Intérprete, programador, periodista... Las diferentes caras de Joseba Cabezas tienen siempre el mismo hilo conductor: la música. Sobre esta base, desde la asociación Jazzargia, creó hace casi dos decenios un Ondas de Jazz que está viviendo unas semanas intensas. Hace nada cerró su anterior cartel con la entrega de la Makila de Honor a Ana Belén por su proyecto Lorquiana. Este jueves 31 propone en el Conservatorio Jesús Guridi el primer concierto de la temporada 2024-2025. Sobre las tablas estará Fred Hersch, pianista que justo el día anterior tendrá una charla con un número reducido de músicos y aficionados. Todo ello desde y para esa capital alavesa a la que Cabezas mira desde su experta posición dentro del sector cultural.

Ondas de Jazz es ya una cita veterana en la ciudad. ¿Una con buena salud, con todavía cosas que aportar? 

Me pongo a repasar nombres que han pasado por Ondas de Jazz en este tiempo y voy a encontrarme con artistas de referencia, también internacionales, como sucedió hace dos años con Tord Gustavsen, es decir, el mejor pianista europeo de jazz. Y eso no lo digo yo. Igual me pasa con la Makila de Honor, que es un reconocimiento que cuenta con prestigio en la escena nacional después de estos años. Pero es que esta temporada la empezamos con Fred Hersch, que además viene para presentar su nuevo proyecto a piano solo, Silent, Listening. Solo da cinco conciertos en la península y uno es aquí, en Vitoria. Así que sí, yo creo que Ondas de Jazz tiene muy buena salud y que todavía cuenta con un gran proyecto por delante. 

El escenario de Ondas siempre ha sido el Conservatorio Jesús Guridi. ¿El cierre del Principal y el traslado también allí de algunas de sus programaciones, les ha supuesto algún problema? 

–No. Al final, nosotros nos encontramos con el público los martes y el cierre del teatro no nos ha supuesto ningún problema en ese sentido. Ni siquiera en el caso de Hersch, que por una cuestión de su agenda, vamos a hacer su Ondas en jueves.

“Después de diecinueve ediciones Ondas de Jazz tiene muy buena salud y todavía cuenta con un gran proyecto por delante”

La nueva temporada de Ondas de Jazz

Llega una edición en la que sorprende encontrarse con artistas de generaciones tan diferentes. 

–Es algo premeditado. Por ejemplo, en esta edición, la apuesta que hemos hecho es Estela Julia. Sí, por supuesto, Carmen Sousa es increíble, Jessica Pina igual... Pero, Estela Julia, a sus 24 años, es la voz emergente más importante ahora mismo del panorama de jazz nacional. Y es algo que tampoco digo yo. Lo dicen las revistas especializadas, las personas que se dedican a la crítica. Si la escuchas cantar jazz en castellano, ahora mismo no encuentras a nadie más que haga lo que ella es capaz. Es la perfecta desconocida, pero a mucha parte del público le va a pasar lo que le sucedió, por ejemplo, la primera vez que Cecile McLorin Salvant estuvo en Vitoria. Creo que la gente va a poder descubrir a una de las grandes voces del jazz nacional.

Lo que no falla ningún año es la presencia de los grupos del Conservatorio Jesús Guridi y de la Escuela Luis Aramburu. Y alguien podría pensar que para qué mantener esa apuesta ya que son fechas que no se dedican a otros artistas profesionales. 

–Es una apuesta mía, personal, por abrir un espacio a los centros de formación musical de nuestra ciudad, como son Luis Aramburu y Jesús Guridi. Debemos mantener esa apuesta. Con un montaje profesional, donde se les ve a estos músicos es en Ondas de Jazz. Y digo esto porque la misma producción que vamos a hacer, por ejemplo, para Hersch, es la que se va a hacer para esas dos fechas con la escuela municipal y el conservatorio. Exactamente igual. No miramos el coste si es Hersch o un combo de Luis Aramburu. Nuestra apuesta es importante y creemos en ello. En estos años he visto actuar en Ondas a chavales que hoy están tocando en proyectos muy importantes. Me siento muy orgulloso al saber que cuando hablan de sus inicios, mencionan a Ondas. Eso es lo que quienes conformamos Jazzargia nos llevamos. En Vitoria estamos haciendo una cantera de músicos muy buena y alguien les tiene que dar una oportunidad. 

“Habría que preguntarse quién tiene interés en que el Iradier Arena no salga adelante y cuáles son las razones para ello”

Cuando termine esta temporada en junio del año que viene, qué tiene que haber pasado para que, por lo menos, Joseba Cabezas diga: ‘estoy contento’. 

–Es que nunca estoy contento. Es más, nunca disfruto de los conciertos. Me acuerdo que Iñaki Añúa lo decía. Yo lo repito. El otro día, por ejemplo, con la entrega de la Makila de Honor a Ana Belén, para mí la jornada fue dura. Disfruté de la conversación con ella mientras comíamos. Fue el único momento. Pero antes, durante y después de una actuación, tienes que estar tan pendiente de tantas cosas, que no estás al concierto por completo, como mucho a dos o tres temas. Lo que sí que hago después, al igual que hacía Iñaki, es escucharme la grabación. Ahí sí que disfruto de la música.

Cuando nació Ondas, más allá del Festival de Jazz de Vitoria, no había casi oferta en la ciudad. Hoy, por fortuna, la situación ha cambiado, pero también supone tener más competencia, ¿o no?

–Cuando creamos la asociación Jazzargia, y ahí estábamos Josemi Beltrán y yo, nunca nos fijamos una meta sobre que había que ser especialmente relevantes o algo por el estilo. Queríamos hacer algo que nos parecía que, pedagógicamente, podíamos aportar. Pensábamos que podíamos crear un nicho de gente que tal vez iba ver en nosotros algo que, al final, le pudiera conducir también al Festival de Jazz. Si generábamos nuevos públicos, pensábamos que la ciudad iba a contar con más espectadores para acudir a un certamen que era y sigue siendo muy importante. Recuerdo que antes de presentar de manera pública la asociación, le conté el proyecto a Iñaki. A él, al principio, no le hizo gracia. Con el tiempo, eso fue cambiando. Hoy, el escenario, como decías, es diferente. De hecho, por porcentaje de población, se hace mucho más por el jazz en Vitoria que en cualquier otra parte de España. 

Joseba Cabezas Jorge Muñoz

Vitoria y la cultura

Eso en una ciudad con un público cultural reducido, a lo que se ha unido la pandemia y sus consecuencias. ¿Cómo ve a la ciudadanía con respecto a la cultura? 

–En Vitoria el público que acude a ver teatro o a conciertos es, en realidad, el mismo. No hemos generado nuevos nichos de espectadores en Gasteiz. Eso, para mí, tiene que ver con que tenemos una población muy envejecida, con que la gente joven no tiene el concepto de cultura que podemos tener nosotros, y con que el consumo cultural ha cambiado mucho en los últimos años. Creo, y me incluyo, que no estamos acertando con qué le podemos dar a la gente joven para que se pueda sentir identificada con ciertos proyectos culturales que existen en la ciudad. Esto también tiene mucho que ver con el pasado del que venimos. Es decir, tenemos que admitir que tampoco hemos hecho las cosas bien antes. Por ejemplo, eso de que en esta ciudad casi todo haya sido gratis, nos ha hecho mucho daño. La cultura en Vitoria va a seguir enferma mientras alguien no se siente con los agentes a trabajar realmente un programa global, no individual. ¿Por qué no intentamos que todos los agentes, privados y públicos, caminemos en el mismo sentido para hacer de Vitoria una ciudad rica en cultura? Hace una década, más o menos, el Ayuntamiento de Ámsterdam implantó una agenda global para que todo en la ciudad tuviera una coherencia. Yo planteé eso aquí y se me dijo que no. Hasta que el Ayuntamiento de Gasteiz y la Diputación no se pongan de acuerdo para hacer algo en ese sentido, vamos a seguir enfermos.

“Teniendo en cuenta el porcentaje de población, se hace mucho más por el jazz en Vitoria que en cualquier otra parte de España”

Pero para eso se supone que se están haciendo planes estratégicos de cultura en ambas instituciones, ¿no? 

–Los planes estratégicos en esta ciudad no han valido, hasta ahora, para nada. ¿Por qué? Pues porque no han sido vinculantes. Tú reúnes a un montón de gente del sector, recoges sus ideas pero luego, en realidad, haces lo que consideras, también en función de los acuerdos políticos que tienes. Eso es así. Antes me hablabas de la pandemia. Vale, sí, ha trastocado algunas cosas, pero no tantas como pudiera parecer en este sentido. 

En el nuevo plan estratégico de Vitoria se habla de manera explícita del Iradier Arena, una patata caliente con la que usted ha tenido mucha relación. ¿Ese sitio tiene alguna solución? 

–Sí. A mí, en despachos a puerta cerrada, se me ha dicho que el informe que hice sobre el Iradier Arena era lo mejor que se había hecho sobre este lugar. No solo puse negro sobre blanco las deficiencias que tenía y lo que había que hacer para solucionarlas, cuestiones que pusieron de relieve las empresas que participaron en aquello, firmas especializadas en acústica, en cierres especiales para edicios como este... Aquello no lo decía Joseba Cabezas, lo decían empresas de ingeniería, de acomodación, de... Se proponía un amplio abanico de actividades, desde citas deportivas de importancia hasta musicales y grandes orquestas, por ejemplo. Tenemos un Iradier que, con muy poco dinero, podría tener futuro. Es un proyecto que no solo tiene solución, si no que tiene una muy buena. Ahora, habría que preguntarse quién tiene interés en que el Iradier Arena no salga adelante y cuáles son las razones. Yo hice mi trabajo y lo defendí además en una comisión municipal en la que se me aplaudió al final de la explicación. Yo seguiré defendiendo ese espacio porque creo que es el lugar que puede revitalizar el centro de Vitoria. Es el equipamiento que nos puede posicionar. El que diga lo contrario, está mintiendo de manera deliberada. Podemos tener un lugar para competir con otros espacios que permiten formatos medio-altos, además con calidad.