Es mayo de 1937, en un caserío situado en las cercanías del monte San Pedro. Tres hermanas viven aisladas en este punto de Álava como consecuencia de la Guerra Civil española. Junto a la Legión Cóndor, los franquistas se preparan para bombardear la zona. Mientras esto sucede, ellas se ven sorprendidas por la llegada de lo que creen que es un ángel. Son las pinceladas de la historia que contará Gaubela, el primer largometraje del director, guionista y productor gasteiztarra Iker Reyes. “Mi manera de hacer cine es una invitación a un acto reflexivo. Es replantearse cosas, hacernos preguntas que igual nunca nos hemos hecho”, apunta el creador.
En solo dos semanas se está llevando a cabo la grabación. La pasada, el equipo artístico y técnico estuvo trabajando en Zegama. En la actual, la labor se va a completar desde Gujuli. “La verdadera guerra de la película es el propio hecho de filmarla, viendo cuáles son nuestros medios y posibilidades. Pero, a pesar de todo, de un modo u otro, estamos sacando adelante el proyecto”, describe Reyes en torno a una producción protagonizada por Itziar Manero, Laura Meabe y Andere Garabieta.
Ejercicio de memoria
Como explica el propio autor, “Gaubela es un ejercicio de memoria de la Guerra Civil lejos de la épica bélica que tantas veces ha servido para glorificar la violencia. Me interesa el silencio, un silencio que oprime, que custodia lo innombrable, que sostiene en el tiempo lo que la palabra no alcanza”.
Es lo que busca una película que se está rodando en 16 milímetros, en blanco y negro, y en euskera. “Son decisiones tomadas casi como un acto de resistencia, porque la memoria no está en los monumentos ni en los archivos del poder, sino en los cuerpos cansados, en los silencios que duelen, en lo que nunca debió contarse y sin embargo sobrevive.”
Tres hermanas son las protagonistas de una historia que transcurre en plena Guerra Civil, en un caserío cerca del monte San Pedro
Eso sí, Reyes apunta que “con mi cine no busco transmitir un mensaje político o mi postura. En mi cine trato de pausar los ritmos, que el espectador tenga su tiempo para reflexionar y que sean las imágenes las que le lleven a diferentes sitios. Encorsetar mis películas en ciertos mensajes casi propagandísticos es ridículo. Mi manera de hacer cine es una invitación a un acto reflexivo. Es casi como enfrentarte a ti mismo, darte el tiempo para reflexionar y pensar en cosas que quizás nunca antes te habías planteado”.
En tiempo récord
El encuentro con el público, eso sí, todavía tendrá que esperar. De momento, hay que completar un rodaje que se está produciendo en un tiempo récord, sobre todo teniendo en cuenta los plazos que se manejan hoy en la mayoría de las producciones audiovisuales. “Tenemos un plan de rodaje que se está cumpliendo. La semana pasada fue un poco más fácil porque estuvimos rodando en el interior del caserío. Ahora vamos a los exteriores, donde la guerra está más presente”, relata.
Con todo, Reyes tiene claro que “esta película es una anomalía” por diferentes motivos. También por el hecho de rodarse en solo dos semanas, pero no solo. “Es una película ridículamente pequeña. Lo que en España se considera un presupuesto mínimo es 800.000 euros o un millón. Esta película está saliendo adelante con un poco más de 50.000 euros”. Todo es diferente en ella, “por su manera de hacerse, por el tipo de cine que es y por cómo se está trabajando tanto en lo que respecta al equipo técnico como al artístico”.
“Rodar en 16 milímetros, en blanco y negro, y en euskera son decisiones tomadas casi como un acto de resistencia”, apunta el creador
Está cristalizando ahora un trabajo que empezó a gestarse hace unos dos años, tiempo en el que ir desarrollando la escritura, los métodos de producción, los casting, las localizaciones... “Han sido muchas conversaciones sobre cómo se tiene que hacer esta película. Cuando digo que la película ha sido una guerra, es que lo ha sido. Tampoco ha sido tantísimo tiempo de preparación porque conozco gente que para hacer su primer largometraje se tira muchos años. Si en mi caso son dos es porque yo he decidido que sea así. He podido decidir rodar ahora y no esperar a recibir que si ayudas del Gobierno Vasco o del ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales). Me he desprendido de eso. He decidido que iba a hacer ahora mi película y así está siendo”.
La importancia del equipo
A Gaubela, Reyes llega tras el cortometraje Egun atseginak egongo dira y el mediometraje Otsoaren ahoan. “Son trabajos muy, muy pequeños. Estaba yo solo junto a quizás una o dos personas que me ayudaban en el proceso. Son dos trabajos muy guerrilleros en el sentido de que era yo con una de mis cámaras. Puedo contar con los dedos de las manos las personas con las que trabajé en ellos”, describe, al tiempo que menciona entre esas colaboraciones la de la propia Meabe, Marieta Colomo y Andrés Martínez.
Este primer largometraje, eso sí, es diferente en este sentido. “Ahora es lidiar con la responsabilidad de gestionar a entre 20 y 30 personas. En este caso he tenido mucha suerte a la hora de poder elegir a la gente con la que quiero trabajar, sobre todo en los jefes de departamento. Hasta ahora, puedo decir que mi equipo me lo está poniendo fácil. Creo que la gente sabe el tipo de proyecto en el que está. Sabe que esta película no es el cine industrial que se filma en España y eso está haciendo que la las personas que están aquí estén dando un plus. Siento a la gente entusiasmada con el proyecto”.
Al fin y al cabo, todo suma a la hora de construir un largometraje que cuenta con la dirección de fotografía de Xabi Martínez. Escrita y producida también por Iker Reyes, en co-producción con Elías Querejeta Zine Eskola y la Escuela de Cine del País Vasco, Gaubela terminará de rodarse en el arranque de este mes de septiembre. Empezará ahí otro proceso importante como es el de la postproducción. Después llegará el turno del público, de las personas que quieran sumergirse en esta historia.