“El declive de la prensa escrita es un síntoma perfecto de lo que estamos viviendo. Mi padre se leía el periódico entero todos los días. Era un momento que tenía de no velocidad, no productividad, de descanso, de información y, luego, de reflexión. Él iba construyendo su propio conocimiento de la sociedad. Esto ya no existe”, reflexiona Jesús Camarero. Lo hace mientras sobre la mesa reposa Teoría del exceso (Editorial Renacimiento), un libro premiado en los galardones literarios del Ajuntament de València con el XLII Premio Celia Amorós de ensayo en castellano. De hecho, en tierras valencianas ya ha sido presentado, un camino que seguirá en breve en la Feria del Libro de Madrid y en Málaga. Para las citas en la capital alavesa habrá que esperar hasta después del verano.

Con todo, el libro ya está disponible, una “reflexión larga, de alcance, profunda y extensa” que se realiza para analizar “la situación de la sociedad occidental actual”, en la que muchos de sus problemas están atravesados por un mismo concepto: el exceso. “Todos nos damos cuenta de que este mundo va muy deprisa, hay un exceso de velocidad. La gente va corriendo a todas partes, hace las cosas muy deprisa, se produce a toda velocidad y por lo tanto en más cantidad... Cuando se hace todo a gran velocidad, no hay tiempo para reflexionar, sentir y analizar. Eso provoca una serie de problemas”, cuestiones que se van analizando en cada uno de los 23 capítulos que componen la obra.

“Una posible catástrofe”

Sostiene el escritor y catedrádico –ya jubilado de su labor docente en la Facultad de Letras del Campus de Álava– que el ser humano no es consciente de vivir en esta “teoría del exceso. Todos los excesos a los que hemos llegado nos han arruinado. La velocidad, la acumulación, la hiperproducción... nos han llevado a un exceso en todos los niveles y eso nos conduce a una crisis, a una posible catástrofe. A base de tanto correr, producir y acumular, hemos llegado a destruir la propia esencia del ser humano: le hemos quitado la tranquilidad, el reposo, la reflexión, la educación”. 

Portada de 'Teoría del exceso'

Portada de 'Teoría del exceso' Cedida

Por eso habla de la falta de concentración y de empatía, de los problemas de identidad, de no darse cuenta de las cosas, de los problemas afectivos... “La velocidad es un problema muy grave que afecta a nivel individual, empresarial, político, social… La gente entra y sale de casa, pero cuando está en ella no habla, por ejemplo”. Ahí señala también otro exceso al que hacía referencia con el caso de su padre. “Yo puedo acceder desde cualquier punto del mundo a todo tipo de información. Vale, eso está muy bien. Pero es que una cosa es la información y otra el conocimiento. Si no somos capaces de gestionar la información no vamos a fabricar conocimiento. Y eso es malo porque produce desinformación”. 

El valor del conocimiento

En este sentido, reivindica el estudio constante. “Un ser humano, para saber quién es, para comprender las cosas, para estar en el mundo, para saber lo que tiene que hacer y cómo comportarse, y para tener un cierto grado de felicidad, necesita conocimiento. Ahora estamos reunidos, aparece un problema y lo primero que hace la gente es sacar el móvil para consultar en Internet. No hace falta estudiar, si el conocimiento ya está ahí. Eso es, está ahí, en la máquina pero no dentro de ti”, describe. 

“Cuando se hace todo a gran velocidad, no hay tiempo para reflexionar, sentir y analizar” sostiene el escritor y catedrático

“¿En qué consiste el ser humano? En existir y en conocer. Si no conoces, no entiendes y no puedes llegar a una existencia plena”, reflexiona y por ello incide en que “si el conocimiento está en las máquinas, en las bases de datos, significa que nosotros no interiorizamos la información y eso es un problema”. Es en aspectos como este en los que se detiene este libro, “una mirada muy crítica sobre diferentes cuestiones. En cada capítulo se explican los problemas y se aporta posibles soluciones”. De hecho, esta es una de las cuestiones valoradas por el jurado del certamen. En resumidas cuentas, lo que el autor apunta es que “la única manera de atacar todos estos problemas es que cada persona, individualmente, trate de una manera consciente de resolverlos de una manera ética y adecuada” y eso se sume a todo el conjunto.

De todas formas, son cuestiones que quienes se asomen a estas páginas podrán desarrollar. El autor se ha preocupado y ocupado de que el resultado final de un proyecto que le lleva ocupando los últimos diez años, sea “un ensayo de divulgación en el que he querido explicar bien las cosas. He hecho un esfuerzo por explicar todo, cada concepto. Se ha hecho con la intención de que el libro sea accesible y que todo el mundo lo pueda leer”.