Vitoria como punto de llegada y partida: MobPlan, el Erasmus de la danza
El Conservatorio José Uruñuela es un ir y venir que une Gasteiz con ciudades como Valencia, Málaga, Sevilla y Barcelona
Desde, por ejemplo, el Institut Escola Artístic Oriol Martorell hasta la capital alavesa. A lo largo de este curso, un total de ocho personas están viniendo desde distintas ciudades a Vitoria para adentrarse en las aulas del Conservatorio Municipal de Danza José Uruñuela para convertirlas en suyas. Eso sí, el camino no es solo en una dirección. Desde aquí, también hay estudiantes que están acudiendo a centros como el sevillano Conservatorio Profesional de Danza Antonio Ruiz Soler. “Es conocer gente nueva y también llevarnos algo nuevo de otros conservatorios”, apuntan desde el alumnado del espacio gasteiztarra sobre este particular Erasmus.
Anne Azpiri, Aroa Valladares, Graciela Veitia, Nekane González, Akira Lazara Elías, Ane Jiménez, Mara Prieto, Carla Pascual, Lucia da Costa, Eider Espina y Ane Carmen Ruiz son estudiantes de 5º y 6º de Enseñanzas Profesionales en el Uruñuela, aunque gracias a este plan de movilidad llamado MobPlan están pudiendo abandonar sus instalaciones para, por así decirlo, adueñarse de otras. Hay quien repite tras la experiencia vivida el curso pasado, la primera vez que el centro vitoriano se sumó a esta propuesta.
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“Para nuestro alumnado es una experiencia nueva y emocionante. Es estar fuera de casa una semana y lejos de su entorno, afrontar el reto de entrar en una clase de danza en otro conservatorio y compartir barra y centro con otras compañeras. La verdad es que están muy emocionadas y, a la vez, nerviosas”, explica Arantzazu Susunaga, jefa de estudios del Uruñuela.
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Eso sí, el camino, como es lógico, no es solo de ida. “Recibir al alumnado de otros conservatorios claramente posiciona a nuestro centro como un agente activo dentro de los programas de movilidad y cooperación educativa, subrayando su compromiso con la generación de espacios de aprendizaje abiertos. Además, también contribuye a estrechar redes interinstitucionales que pueden derivar en futuras iniciativas artísticas”, remarca Ainhoa Arenaza, directora del José Uruñuela.
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Una experiencia intensa
Justo al terminar esta semana, varias de las alumnas del centro vitoriano han terminado su estancia en otras ciudades y conservatorios. Cada persona pasa cinco días en estos centros, aunque en algunos casos aprovechan el fin de semana para ir algún día antes y exprimir un poco más la experiencia personal, no solo la educativa. Al fin y al cabo, como recuerda Susunaga, se trata de “enfrentarse a la experiencia de hacer el intercambio con otra alumna de otro centro y convivir en otra familia durante una semana; eso te hace valorar muchas cosas”.
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Eso es algo que desde el alumnado tienen muy presente. “Trabajamos dentro de nuestro conservatorio y estamos acostumbrados a hacer las cosas de una manera. Estamos en confianza pero eso puede hacer también que nos cerremos a otras formas de trabajar en clase. El MobPlan nos ayuda a romper esa barrera y a poder trabajar con otra gente, a trabajar de distinta manera y a no cerrarnos”. En este sentido, destacan la diferencia con, por ejemplo, los cursos de verano que realizan o las clases magistrales a las que pueden acudir.
La principal distinción está en el hecho de que quien toma parte en este particular Erasmus entra de lleno en la rutina del conservatorio al que acude. Es decir, durante esos cinco días de clase sigue al milímetro el plan educativo que sigue cada centro sin distinciones ni cambios ni ejercicios específicos. Es, a todos los efectos, una alumna o un alumno más del sitio al que acude. Sucede igual con quienes vienen al José Uruñuela. “Cuando vas a hacer un curso, tú estas igual que el resto: todos vamos a hacer esa formación específica. Pero aquí no, aquí tú te sumas a la rutina de otros”.
“Es afrontar el reto de entrar en una clase de danza en otro conservatorio y compartir barra y centro con otras compañeras”
“Es muy interesante el poder conocer cómo trabajan otros profesores, que hacen diferente a los que nosotras tenemos aquí. Pero también es muy importante poder tener contacto con otros alumnos de otras ciudades, ver cómo hacen clase, cuál es su rutina. Es una semana en la que sigues aprendiendo, como si estuvieras aquí, pero de una manera distinta. Merece la pena salir y encontrarte con cosas nuevas para aprender más”.
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A esto se suma la convivencia con otra familia y en otra ciudad. “Todo esto ayuda a abrir la mente, además de ganar en autonomía y responsabilidad, puesto que van sin profesorado ni familias propias a los conservatorios estatales elegidos. A la vez es interesante porque amplían sus redes y contactos, algo de vital importancia dentro del mundo de la danza”, remarca Arenaza.
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Ese mismo esquema que vive el alumnado del Uruñuela fuera, en ciudades como Valencia, Málaga o Barcelona, es el que comparte quienes vienen a Vitoria en el marco de este particular Erasmus de la danza. “La gente suele ser bastante agradable y sientes que te recibe siendo muy abierta. Igual al principio vas con un poco de miedo por saber cómo te van a tratar, pero es cuestión de confiar y aprovechar la oportunidad”, apuntan desde el alumnado. “Nosotras aquí tratamos igual de bien a quien viene. No estamos haciendo para pasarlo mal, todo lo contrario. Queremos disfrutar y que quien venga, disfrute. Cuanto más les ayudes, mejor experiencia van a tener ellos y mejor vas a estar tú también”.
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Aprendizaje para el futuro
Salir, enfrentarse a otras realidades, saber adaptarse y continuar creciendo. En pocas palabras, ahí se fundamenta una experiencia que tiene mucho que ver con el mañana que les espera de manera inmediata. Están terminando su formación en el Uruñuela y eso significa que van a tener que marcharse en breve para seguir su desarrollo. “Nos viene bien para lo que está a punto de llegar”, sonríen, conscientes, en todos los casos, de que llegan momentos vitales en los que habrá que tomar decisiones.
“Recibir al alumnado de otros conservatorios claramente posiciona a nuestro centro como un agente activo”
Aún sabiendo las dificultades que puede haber, no hay dudas a la hora de responder sobre si la danza es un futuro profesional para ellas y ellos. Por eso, desde ese convencimiento, hablan a quienes les tomarán el relevo en las aulas del José Uruñuela, a esos niños y niñas que puede que un día crucen la puerta del conservatorio. “Ojalá no desaprovechen la oportunidad, porque la verdad es que tenemos mucha suerte por poder bailar cerca de casa. No hay que tener miedo de empezar algo que les gusta. Y aquí van a disfrutar”.
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“La danza en sí te aporta felicidad, o por lo menos a nosotras”, sonríen. “Además, se conoce a un montón de gente y se viven muchas cosas gracias a ella. En este conservatorio hemos vivido todas muchas cosas y hemos aprendido mucho”. Y lo seguirán haciendo.
