Es abril un mes en el que los actos en torno al Día del Libro –que de manera oficial se celebra este próximo martes– se multiplican aquí y allá. Lo hacen, por supuesto, también en Álava. Es momento –y en esto el marketing del sector no falla– de conocer novedades, de acudir a encuentros con escritores y escritoras, de beneficiarse de descuentos... mientras se vuelve a reiterar la importancia y el valor de la palabra escrita.
El pasado 10 de febrero se celebró el Día Mundial del Cine. En realidad no hay una jornada fija. Se viene a conmemorar el segundo sábado del segundo mes del año. Fecha, por cierto, en la que este 2024 se llevaron a cabo unos Goya con un claro sello alavés gracias a Estibaliz Urresola Solaguren. De hecho, el sector audiovisual alavés lleva tiempo demostrando que además de poseer talento, está pudiendo configurar una industria capaz de alcanzar cotas importantes. De eso, y de que el territorio puede ser un gran e interesante plató para rodajes a los que, desde este año, se les está ofreciendo una fiscalidad específica.
Hasta cuatro historias del vitoriano Ignacio Aldecoa han inspirado otras tantas películas, tres de ellas dirigidas por Mario Camus
Larga y estrecha es la relación de ambos mundos. Literatura y cine son, en realidad, inseparables. Un claro ejemplo son las adaptaciones que llevan la palabra escrita en un libro a la imagen en movimiento de la gran pantalla. En este apartado, claro está, el territorio también conoce varios y, en algunos casos, muy conocidos títulos.
El más reclamado
En 2025 se cumplirá el primer centenario del nacimiento de Ignacio Aldecoa. En concreto, será el 24 de julio. El autor vitoriano es, sin duda, el que más ha inspirado al cine. Cuatro de sus relatos y obras han sido llevadas la gran pantalla, películas todas ellas realizadas en el siglo XX.
El guionista y director Mario Camus fue el gran culpable de esto. De sus manos salieron Young Sánchez, Con el viento solano –que se presentó en el Festival de Cannes– y Los pájaros de Baden-Baden. Ahí, de todas formas, no queda todo. Ferrán Llagostera llevó al cine, a finales de los años 80, Gran Sol.
El de Aldecoa, de todas formas, es un caso aislado. Lo habitual no es que un autor sea llevado tantas veces al cine, no por lo menos en Álava. En las dos últimas décadas, eso sí, está siendo cada vez más habitual que ese camino de ida se produzca. A principios, por ejemplo, del pasado decenio, Mireia Gabilondo convirtió en largometraje Amaren eskuak, de la escritora gasteiztarra Karmele Jaio.
Las últimas novelas que estás siendo adaptadas son ‘Los últimos románticos’ de Txani Rodríguez y ‘Las madres no’ de Katixa Agirre
Es más, todos los exteriores del rodaje se llevaron a cabo en la capital alavesa en agosto de 2012, respondiendo así a los escenarios de la historia que se relata en el libro. No pasó lo mismo con los interiores, que se localizaron tanto en Bizkaia como en Gipuzkoa.
También justo después de fiestas de La Blanca pero esta vez de 2018, Vitoria se convirtió también en la escenografía para El silencio de la ciudad blanca, la visión de Daniel Calparsoro de la conocida novela de Eva García Sáenz de Urturi. Eso sí, ni ella ni el público terminaron nada satisfechos con el resultado final. De hecho, nunca se ha vuelto a plantear llevar a Kraken de nuevo al cine.
Bautizar hasta un congreso
Es también en Gasteiz donde se ambienta la novela Las madres no, de la autora vitoriana Katixa Agirre. El alcance de esta publicación está siendo más que relevante. Es más, a principios de julio, el Campus de Álava va a acoger un congreso internacional que va a llevar este título y en el que, por cierto, también va a tomar parte la escritora.
Pero detalles a un lado, está siendo lejos de Álava donde el argumento literario se está convirtiendo en cinematográfico. A principios del pasado mes de marzo concluyó en Cataluña el rodaje de la adaptación que está realizando Mar Coll. Laura Weissmahr y Oriol Pla protagonizan este thriller psicológico que está a la espera de que se sepa su fecha de estreno en salas.
También el pasado mes se cerró el rodaje de Los últimos románticos, en la que David Pérez Sañudo –triunfador de los Goya en 2021 con Ane– está haciendo suya la exitosa novela de la escritora laudioarra Txani Rodríguez. Aunque ha sido sobre todo Gernika la localidad que ha acogido la grabación, también en Laudio se han registrado varias escenas de la película protagonizada por Miren Gaztañaga.
Son solo algunos ejemplos de esas firmas alavesas que han pasado del papel impreso a la pantalla, aunque el puente también se ha recorrido en la dirección opuesta. Un reciente ejemplo es el de Irati. Aunque el director gasteiztarra Paul Urkijo ha explicado que su segundo filme no es una versión del cómic de Juan Luis Landa y Joxean Muñoz, sí que ha fijado este título como referencia para su exitoso largometraje. De hecho, ha acompañado varios actos de la reedición de la obra. Otra película, por cierto, que se sirvió de varias localizaciones de Álava para su rodaje.
A buen seguro, en un futuro no muy lejano se producirán en el territorio alavés más ejemplos de este camino de ida y vuelta entre la literatura y el séptimo arte. Los lazos son estrechos e infinitos entre ambos sectores.