Se ha convertido en una tradición. De hecho, hay quien nada más abrir las puertas ya va directo al puesto de la organización. No ha empezado uno y ya se quiere asegurar la presencia en el siguiente. Así ha pasado de nuevo esta vez. Ni siquiera el sello alavés de Libe ha empezado a inaugurar el Azkena Rock Festival de 2025 y ya ha habido alguno en Mendizabala con el bono comprado para 2026, cuando la capital alavesa volverá a acoger el certamen, repitiendo casi fechas, del 18 al 20 de junio. Ya queda menos, pensará más de uno.

Pero no hace falta correr. Para los que más estiren el certamen hasta el domingo a eso de las seis de la mañana, que será cuando hasta los Dj se retiren a descansar, todavía tienen que pasar muchas cosas en un recinto que mantiene la estructura de las últimas ediciones, consolidada ya la nueva zona gastronómica que se empezó a implementar hace un par de años. Los más veteranos del lugar recuerdan que, en realidad, la sede del festival empezó a dibujar su actual aspecto hace justo diez años

Mientras la promotora Last Tour vivía sus propios cambios internos –con la salida de dos de los tres responsables de la firma–, Mendizabala presentaba no pocas novedades en ese 2015. Desapareció, por ejemplo, la carpa del segundo escenario, odiada por muchos de los fieles pero querida por otros cuantos, más que nada cuando llovía. Fue en una edición en la que se cambió de ubicación el añorado camping anexo al recinto –se llenó, por cierto– y se introdujeron mejoras en los tránsitos del espacio que se han ido consolidando con el paso del tiempo.

Primeros pasos

Fueron los primeros síntomas de querer construir un certamen que creciese más a lo ancho que a lo alto, es decir, que la gente pudiera disfrutar de todo lo que es estar en Mendizabala con y sin conciertos, sin volverse loco con grandes metas en forma de números inalcanzables. Hoy todo eso ha llevado más allá, incluso con la creación de espacios específicos para los más pequeños, la suma de atracciones varias, la puesta en marcha de iniciativas como el punto Balore...

En total, se calcula que van a ser unas 50.000 las personas que van a caminar entre los tres escenarios y las carpas a lo largo de estos días, números similares a los de hace doce meses. La familia azkenera está de nuevo reunida, con la intención de disfrutar del presente, aunque más de uno se va a llevar en la maleta el billete para volver dentro de doce meses.