero la cosa empezó a tomar una forma ya espectacular, que presagiaba un 2020 para recordar, cuando en diciembre de 2019 se supo que también estarían en Vitoria Fogerty, Suzi Quatro y Brian Wilson, entre otros. Se llegaron incluso a poner a disposición del público las entradas de día.

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Pero hasta ahí. Cuando en marzo de 2020 todo se paralizó de repente, la decimonovena edición del ARF dejó de existir, aunque la promotora Last Tour estuvo trabajando en distintas posibilidades para ver qué se podía hacer asumiendo que el certamen como tal no sería posible. Ante la incertidumbre, se barajaron distintas fórmulas y se habló incluso de poder hacer un concierto presencial en Mendizabala a modo simbólico, aunque fuera con el público sentado, manteniendo las distancias y con mascarillas. Cabe recordar que a principios de junio, Agurain ya acogió la primera actuación teatral al aire libre siguiendo este modelo, y que en breve espacio de tiempo se pusieron en marcha diferentes iniciativas para, siguiendo los protocolos sanitarios del momento, poder llevar a cabo los primeros actos culturales en cuatro meses.

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Al final hubo que optar por lo virtual y así nació la conocida como Sofa Edition. Coincidiendo con el 19 y 20 de junio de aquel año, cuando Mendizabala debía estar a rebosar, se emitieron online dos programas en los que se incluyeron conciertos históricos del certamen como el de Turbonegro en 2004, actuaciones realizadas de manera especial para el festival, entrevistas y otros alicientes, así como varios anuncios para 2021, para lo que debía ser la vuelta presencial de los azkeneros.

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Además, el ARF puso en marcha dos iniciativas para recaudar dinero con el que, por un lado, echar un mano a todos esos profesionales que son necesarios para llevarlo a cabo y que se vieron perjudicados por la suspensión y, por otro, ayudar al Banco de Alimentos de Álava. Así, se pusieron a la venta unas camisetas especiales y se tomó la decisión de reservar, para los mismos fines, cinco euros de cada entrada vendida para 2020 que se fuera a mantener para 2021.

“Volveremos a disfrutar del ARF y de Vitoria durante muchos años”. A pesar de todo, Alfonso Santiago, máximo responsable del certamen, tenía confianza y así lo expresó en estas mismas páginas. Y por ello se siguió trabajando con la mirada puesta en los días 17, 18 y 19 de junio de 2021, ya que el festival iba a recuperar la tercera jornada que perdió en 2013 por los efectos de la crisis económica. Pero la pandemia volvió a imponer sus condiciones y aunque se intentó de muchas maneras buscar posibles alternativas, tampoco pudo ser.

Con todo, el Azkena apostó por crear una Special Edition, que se llevó a cabo en el Iradier Arena entre finales de septiembre y principios de octubre. Fue todo un maratón de grandes conciertos que contó con actuaciones de, entre otros, El Drogas, Loquillo, Los Zigarros, Kaotiko y un largo etcétera. Eso sí, con el público sentado, con el aforo muy reducido, con las mascarillas y demás. No fue lo mismo, pero sí algo, además algo importante porque supuso reafirmar la intención del evento de no tirar la toalla a pesar de todo.

Parece mentira, pero en realidad no han pasado tantos meses de eso. Y tampoco ha estado tan claro a lo largo de este tiempo que el ARF de 2022 fuera a ser posible, no por nada, sino por la aparición de ómicron en plenas navidades, con las restricciones que se derivaron de ello, cierre de salas de conciertos incluido. Aún así, toca por fin sacarse la espina. La pandemia sigue presente, pero sin duda lo que va a suceder los próximos 16, 17 y 18 va a ser toda una fiesta. Toca reencontrarse, compartir, disfrutar y vivir. La espera ha sido demasiado larga.

Con todo, los efectos de lo vivido estos dos años y lo que todavía acarrea son evidentes. Son varios los grupos y artistas que han cancelado hasta 2023 sus actuales giras, lo que también ha afectado al certamen vitoriano. Eso sin perder de vista que la actual saturación de eventos está perjudicando al desarrollo normal de la mayoría, a lo que se suma que tampoco la economía del público potencial está para muchas alegrías. Pero el rock también es resistencia, sin duda.