A finales del pasado mes de octubre se hizo una realidad palpable el cuarto disco del txistulari gasteiztarra Iñaki Palacios, Argizaiola. Se trata de un álbum lleno de espiritualidad y esperanza que ahora presenta en directo en la capital alavesa. Lo va a hacer en un concierto en el que no faltará la danza ni tampoco las colaboraciones y las sorpresas. Todo en el marco del Aitzina Folk, festival solidario cuya recaudación se destina a la investigación de la ataxia telangiectasia. La cita con el público es este viernes 13 a las 19.00 horas en el Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde), donde todavía queda alguna entrada disponible.
Actuar en un festival como el Aitzina, con el carácter diferente, solidario, que tiene, para el músico es...
–Especial. Sobre todo cuando les pones cara a las personas que están detrás y, de manera específica, a Patxi Villén, su familia... Cuando ves para qué y por qué se está haciendo este festival, te das cuenta de todas las necesidades que tienen las personas con ataxia telangiectasia. Si podemos aportar haciendo lo que sabemos, encantados. Además, es tocar en Vitoria, así que es todo un placer.
“Están siendo cosas muy bonitas las que me está haciendo llegar la gente con las canciones que están en ‘Argizaiola”
En la actuación, como es lógico, el protagonismo será para su nuevo disco, ‘Argizaiola’.
–Sí, sí. Tocaremos algunas canciones de los álbumes anteriores también. Pero, por supuesto, vamos a interpretar el disco nuevo, además contando con colaboraciones especiales. Habrá danza tradicional y contemporánea, y vendrá también el pianista Juan Sebastián Vázquez, que es quien ha hecho los arreglos del disco. Pero bueno, habrá alguna que otra sorpresa.
Este nuevo trabajo es un disco con un componente personal e íntimo bastante importante, que habla también de quienes ya no están. Ahora que ya está en la calle, ¿cómo nota que está siendo recibido?
–Sí, son las canciones más íntimas y personales que he hecho. Desde la primera semana, me ha llamado gente, por ejemplo, con Ama, con el tema sobre mi madre. Me han llegado muchísimos mensajes. Están siendo cosas muy bonitas las que me está haciendo llegar la gente. Y en los primeros conciertos que estamos dando, están todos muy llenos, así que la acogida está siendo muy buena y positiva.
'Aire!' en Izaskun Arrue Kulturgunea
Antes de que el Aitzina Folk reciba este viernes a Iñaki Palacios en el Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde), el festival tendrá este miércoles 11 una cita con el audiovisual. En concreto, acogerá la proyección del documental Aire!. La propuesta se va a producir a las 19.00 horas, siendo el acceso gratuito, aunque para controlar el aforo se pueden retirar ya las invitaciones a través de la página web del certamen. Será en Izaskun Arrue Kulturgunea donde se podrá disfrutar de esta obra de Gentzane Martínez de Osaba. El filme sigue la historia de un grupo de jóvenes mientras desarrollan una pieza musical inspirada e la icónica panderetera Maurizia Aldeiturriaga.
Desde los 6 años
Es Iñaki Palacios una persona joven, pero que lleva un camino musical que empezó cuando era muy pequeño.
–A los seis años cogí un txistu por primera vez, así que imagina. Hasta los 16 años estuve tonteando con él. Quiero decir, que para mí era como jugar a la Play. Era como pasarme el juego de un instrumento. A esa edad, en la que todos estamos pensando en qué estudiar, es cuando gané el Campeonato de Jóvenes Txistularis de Euskadi. Ese fue un punto de inflexión. Mis profesores me dijeron que me podía dedicar a esto. Yo no sabía por dónde tirar. Bueno, no sé si lo sé ahora (risas).
Pero siguió ese camino.
–Sí. Tomé la decisión de estudiar música, fui a Barcelona y, de repente, recibí una llamada que fue otro punto de inflexión. Fue para tener un puesto de profesor de la Escuela de Música de Basauri. Así que compaginaba los típicos bolos que nos salen a nosotros, con aurreskus, actuaciones en bodas, eventos... con la parte formativa. Pero en 2016 me dije a mí mismo: creo que puedo aportar algo más al txistu, más allá de aurresku, boda, funeral... Hablé con el guitarrista Javier Garay sobre esa idea de que el txistu llegase al máximo de público posible de una forma fácil de escuchar y atractiva. Me dijo que sí al momento. Ahí empezó todo lo demás.
Pero seguro que a lo largo de los años ha tenido que escuchar a unas cuantas personas preguntarle de manera un poco despectiva: ¿el txistu?
–Y lo sigo escuchando. Y voy a un sitio a tocar en un acto y pido que me pongan un poco de reverb, y tengo que escuchar: ¿al txistu? No, no, no, si eso va a sonar mal siempre (risas). Si somos nosotros los que primero cuidamos al txistu y lo rodeamos bien de instrumentos que le van bien, que pueden casar bien con él, el resultado va a ser bueno. Eso, creo, está demostrado. Me suele pasar bastante que la gente me dice que no sabía que el txistu suena así. Hay personas que te aseguran que les parece una flauta dulce. Claro, es que es eso. Lo que no es normal es el pitido tras pitido que alguna gente tiene incrustado. El txistu suena dulce, suena bien. En el último concierto que dimos en Oñati se me acercó un señor y me dijo que pensaba que venía a un concierto de txistu, pero que se había encontrado con una interpretación que nunca se hubiera imaginado. No sabía que el txistu podía dar tanto juego. Eso me pasa en todos los conciertos.
“Actuar en el Aitzina Folk es especial, sobre todo cuando les pones cara a las personas que están detrás y conoces para qué se hace”
¿A usted el txistu le sigue descubriendo cosas?
–Yo sigo haciendo prueba y error con él, sobre todo en los discos. El juntar un txistu con una guitarra eléctrica ya sé los problemas que da. En el primer disco no los sabía, ahora sí (risas). Ahí está, a base de prueba y error, ya veo lo que funciona y lo que hay que evitar. Hasta que no te pones a hacer algo no sabes lo que va a salir bien y lo que no. Y sigo igual. Por ejemplo, hasta ahora no había metido electrónica, que está presente en este cuarto disco. Con la prueba y error sabes cómo tienes que hacerlo. Por eso cada día aprendo con el txistu. Igual que aprendo cuando veo otros instrumentos como el whistle. Hay muchos grupos de música new trance que lo usan, acercándose a la gente más joven. La cuestión es probar porque unas veces funcionará y otras no, pero ahí está el camino.
Pero seguro también que habrá gente del propio instrumento que no verá con buenos ojos, por ejemplo, esa relación con la electrónica. Alguno le dirá: ‘¿qué estás haciendo con el txistu?’.
–Sí, pero bueno.... Creo que aplicamos una visión más contemporánea, más de 2024. Es evidente que yo he tenido unas influencias que no ha tenido alguien que, por ejemplo, ahora tenga 70 años. Entiendo que haya gente a la que le pueda chocar, pero a nuestra generación creo que, si las cosas están bien hechas, le puede enganchar.
El valor de la danza
Por si le faltaba algo a la apuesta de Iñaki Palacios, desde el principio usted siempre ha apostado por la presencia de la danza, contemporánea y tradicional, en sus conciertos. ¿Por qué?
–Lo fácil sería coger a la banda, a los cinco, y tocar. Pero para mí, el futuro del txistu, que es muy complicado, va a estar muy ligado a la danza. Puede haber txistularis, pero la edad media que normalmente ves en la calle es alta. Esa es la realidad. Y en las escuelas de música, sí se apunta gente nueva, pero no es gente joven. Es que hay muchos chicos y chicas de seis o siete años que ni siquiera saben qué es un txistu. Yo doy charlas por colegios y te encuentras con que muchas personas jóvenes ni saben lo que es el txistu ni la txalaparta ni... ¿Cómo van a coger un txistu? Eso no va a pasar. Además, los padres y las madres que sí conocen el instrumento, tienen esa idea del txistu de la que hablábamos antes y no propician que sus hijos e hijas lo conozcan. Para mí es primordial que la danza esté ligada al txistu en los directos siempre. Ahí está una de las ramas del futuro del txistu.
Como el año va terminando y es tiempo de pedir cosas para 2025, en lo profesional Iñaki Palacios desearía ¿qué? ¿tocar y tocar este nuevo disco?
–No creas que me gusta mucho esa idea de estar todas las semanas de concierto. Me gusta elegir los sitios donde tocamos, disfrutar con la banda y que el día de actuación, sea uno especial. De todas formas, sé donde voy a tocar el año que viene, pero no se puede decir (risas). Pero bueno, más allá de eso, quiero seguir mostrando en los pueblos y en las ciudades hasta dónde puede llegar el txistu. Y me gustaría cumplir algo que siempre he tenido en la cabeza y es hacer la banda sonora para una película. Me encantaría.