Desde principios de este mes, la programación que el Festival de Teatro de Humor de Araia ofrece por distintos puntos de Álava ya está en marcha. Además, el certamen se encuentra en plena cuenta atrás para todo lo que se vivirá en la localidad entre el miércoles y el domingo, actuaciones tanto a pie de calle como en el polideportivo Arrazpi Berri

Tras debutar como directora en 2023, ¿este año lo está viviendo de manera diferente, más tranquila o no? 

–Diferente está siendo, eso desde luego. El año pasado fue como un gran aprendizaje en todos los sentidos. Pero todavía este año y, si todo va bien, los siguientes, sigo y seguiré aprendiendo. El festival es algo que está en constante construcción, en cambios, en el interés por introducir novedades y probar cosas. Pero sí, un poco más tranquila. Es verdad que también el año pasado tenía a Javier Alkorta, Txortas, al teléfono en todo momento. Esta vez he intentado dejarle un poco más tranquilo (risas). E incluso dejarle un poco con la intriga y no decirle quién iba a venir. También te digo que el día que no tenga nervios o esté muy tranquila, malo. Es como cuando sales al escenario, tienes que sentir un poco de nervios por mucho que hayas hecho esa función cien veces. 

En este papel como directora, ¿cómo se está viendo? 

–Me voy visualizando poco a poco (risas). Todavía me siento una extraña. Existe esto del síndrome del impostor por momentos, pero es verdad que voy cogiendo confianza y tranquilidad. El año pasado, tras recibir el feedback de las compañías, del Ayuntamiento de Asparrena, del propio Txortas, del coordinador técnico David Alcorta, pensé: bueno, pues a lo mejor puedo hacerlo bien. El año pasado fue muy bien y espero que este 2024 también. 

“El Festival de Teatro de Humor de Araia es algo que está en constante construcción con interés por introducir novedades y probar cosas”

Decía en la presentación oficial del festival que había intentado hacer una programación variada y disfrutona. 

–Eso es. Muy disfrutona, muy gustosa. Y variada también porque hay que ser consciente de la pluralidad de público que tenemos. Contamos con gente que viene de ver muchísimo teatro, muy exigente. Y el público de Araia, después de 30 ediciones, es uno que da caña. Es gente crítica, que ha visto mucho teatro, mucha calle, y te viene y te hace sus apreciaciones. Tenemos público de todas las edades y de diferentes procedencias. 

Las novedades

Las actuaciones de madrugada desaparecieron hace ya unos años de la programación en parte por cuestiones presupuestarias y en parte por las condiciones climatológicas a esas horas. ¿Por qué recuperarlas ahora?

Pues porque la gente te para en la calle y hay que escuchar. Muchas personas estaban reclamando esas actuaciones. Es verdad que no hemos mejorado en presupuesto. También de ahí que los dos primeros días haya actuaciones solo en el Arrazpi Berri, más allá de que el día 15 ya se celebra en Araia el Artzain Eguna. Tampoco nos podemos olvidar del equipo técnico. Somos los que somos. Son personas que se dejan la piel pero tampoco puedes tener a alguien trabajando hasta las tres de la madrugada y al día siguiente decirle: venga, que a las nueve de la mañana arrancamos con el montaje de...  

Sin perder de vista lo que pasa en la calle, es cierto que el teatro que se levanta en el Arrazpi es el lugar de referencia del festival. ¿Está este año en el cartel todo lo que quería o...? 

–Sí, creo que está todo lo que queríamos este año. Siempre hay cosas que valoras y que al final, por una razón u otra, no terminan encajando en una edición en concreto. Tienes que mirar el conjunto de la propuesta y hacer el puzle. Por poner un ejemplo, ahí está Vive Molière, de Ay Teatro. Yo la tenía valorada para el año pasado pero no me terminaba de encajar con el resto de propuestas, porque igual había dos ofertas que podían ser muy similares. Pues no pasa nada, para este año. 

“A la hora de hacer la programación del certamen hay que ser consciente de la pluralidad de público que tenemos”

Llegan este año al polideportivo compañías con sellos muy, muy definidos. La palabra humor, en realidad, abarca muchas cosas.

–De hecho, Kortxoaren dilema, de Tartean, es un thriller político. Tira al humor y no deja de sorprenderte e impactarte, pero es thriller político. Al final, el teatro refleja las realidades con las que convivimos. Lo hacemos con enfermedades, como es el caso, con amores y desamores, y con enredos de todo tipo. El teatro es un reflejo de nuestras vidas y, por lo tanto, tiene que haber variedad en él. Si todos tuviéramos la misma vida, qué aburrido sería.

¿Qué es más complicado, el Arrazpi o la calle? 

–El Arrazpi, a nivel de infraestructura, de lo que requiere en el plano técnico y en el humano, supone levantar un teatro en un polideportivo. Digo, con orgullo y con honor, que somos de los pocos pueblos que tenemos peine en el polideportivo. Es decir, que tienes a los chavales jugando a futbito con una estructura propia de un teatro sobre sus cabezas. Arrazpi Berri es más laborioso por lo que conlleva todo el montaje. La calle, más allá de rezar para que no llueva, cuenta con compañías que conocen a la perfección lo que es actuar bajo el cielo. Son grupos muy troteros. Les das un enchufe y te hacen virguerías. En ese sentido, es más sencillo de gestionar.

Jaione Azkona, directora del Festival de Teatro de Humor de Araia Pilar Barco

Ver mucho teatro

Alguien podría pensar que después de 30 ediciones, la fórmula está más que echa y todo va como la seda... 

–Pero yo llevo dos (risas). Es evidente que la fórmula funciona, por eso sigue. Hay un esqueleto que está y se mantiene. Pero luego cada año salen cosas. Por ejemplo, tengo en mente para alguna edición el poder meter en la programación talleres. Que pueda haber alguna novedad en cada edición sería interesante.

¿El año pasado consiguió ver algo como espectadora? 

–De todas las funciones, creo que vi una. Aún así, en un momento dado, en esa tuve que salir y volver. El resto, a cachos. Es verdad que no me da tiempo a ser directora, organizadora y espectadora al uso. Soy público a ratitos.

“En Araia la gente se implica mucho en cualquier cosa que hagas. Cuando propones algo, la gente responde, está, quiere”

Pero seguro que en los últimos doce meses ha tenido que ver muchas representaciones pensando en el festival. 

–Muchísimas (risas). Pero para mí eso es un privilegio. Soy una afortunada por poder ver mucho teatro. Me voy a ferias, a estrenos, viajo a Madrid, a Sevilla... Yo el año pasado, por ejemplo, fue terminar en agosto el festival por Álava y en septiembre ya estaba en una feria para ver. También te tienes que dejar asesorar y ayudar por terceras personas. 

¿Siempre en esas citas con el público de Araia en la cabeza? 

–Sí, siempre.

¿Y cómo es ese público? 

–Exigente y muy variado. Sé de gente de Araia a la que le va a encantar unas propuestas y otras no, igual que sé que hay otras personas con las que será al revés. Hay veces que veo montajes que me encantan a mí pero que no tengo claro si funcionarían en Araia. También es verdad que me gusta meter alguna cosita que me atrae a mí, aún sabiendo que luego me van a dar caña (risas). Si eso pasa, pues escucharé y sonreiré. Que todo el mundo esté encantado con todas las propuestas es imposible. Eso lo tienes que asumir.

De todas formas, ¿qué tiene Araia que es un hervidero todo el año con diferentes propuestas culturales? 

–Creo que lo comentó una vez Txortas, es como la marmita de Obélix. No sé si es el aire, el norte que entra por el Aratz... Lo cierto es que la gente se implica mucho en cualquier cosa que hagas. Cuando propones algo, la gente responde, está, quiere. Me da igual que hables del Fin de Año Musical, el Artzain Eguna... Incluso el cine de Araia se organiza de manera comunitaria. El que está siviéndote el café hoy aquí, el domingo va a poner la película del cine. Es un pueblo curioso en el que tuve la fortuna de nacer. Pero no sé qué aire nos da. 

Está también la programación por Álava, que es componer otro puzle. 

–La itinerancia lleva años y los pueblos ya conocen lo que vas a ofrecer. Sí es hacer un puzle en el que hay que tener en cuenta varios factores. Por ejemplo, este año hay una compañía que actúa a la mañana en Araia y por la tarde se va a Zaitegi. Es complicado encajar todo porque intervienen las compañías, los ayuntamientos, Diputación, el festival... Es como un castillo de naipes. Lo vas haciendo y en el momento en el que algo se descuadra y quitas una carta de un sitio, hay que volver a empezar. Pero, al final, sale.

¿Qué cree que aporta el festival tanto a Araia como al resto del territorio? ¿Divertimento y diversión, que no es poco? ¿Otras cosas? ¿Qué le tiene que dar a la gente? 

–Tiene que servir para diferentes cosas. Para el divertimento, evidentemente sí. En los momentos y tiempos que vivimos, echarte unas buenas risas, disfrutar y evadirte durante una hora del mundo que nos rodea es una función bastante vital. También es importante el hecho de ver a un artista en la calle, que es un espacio que tú ocupas como ser humano y en el que puedes ver que en ese mismo lugar se puede hacer arte. Igual ves algo que, además, te remueve. Hace poco me decía alguien que la comedia no te tiene que hacer pensar, con ella tienes que reírte. Bueno, bueno, a lo mejor no, a lo mejor desde la comedia también puedes pensar al mismo tiempo que te sale la risa. Tiene que aportar un poco eso, que lo que estás viendo te pase por dentro. A cada persona esa situación le generará una reacción distinta, le hará reír, pensar, sentir, disfrutar o lo que sea. Con la itinerancia, además, me parece que es muy positivo llegar a localidades o concejos muy pequeños. Aporta movimiento, interno y externo, personal y social.