Las puertas ya están abiertas. En la calle Arana 34 hay un nuevo vecino, un espacio de creación e intercambio de conocimiento que viene a sumar al escenario de la capital alavesa. Un lugar que llama a todas las artes, un sitio donde compartir, exponer y formarse, un gran local de 200 metros cuadrados para que las inquietudes de la ciudadanía puedan desarrollarse. La InKieta 34 se pone en marcha.
De hecho, acoge desde el pasado viernes su primera exposición, una amplia y colectiva muestra que reúne la obra de Dudax & Beasty, Okre, Skop, Miss Rayas, Aitziber Iriondo y Jonny Gar. Desde entonces, cualquier persona puede acudir a este antiguo almacén, que está abierto de lunes a viernes de 18.00 a 21.00 horas. Son los primeros pasos de un proyecto que desplegará por completo sus alas a partir de septiembre, aunque citas inmediatas en su agenda no faltan.
Por ejemplo, el próximo 30 de junio acogerá una proyección especial. La InKieta extenderá su pantalla para compartir el cortometraje Psicópatas de clase media (premiado en el reciente iCOFF-Gasteiz) de Álvaro Herrero y Héctor Amado. En el encuentro participará parte del equipo, que compartirá con el público asistente cómo es la aventura de hacer un corto.
Son solo las tarjetas de presentación iniciales de una apuesta que tomará cuerpo definitivo también gracias “al propio caminar y al feedback de la gente”, explican Tomás Alonso y Juan Andrés Arias, impulsores de una aventura que, por supuesto, tiene también su presencia en el mundo virtual (en Instagram, @lainkieta34).
Un lugar, muchos usos
Hay planes sobre la mesa para ir completando a futuro el espacio de La InKieta 34, aunque en el arranque el local está casi al completo de sus posibilidades. Ya solo su fachada es una clara muestra de intenciones de lo que luego se desarrolla dentro.
Nada más cruzar la puerta aparece la extensa zona de exposiciones, metros cuadrados que se pueden modular de manera fácil con paneles móviles. La intención es que la oferta de muestras se vaya renovando cada tres meses. Se cruza este espacio con el pensado para la realización de talleres, ya que la formación es un punto clave en todo el proyecto diseñado.
El abanico de cursos será amplio, pero Alonso y Arias tienen clara una senda que sí o sí quieren transitar. “Los dos somos personas que venimos de trabajar en los muros, en la calle, haciendo graffiti. Quienes están tomando parte en esta primera exposición son personas que hemos conocido también ahí, a pie de calle. Y queremos explicar los procesos anteriores a llegar a la pintura mural y el proceso en la pintura mural”, explican. De todas formas, su apuesta “no responde a un concepto de escuela de vienes a aprender y yo te voy a enseñar. El graffiti siempre ha sido aprender en relación y en la calle. Compartir con naturalidad es parte de nuestra base”, apuntan.
Con todo, en el aspecto formativo, se va a trabajar en diferentes campos de la cultura, incluyendo, por ejemplo, el gastronómico. “En la hostelería ves gente que trabajaba los mismos conceptos en una cocina que los que podemos trabajar en un estudio delante de un cuadro”, un hilo del que se quiere tirar.
En esta misma zona existe también la posibilidad de realizar proyecciones, charlas, presentaciones literarias... “Nos gustaría que en muchas de las cosas que se hagan pueda haber una conexión entre distintas disciplinas, que sean acciones transversales”. Incluyendo, cómo no, la música, otro de los puntales de La InKieta 34 puesto que en sus instalaciones se ha creado además un estudio de producción –donde también se va a impartir formación–, al frente del cual está Jose Toscano. Todo ello se completa con el estudio de Arias y una gran zona de almacenamiento.
El impulso definitivo
Ahora empieza el camino de cara a la ciudadanía. También para la gente más cercana, para la vecindad de La InKieta 34. “A nivel de negocios, estamos en una zona que ha visto cerrar muchos bares y comercios. Ahí creemos que podemos ser una ayuda más que importante”, apuntan los responsables del proyecto, que describen cómo durante el tiempo que ha durado la reforma del espacio son muchas las personas que han pasado por el local para preguntar.
Tras el primer impulso que en la crisis económica tuvo Alonso de dar forma a una idea similar, fue otra crisis, la sanitaria, la chispa definitiva. En el confinamiento él y Arias se decidieron a dar el paso. Aquí se ha estado trabajando durante más de dos años, primero sacando todos los materiales de lo que hasta hace nada era un almacén. Ellos se han encargado de todo. “Hasta hoy ha sido mucho trabajo físico, ahora empieza el intelectual”, sonríen.
Lo cierto es que han sido horas y horas mano a mano. También en lo económico, aunque “si en estas historias solo piensas en ese lado, nunca te vas a arrancar a hacerlas”. En su caso, todo ha dependido de que Alonso se reconoce “un poco cabezón” y Arias “un tanto romántico”. Aún así, no han estado solos en el proceso. Es el caso, por ejemplo, de la agencia creativa gasteiztarra Humanos Unidos.
Esos pasos han sido imprescindibles para llegar hasta aquí. Ahora se empiezan a dar unos nuevos, los compartidos con toda la ciudadanía que quiera acercarse a La InKieta 34 y participar de ese “espíritu inquieto” que define al espacio y todo lo que conlleva.