Sin duda está siendo un final de año más que activo en lo que a exposiciones se refiere para el fotógrafo Diego Burgos, más allá de su intensa actividad en las redes sociales, donde también se pueden conocer de primera mano sus imágenes. Tras pasar en noviembre por la sala Amárica en el marco de la última edición de Arabaclick, a lo largo de este mes de diciembre, sus creaciones se están encontrando con el público desde el Black Salad.

Se trata, eso sí, de propuestas diferentes, más allá de que el sello del autor vitoriano sea claro y evidente, una marca que pasa tanto por el uso del blanco y negro como por esa mirada que se lanza de manera continua a lo cotidiano. Así se puede ver también en el emplazamiento de la calle Manuel Iradier.

En este caso en concreto, se presentan un total de 18 fotografías, recuerdos de momentos concretos para su creador que ahora comparte con el público. No es que haya un hilo común, una temática consciente a lo largo de la muestra, sino que se presentan momentos de vida que Burgos tiene asociados a diferentes recuerdos y vivencias.

Pasa, por ejemplo, con las imágenes tomadas en un edificio de Portal de Castilla, donde apareció un graffiti sobre el fotógrafo Helmut Newton al poco de su fallecimiento en 2004. “Recuerdo ir sin la cámara y volver a casa a por ella porque no pude pasar sin dejar de hacer esas fotos, justo me había comprado un libro sobre él”. Se suceden así otras escenas, como el curioso baño veraniego de varios pequeños en una fuente de la calle Alberto Schommer.

Son parte de la propuesta que el fotógrafo hace desde el conocido restaurante, donde se sirven estas imágenes en un menú que habla de la vida diaria. Una muestra para cambiar de año y ver a las calles y sus gentes desde otra perspectiva.