Un nuevo maratón sonoro se acerca al calendario de la sala Jimmy Jazz. Entre el jueves y el domingo, no quedan casi huecos libres en la senda de la música en directo que pasa por la calle Coronación. Hasta van a regresar las actuaciones para los más pequeños y las más pequeñas. Eso será al final. Pero antes tiene que darse el comienzo. Y este va a venir marcado este jueves por la presencia en la capital alavesa de las bandas Izukari y Kaskezur.
Está previsto que sea a las 20.30 horas cuando se abran las puertas de la sala gasteiztarra, arrancando las actuaciones 30 minutos después. Todavía quedan entradas disponibles –en anticipada se pueden conseguir por 12 euros cada una– para poder asistir a una noche que promete y mucho. Así va a pasar con dos propuestas nacidas en momentos diferentes, con sus propias características y sello, pero que también comparten hilos comunes.
Los protagonistas
Aunque compuesto por nombres ya conocidos de la cultura y la creación de Euskal Herria, Izukari es un proyecto puesto en marcha cuando la pandemia hizo acto de presencia. En su principio y final se encuentran el músico y diseñador Mikel Larratxe y el guitarrista y productor Joseba Baleztena. Ninguno de los dos necesitan presentaciones. Menos aún el responsable de Gakobeltz Hit Faktoria, que en la Jimmy está en casa.
Ambos iniciaron Izukari en 2020, esbozando una docena de canciones. Las letras y melodías sembradas por Larratxe fueron regadas y cultivadas por Baleztena. Fruto de estos pasos fue el primer EP de su trayectoria, Ikari Lehena (Hagina Diskak), trabajo publicado en 2024 y formado por cinco canciones madurados lentamente. “En él los músicos muestran una visión mucho más personal”, evocando a autores como Nick Cave, Rowland S. Howard, Mark Lanegan, PJ Harvey, Jeffrey Lee Pierce, Marianne Faithfull… según recuerdan desde la sala de concierto de la capital alavesa.
También va a ser de la partida Kaskezur, que empezó su andadura por la senda del noise rock en 2008. A finales del año pasado, la banda navarra publicó Deus que es la mejor excusa para esta visita. “Seguimos jugando a lo mismo. Sólo existe una regla: cuatro instrumentos, no más. Que cada uno trace su línea y nos vamos encontrando en el camino, en el de crear nuevas melodías”, dicen.