Iara Solano: “Cuando a un cuerpo le cierras los ojos, su sabiduría se activa”
El Ibáñez de Matauco propone el viernes acercarse a la danza contemporánea a través de otros sentidos más allá del de la vista
Acudir al escenario, sentarse y... no ver. Detrás de estas pocas palabras hay mucho más, pero, en esencia, es la propuesta que la bailarina, coreógrafa y gestora cultural brasileña Mari Paula y la creadora e investigadora escénica gasteiztarra Iara Solano realizan este viernes en el Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde). En la capital alavesa despliegan una propuesta que, en resumidas cuentas, busca acercar la danza contemporánea a la comunidad de personas con ceguera o baja visión pero también a quienes, teniendo visión normativa, deseen experimentar la danza a través de otros sentidos.
A las 20.30 horas, sobre el escenario, estarán quienes quieran adentrarse en todo el proyecto. El aforo es muy reducido en este caso y, de hecho, solo quedan unas seis entradas que dan acceso también a lo que sucederá después.
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En este momento se ofrecerá lo que se denomina Fronterizas invisible, es decir, la versión de 30 minutos de la pieza original de Mari Paula creada de manera específica pensando en quienes no pueden ver o sí, pero quieren tener una experiencia diferente. A cada persona se le venda los ojos antes de entrar al teatro y se le acompaña de manera individual a su localidad. “También les explicamos que ni les vamos a pedir bailar ni nada por el estilo. Queremos que cada persona esté relajada y disfrute de la experiencia”, apunta Solano.
Después se producirá un coloquio con los y las artistas, y un descanso. A las 22.00 horas se llevará a cabo el espectáculo original, Fronterizas, que también contará con audio-descripción. En este caso, como es posible abrir más el aforo ya que el público no estará en las tablas y se tratará, por así decirlo, de una representación más al uso, quedan más pases disponibles.
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Investigación
Este es un proyecto de investigación que Solano inició hace unos tres años con la intención de analizar las posibilidades de trasladar la danza a lo no visual. Al interés artístico se unía un caso cercano, el de un familiar con retinosis pigmentaria. “La audio-descripción no te acerca a lo que de verdad es la danza y por ahí empezó todo”, recuerda la alavesa, que contó con una ayuda de Fundación Vital.
Con este apoyo, a través de la sala Baratza se abrió una convocatoria para recibir proyectos de danza ya existentes, siendo el de Mari Paula el elegido al final, “también por la temática de la pieza, que habla de las fronteras, la dificultad del cambio de ciclo, de la aceptación...”. Ahí, las dos artistas empezaron a trabajar juntas en esta versión de media hora que ahora se presenta en la capital alavesa. “Cuando anulas la mirada y simplemente estás generando imágenes con la imaginación del público, el escenario se amplía muchísimo. Es una pieza que invita al público a entregarse, a sentir la danza en el propio cuerpo”, describe Solano.
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“En realidad es como un espectáculo al uso, solo que toda la pieza la vas a sentir a través del resto de los sentidos. Hay narración, sonido, acción, olores, vibraciones...”. De esta forma, “las imágenes se forman en la cabeza de cada una de las personas que asista”, aunque sobre el escenario sí hay una interpretación que viene dada por un músico, un iluminador, una bailarina y la propia Solano. “Es increíble darse cuenta de cómo el cuerpo, cuando le cierras los ojos, se despliega como una antena; la sabiduría del cuerpo se activa y es capaz de percibir muchísimas más cosas de las que estamos acostumbrados”.