Hace unos días, en la presentación oficial llevada a cabo en La Casa del Libro de la capital alavesa, el autor se plantó ante los asistentes con una matrioska entre las manos. Fue la forma de ejemplificar de manera práctica lo que Txema Arinas pretende hacer con Tierras del conde (Vencejo Ediciones). Toca ir abriendo cada muñeca, sabiendo que la verdadera protagonista de esta nueva novela es “la escritura de la Historia”.

En este sentido, el autor subraya la importancia de la construcción del relato histórico “fuera de los círculos académicos” y para ello se sirve de un personaje basado en la figura del fallecido escritor navarro Pablo Antoñana, quien en estas páginas es, al mismo tiempo, el antiguo secretario del ayuntamiento de una localidad rural y cronista local de un pasado que se remonta a las leyendas sobre su origen y llega hasta la actualidad. 

El lugar “nos remite a una hermandad alavesa que existía en la Edad Media, compuesta por poblaciones y villas a ambos lados del Toloño”

Por eso, Tierras del conde va reconstruyendo “la historia local, pequeña”, la de cualquier pueblo que se pueda citar al momento, para, desde ahí, hacer también un viaje por el relato “general” de lo acontecido en España y en el País Vasco. Se pasa así por la Edad Media. O por la Guerra Civil. O... bueno, eso queda para quienes acepten la invitación de adentrarse en la novela

“Por supuesto espero que entretenga”, remarca el autor, quien vuelve a servirse del humor para ir construyendo su nuevo libro. Pero también se invita desde estas páginas a hacer las reflexiones que se consideren “para empezar sobre la propia escritura de la historia”. Pero no solo en torno a ello. 

Txema Arinas Josu Chavarri Erralde

Ese lugar ficticio

En todo este planteamiento hay un eje básico, la localidad de Tabórniga. Y aunque la inspiración para crear este lugar se puede rastrear en el mapa alavés, mejor no perder el tiempo. No se va a encontrar el punto exacto. Como el condado de Yoknapatawpha de William Faulkner o el pueblo de Macondo de Gabriel García Márquez, Tabórniga es un “territorio literario en el que soy una especie de dios que crea todo supuestamente de la nada, para ubicar aquí mis historias”.

“Tenía muchas ganas desde hacía tiempo de hacer algo así”. Es este un “territorio mítico” que “nos remite a una hermandad alavesa que existía en la Edad Media y que estaba compuesta por las poblaciones y las villas a ambos lados del Toloño”, describe Arinas.

El libro va reconstruyendo “la historia local, pequeña” para, de manera paralela, adentrarse en la “general de España y del País Vasco”

Ese antiguo secretario del ayuntamiento de Tabórniga comparte papel principal en el relato con la aparición en el lugar de un joven que acude en el nombre de una empresa hotelera para ver la posibilidad de abrir un hotel rural en las ruinas de un palacio. En sus charlas, el mayor le cuenta al recién llegado el pasado del pueblo, un ayer que también tiene bases reales. Por ejemplo, a la hora de contar un episodio de rebeldía de las gentes sencillas contra el señor feudal, en la mente del escritor aparecen referencias a Oñate y las luchas contra los Guevara.

Con todo, no se trata de ir escudriñando cada hecho y su supuesta fuente de inspiración. Es el momento de dejarse llevar y de conocer la verdad inventada de Tabórniga.