El título del nuevo libro del antropólogo José Dueso no deja lugar a la duda: Quién es quién en la mitología vasca y sus parientes por el mundo. El pasaitarra ha condensado en un volumen los personajes mitológicos que han llegado a nuestros días y los ha puesto ante el espejo de las leyendas de otras geografías para, concluir, lo que siempre se dice sobre los mitos, que son sincréticos y que siempre han recorrido caminos de “ida y vuelta”, adaptándose a los contextos y a los lugares. Dueso presentó el libro, ilustrado por Gorka Aranburu, ayer en la tienda Elkar de Fermín Calbetón, acompañado por el editor de Txalaparta Martín Anso.
Lo que ha compuesto el antropólogo “no es un diccionario” de los mitos fundacionales del país, aunque es cierto que incluye un índice en el que ha reunido unos 200 nombres del panteón vasco –no son 200 personajes, dado que un mismo ser puede tener más de un nombre–, así como otros tantos traídos de otros rincones. Lo que ha hecho es, a través de diez capítulos, poner a cada figura o criatura en su contexto más cercano y señalar, mediante despieces, similitudes de estos seres que pueden encontrarse en otros legendarium.
¿Son Mari, la Isis egipcia, la Artemisa griega, la Cibeles romana y la Pachamama andina la misma diosa? ¿Es Tártalo un trasunto de Polifemo homérico o es este último una copia del cíclope vasco? ¿Existieron Amaya y Aitor o se han convertido en leyendas recientes impulsadas por el romanticismo del siglo XIX? Estas son algunas de las preguntas para las que el libro del antropólogo puede ofrecer respuesta.
Dueso rechazó la idea de que sobre mitología vasca “ya está todo dicho”. A su juicio, las leyendas no son “fósiles” inmutables y rígidos que no van a evolucionar. De hecho, insistió en que aún hoy siguen evolucionando y que, realmente, desconocemos cómo era el sistema de creencias original de nuestros antepasados, al ser una especia de “mosaico incompleto”. Falta información, testimonios y material original, y aunque expertos como Joxemiel Barandiaran o Resurrección María de Azkue hicieron un “enorme trabajo”, no deja de ser verdad, en opinión del antropólogo, que su condición de religiosos llegó a hacer que omitiesen aspectos que podrían considerarse cuestionables para la moral. “La mitología es una religión en desuso”, afirmó el autor.
Los mitos que cambian
En un intento por ejemplificar cómo los mitos evolucionaron y lo seguirán haciendo, Dueso recurrió a la figura de Olentzero. En la tradición vasca, fue el último de los jentiles, que bajó de las montañas a anunciar el nacimiento de Cristo. No obstante, según ha contado, antes de la llegada del cristianismo, Olentzero era simplemente un tronco, una pieza de madera que se echaba al fuego para lograr cenizas benefactoras. De ese origen pagano, acabó pasando a representar la Navidad y a traer regalos a los niños como sus homólogos de otras geografías –Santa Claus, Papá Noel, Ded Moroz...–. Hoy en día, en alguna de sus representaciones, ha perdido su carácter de carbonero sucio y bebedor para adquirir una imagen “disneyizada”, tal y como describió Anso.
Aún más, ha continuado Dueso, este mito ha evolucionado de tal manera que, con el desarrollo de una sociedad que busca la paridad, se le ha dotado de una compañera, Mari Domingi, una figura que es mencionada un villancico donostiarra atribuido a José María Usandizaga. Este personaje comenzó a tomar fuerza a partir de los 90 cuando se generalizó su representación en los desfiles navideños. Lo que era una nota al pie de una canción, es ahora toda una leyenda.