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“El suicidio está aquí, en nuestra sociedad, pero no se ve porque no se habla de él”

Mikel Bustamante y María Algora estrenan este domingo en el Festival de Málaga el cortometraje 'Lo que no se ve'

“El suicidio está aquí, en nuestra sociedad, pero no se ve porque no se habla de él”Sara Moreno

Son días intensos en el Festival de Cine de Málaga, donde también está muy presente el sello alavés a través de diferentes proyectos y nombres propios. Es el caso de María Algora y Mikel Bustamante, que este domingo han presentado en el referencial certamen el cortometraje Lo que no se ve, rodado el pasado mes de septiembre en distintos puntos de Álava. “La verdad es que es una maravilla estar aquí”, apunta el actor, guionista, productor y director de Amurrio. “Estamos disfrutando mucho y también inspirándonos viendo producciones como Sorda”, añade la actriz, guionista, productora y realizadora madrileña residente en Gasteiz.

En la ciudad andaluza llega el momento más esperado después de mucho tiempo de trabajo conjunto, de conversaciones mil, de llevar a cabo la labor de poner en pie una obra que habla del suicidio, del duelo, de la familia, de las relaciones, de los recuerdos, de los secretos, de la infancia... y de la necesidad de encontrar la luz. “El mayor logro es que se vea y que el cortometraje invite a la reflexión”, describe Algora.

Un cumpleaños amargo

Los primeros pasos ante el público se dan justo ahora. Desde la butaca se comienza asistiendo a un cumpleaños que no tiene el final que sería deseable. Ane, el personaje al que da vida Algora, descubre que su aita no falleció como a ella le habían contado. Es una ficción, por cierto, que parte de un hecho real vivido por la propia codirectora de este cortometraje producido por Bedmar Films junto a Gosua Films, Larrua Creaciones y Katz Estudio.

Un momento del rodaje en tierras alavesas de 'Lo que no se ve'

A partir de ahí... bueno, mejor dejarlo para quienes a partir de ahora se encuentren con un Lo que no se veprotagonizado también por Itziar Lazkano, sin perder de vista la participación de Ramón Barea, Ione Irazabal y Manuel Minaya. Tan solo decir, tal vez, que a veces la vida, incluso en los peores momentos, ofrece algo de luz. “El suicidio está aquí, en nuestra sociedad, está por todas partes pero no se ve porque no se habla”, apuntan ambos.

“Estamos convencidos de que hablar del suicidio no incita a hacerlo. Creemos, de hecho, que hablar, de alguna forma, sana. Sabemos que es complicado. Cada uno vive su duelo como puede y con las herramientas que tiene. Pero pensamos que poder enfrentarte a ese dolor, de alguna forma puede ser positivo”, describe el codirector de la cinta. Añade, además, que sí hay algunas cosas que en la actualidad están cambiando: “Ahora nos estamos dando cuenta, por fin, de que los temas relacionados con la salud metal son fundamentales. Ojalá se siga poniendo sobre la mesa este tema y hablando de ello. Para eso también hemos hecho este corto, para poder hablar, debatir”.

Es el gran objetivo, “que a la gente le toque la historia, que le llegue de alguna manera”, no solo con respecto a ese eje temático del suicidio, sino también en lo relacionado al funcionamiento interno de las familias, a aquellas cuestiones que algunos tienen derecho a conocer y otros derecho a no contar o hacerlo en el tiempo y forma que consideren. “Es un tema delicado del que hay que hablar con mucho cariño y respeto. Pero es verdad que hay veces que nos faltan herramientas para ver cómo transitar este grandísimo dolor”.

A cuatro manos

Con Algora a un lado y al otro de la cámara –“María hubiera sido capaz de hacerlo igual si no hubiera estado yo porque se le da muy bien”, sonríe Bustamante–, el cortometraje “ha sido un gran aprendizaje en muchos aspectos”, como apunta él. “Hay algo familiar y de herencia mía en esta historia, una sensación de mucha necesidad de querer contarla”, añade ella. 

Un momento del rodaje en tierras alavesas de 'Lo que no se ve'

Ese trabajo de ambos –responsables además de la productora alavesa Bedmar Films– tomó forma en su tierra, en una Álava que conocen bien. Un territorio que les sirve como escenario para un relato en el que el agua aparece casi como un personaje más. “Hay algo en ella curativo, sanador”, describe Algora. También la del pantano que enmarca el final del cortometraje. “Recuerdo que cuando era pequeño e iba a los udalekus en Zuaza, nos contaban que si te fijabas bien y el agua estaba tranquila, se podían ver alguna casa de las que quedaron ocultadas por el pantano. Nos pareció una metáfora muy bonita: cuando estás tranquilo y te fijas bien, hay algo que está ahí acompañándote”.