La quincuagésima edición del Festival Internacional de Teatro de la capital alavesa retoma este jueves su camino desde las tablas del Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde), donde la compañía alavesa Zanguango va a estrenar la versión para salas de El peor espectáculo del mundo (de momento). Como es habitual, la cita será a partir de las 19.30 horas, aunque quien quiera asistir ya se puede dar prisa porque las entradas disponibles se pueden contar con los dedos de una mano.
“Esta obra, como todo en el teatro, es un acto de amor”, apunta Txubio Fernández de Jáuregui, actor que, en solitario, da vida a un “alter ego” que “cuenta una historia sobre el fracaso”, sobre uno individual que, en realidad, puede ser compartido por cualquier persona. “La gente se ve muy reflejada, sobre todo quienes forman parte, como nosotros, de las generaciones del baby boom”.
Al fin y al cabo, “nosotros queríamos cambiar el mundo y resulta que nos han dado pero bien”, sonríe Fernández de Jáuregui. “Pero tenemos luz, seguimos siendo seres de luz, y esto también se traslada a la obra”, a una propuesta dirigida una vez más por Miguel Muñoz.
Como conejos
Según relata Muñoz, El peor espectáculo del mundo (de momento) nace “de que nosotros hemos llegado a ciertas edades en las que te preguntas qué has hecho y qué te espera”. Son cuestiones difíciles de realizar y de responder, aunque a ello se enfrenta el personaje de esta producción, “un héroe de barrio que en su vida no se ha visto favorecido”.
A él da forma y fondo Fernández de Jáuregui para presentar a alguien que “va corriendo como los conejos para conseguir jubilarse”. En ese no parar, se mira a la propia vida, a esas vivencias, preocupaciones, situaciones y emociones individuales y compartidas al mismo tiempo. Todo ello con el sello particular de Zanguango, claro, el que se basa en el humor, la crítica social, la acidez, la poesía, la ironía, la reflexión, el absurdo...
Desde la calle
Fue el pasado mes de junio cuando el público de la capital alavesa pudo ver este montaje bajo el techo del cielo, en plena celebración de KaldeArte. Ahora, eso sí, el montaje inicia un nuevo camino, adaptándose a los espacios de interior. “Es como pasar de los espárragos frescos a los enlatados”, ríe, una vez más, Fernández de Jáuregui.
Más allá de esa descripción, “espero que la emoción del público sea igual”, aunque ambos formatos son distintos y se han cuidado varios “matices” para ese camino hacia el interior de los teatros. Eso sí, habrá detalles diferentes a una representación en sala al uso. Por ejemplo, no se apagarán del todo las luces del público. Y puede que algunas personas salgan del patio de butacas. “Siempre nos gusta romper el marco”.