Resumir, tanto en la poesía como en el ensayo, sus títulos y reconocimientos se hace del todo imposible en pocas líneas. Teniendo en cuenta todo ese bagaje, puede sorprender que hasta ahora nunca haya acudido a la capital alavesa para encontrarse con el público. Así que es hora de ponerle remedio a esta cuestión. El encuentro con Antonio Méndez Rubio se va producir este viernes en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. Será a partir de las 19.00 horas, siendo el acceso gratuito hasta completar el aforo.
“De estos encuentros me llevo muchísimo. Me aportan mucho porque es imprevisible lo que puede pasar”, apunta el también profesor titular de Teoría de las Comunicación y Comunicación Musical en la Universitat de València días antes de ser el protagonista de una nueva entrega de Cita con la Poesía. Será la oportunidad de compartir con él textos de sus últimas publicaciones y de compartir con los presentes algunas reflexiones. “El mero hecho de encontrarte cuerpo a cuerpo con otras personas para mí tiene mucho valor. La escritura requiere una dimensión muy fuerte de soledad. Cuando estas con otras personas, el texto se resitúa y cobra sentidos que no esperabas. A mi me aporta y carga las baterías”.
Desde la palabra
Poemarios como Por nada del mundo, Tanto es así y Clic, junto a ensayos como Teoría de los umbrales, La escucha actual y Fascismo de Baja Intensidad configuran la producción más reciente del escritor y profesor. “El ensayo requiere un enfoque más argumentativo y analítico. La poesía se da en una zona más sensorial, incluso acústica. Son dos maneras de enfocar la escritura. En todo caso, para mí la prioritaria es la poesía. El ensayo es consecuencia de mirar el mundo a través de ella. Es como un efecto de la experiencia poética”. Así lo contará a buen seguro en el encuentro en la capital alavesa, auspiciado por Ángela Serna.
Con todo, Méndez Rubio contesta de manera afirmativa cuando se le pregunta si tanto la poesía como el ensayo parecen, en el mundo actual, dos voces casi solitarias en el desierto de esta sociedad. Recuerda el ya mencionado Fascismo de Baja Intensidad, un trabajo referencial que sigue siendo traducido a diferentes idiomas. “El fascismo no terminó, ha mutado y esa mutación le ha permitido pervivir y ampliar su radio de acción. El rechazo de la intelectualidad, del pensamiento crítico y la apelación ciega a la acción, a la práctica, al disfrute individual es algo que está en la tradición fascista, que ya está estudiado por gentes como Victor Klemperer, un filólogo que sobrevivió al Holocausto. Escribió La lengua del Tercer Reich y ahí se ve cómo el fascismo se alimentó de esta apelación al no pensar, a la acción directa”.
“Eso, quizá de otra forma, en un lenguaje que no es tan político, que tiene que ver más con el mundo de las pantallas y de las redes, sigue aquí. Seguimos teniendo el mismo problema ante la resistencia a pensar libremente y según el criterio de cada uno. Precisamente, es lo que aporta la poesía. Es una escritura que nunca puede ser estandarizada, que no es un fenómeno de masa. Lo que tú escribes solo lo puedes hacer tú. Tu forma de hablar es tuya. Eso no quiere decir que sea intransferible, quiere decir que puedes aportar algo nuevo al espacio de lo común”, define.
Desde la música
“La poesía, y la creatividad en general, tiene esa especie de antipoder de no ser homologable. Expresa una soledad que no se cierra, que se abre a comunicarse con otras soledades. Esa es una forma de resistencia al autoritarismo y a la inercia de seguir la corriente. La poesía y el libre pensamiento ayudan a escribir tu propia vida, sin seguir un guion ya hecho, que es lo que se nos está proponiendo ahora”, comenta. En este sentido, resalta también el papel fundamental de la música, su otro, por así decirlo, gran campo de acción. “La música es para mí un caso claro de forma libre de comunicación”.

“Es lo mismo que bailar. Cada uno podemos bailar de una manera, pero también podemos bailar juntos. Eso lo podemos trasladar a nuestra vida social, también al campo de lo político. El sistema político y económico moderno quiere llevarnos a una especie de flashmob, es decir, que todos bailemos pero todos igual. Mi interés por la música nace del hecho de que la música permite otra cosa, otra forma de estar juntos, de vivir. Y la poesía es la cristalización de eso en palabras”, dice.