Con solo 39 años, el estadounidense Robert Treviño es el director titular de la Euskadiko Orkestra, director principal invitado de la Orquesta Sinfónica Nacional de la RAI de Torino (Italia) y asesor artístico de la Orquesta Sinfónica de Malmö (Suecia). Se trata de una batuta bien reconocida y con un aparente compromiso inquebrantable con la sinfónica vasca, Euskal Herria y sus compositores. “Este es mi hogar”, dice cuando se le pregunta al respecto. Euskal Herria, por su parte, también comienza a ser su “país”.

¿Cómo valora los siete años que lleva al frente de la Euskadiko Orkestra?

Después de siete años, la orquesta y yo nos conocemos muy bien. Hemos pasado por muchos buenos momentos, también por muchos difíciles, como el covid. Hemos hecho giras que han elevado mucho el nivel de la orquesta, tenemos tanta gente nueva, grabaciones...

Entonces, ¿de qué salud diría que goza la orquesta?

Estamos en un periodo interesante en el que tenemos una muy buena orquesta profesional de un país pequeño. Nos gustaría que se convirtiera en una gran orquesta de una región más grande, de un concepto más amplio. Llevará su tiempo, un tiempo que tengo para ellos.

¿Cuáles son sus planes para convertirla en una mejor orquesta?

Lo primero es intentar aumentar el perfil de los directores y solistas que trabajen con la orquesta. Lo segundo es profundizar en nuestra relación con la tradición. Hablo de tradición porque es una orquesta primeriza a nivel internacional, por lo que estamos creando tradiciones. Para que una buena orquesta se convierta en una gran orquesta debe tener tradiciones muy fuertes. Y esto lleva de nuevo más tiempo.

Ha mencionado las giras. ¿Cómo valora el viaje por Polonia?

¿Quieres la mejor respuesta o la verdadera?

La verdadera.

Fue increíble, extraordinario. La orquesta no solo fue esperada, sino que fue apreciada con un alto nivel de entusiasmo por un público que conoce muy bien la música. Hemos actuado en salas fantásticas, con sold outs, radio retrasmitiendo en directo... Fue un éxito enorme, sin reservas, de la mayor gira de la historia de esta orquesta y que sirve de indicio de que va camino de una gran reputación internacional.

El año que viene van a Austria. ¿Será más exigente?

Sí, claro. El Festival de Salzburgo es algo grande. Hay muy pocas orquestas invitadas y pocas plazas disponibles. Es una oportunidad extraordinariamente prestigiosa para la orquesta, una que no había tenido antes.

Por lo tanto, hay una atención hacia la Euskadiko Orkestra.

Los festivales más importantes y la gente más importante se están fijando en ella. Estoy muy orgulloso de ello. Sé que iremos a Austria y no solo representaremos muy bien a Euskadi, sino que nos representaremos a nosotros mismos extremadamente bien.

¿Le haría ilusión que la orquesta girase por Estados Unidos?

Sería increíble, podríamos hacerlo. Sin embargo, costaría mucho dinero. Tanto el director general, Oriol Roch, como yo somos muy cuidadosos con lo que pedimos, porque la orquesta es pública. Así que nuestra primera y principal responsabilidad es con el contribuyente del País Vasco que paga nuestro edificio, nuestra electricidad, nuestros sueldos... Solemos tener lo que llamamos oportunidades de prestigio, que cuestan mucho dinero, pero que no necesariamente mejoran la vida de los vascos.

¿E ir a Polonia sí lo hace?

Puedo decirle que conozco gente que ahora dice: “¡Vaya! ¡Qué gran orquesta! Ahora puedo ir a Euskadi de vacaciones y no solo comer. Puedo ver tocar a una orquesta que me encanta y admiro”. Si vas a un lugar como Berlín o Múnich, la orquesta es un elemento turístico más. Es algo que a la gente le interesa ver. Así que cuanto mayor sea nuestra reputación, más gente estará interesada en venir a vernos y eso nos da otra oportunidad de compartir lo nuestro. No solo la gran música que se hace en Euskadi, sus grandes compositores, sino el hecho de que se cuenta con una gran orquesta, que es un reflejo del prestigio y la excelencia del País Vasco. Por eso, una gira por Estados Unidos sería muy interesante, pero preferiría gastarme el dinero en ir a París o en ir a Escandinavia o en ir por todo el Estado. Sería más interesante para el futuro de la orquesta y para su reputación.

Pone especial énfasis en programar a compositores vascos contemporáneos, no solo con la Euskadiko Orkestra, también con la RAI de Torino.

Después de siete años aquí, creo que he trabajado con casi todos los compositores vivos de Euskadi: Erkoreka, Lazkano, Garrenabarrena, Mikel Urkiza, Lauzurika, Viloria... Es mucha gente.

¿Qué ocurre con los compositores del pasado?

La gente se puede preguntar por qué no hago más Guridi, más Sorozabal u otros. Respeto profundamente a estos compositores. La cuestión tiene que ver con a qué dedicamos nuestro tiempo. Estamos en un periodo en el que no deberíamos darle tantas vueltas al pasado. De lo nuevo es de lo que queremos hablar. De lo que va a ser el futuro, porque Euskadi, con lo antigua que es, ha tenido que reinventarse en los tiempos modernos bastante profundamente, pensando en cómo poner las ideas para el futuro. Por eso paso mi tiempo centrándome en la gente que está viva reflejando su sociedad y por ello gasto mi tiempo, gasto el dinero de la orquesta y el dinero de la sociedad en esas personas que están ayudando a definir el futuro de Euskadi.

¿Cuándo le propusieron el proyecto le pidieron que ayudase en la internacionalización de la música vasca?

Fue una de las razones por las que vine. Hemos recuperado a Ravel, que fue algo importante. Hemos llevado la música vasca al extranjero, a lugares donde nunca se había presentado y, ahora, la gente empieza a solicitarla. Hay interés por ella. Sí, podría coger una pieza de Sorozabal y presentarla, pero eso sería presentar un pasado que en realidad no está tan relacionado con el presente. Quizá a la gente no le guste tanto la música de los compositores vivos, es posible, pero es un mejor reflejo de la sociedad actual y de las realidades de hoy en día.

Llama la atención su gran implicación con Euskal Herria.

También es mi casa. Es literalmente mi casa, solo tengo una. Euskadi se está convirtiendo en mi país.

¿Busca relacionarse con otros agentes culturales?

Cada vez que Chillida Leku estrena una exposición, su directora me llama porque sabe que la voy a visitar. Cuando tengo visitas de solistas, siempre les llevo. También a Tabakalera. A veces vamos temprano a Bilbao para que puedan ir al Guggenheim, a ver las cosas increíbles que están pasando allí. Para mí es muy importante colaborar con todos los socios culturales, artísticos e institucionales.

¿Qué lugar debe ocupar la Euskadiko Orkestra en la sociedad?

Debe ser un elemento dinámico de la sociedad, no una institución anclada en el pasado.

Hablando del futuro, el año pasado se anunció que su contrato pasaba a ser indefinido. ¿Se imagina muchos años más dirigiendo a la Euskadiko Orkestra?

No tengo planes para irme. El objetivo primordial es la estabilidad de la orquesta y su proyección. El verdadero cambio lleva su tiempo. Hice muchos cambios importantes nada más llegar, pero los cambios que sobrevivirán a mi marcha serán los que llevará más tiempo hacer. Cuando Oriol Roch y yo hablamos, lo hacemos con la vista puesta en cinco, diez o veinte años.

¿Dentro de 20 años seguirá subido al pódium de la Euskadiko Orkestra?

Con un 99% de probabilidad, no estaré aquí dentro de 20 años. Eso no significa que ahora no empiece a poner las piedras para el futuro. Cuando deje la orquesta, cuando llegue ese día, la mayor parte del resultado de mi trabajo no se habrá visto, serán cosas que vendrán después. Una sociedad se hace grande cuando los hombres plantan árboles de los que no conocerán su sombra. Como director musical de esta orquesta, mi trabajo es plantar árboles que no veré crecer. Por un lado está el trabajo que hago en el escenario, pero mi atención se centra mucho más en lo que la orquesta vaya a ser cuando me haya ido: quién y cómo se va a continuar después de eso.

Desde su llegada hace siete años la Orkestra ha ido creciendo en calidad. ¿Tiene la Euskadiko Orkestra techo?

Sí, existe y, de hecho, siempre ha existido. Desde el primer día que llegué a esta orquesta y había un techo. Lo derribé y construí otro más alto. Luego derribé ese y volví a construir otro más alto. Lo que ocurre es que estamos haciendo algo que no se ha hecho hasta ahora. La Euskadiko Orkestra de 1982 no era la orquesta que es hoy. No tenía esta proyección. No tenía esta capacidad. Y cada año ampliamos la capacidad a algo que no estaba previsto que fuera. Esta es una de las razones por las que mi contrato es indefinido porque ese trabajo es muy conflictivo hasta cierto punto.

¿A qué se refiere?

Para crecer tienes que arriesgarte y debes exponerte. Debes abordar las cosas que no son buenas y trabajar en ellas muy rápidamente. Eso es un trabajo duro. A veces eso causa un conflicto o un momento difícil, o un ensayo difícil, o una semana difícil, o un mes difícil. Tal vez un año difícil. Si la relación está estructurada de tal manera que se hace con la idea indefinida, después de un gran esfuerzo e inversión se puede superar.

Habla del tiempo. ¿Los plazos son largos?

El Festival de Salzburgo al que acudimos el año que viene, por ejemplo, comenzó a planificarse hace cuatro años. La planificación de la gira por Polonia empezó hace más de cinco.

Está vinculado a varias orquestas- Debe ser un modo de vida estresante.

A veces es cansado, pero hay momentos en los que veo que algo va realmente bien. Cuando dimos nuestro primer concierto en Polonia, pensé en la primera vez que planteamos esa opción. Me dije: “Wow, hemos llegado”. La Euskadiko Orkestra empezó un viaje en un camino no muy bien iluminado, no muy recto y muy muy largo, pero tenía confianza: si lo andábamos y manteníamos la atención, llegaríamos. Y lo hicimos.

“Quiero convertir la orquesta en la principal institución cultural del País Vasco”

Hablemos del programa de la próxima temporada que se iniciará con Mahler.

El primer ciclo de abono que hice como director musical de la Euskadiko Orkestra fue con la Primera Sinfonía de Mahler. Luego hicimos la Segunda, la Cuarta, la Quinta, el Das Lied Von der Erde y la Novena. Este verano haremos la Octava en la Quincena. Comenzaremos la próxima temporada con la Tercera y nos quedarán la Sexta y la Séptima para terminar el ciclo. Además, el próximo curso Juraj Valcuha dirigirá la Primera de Mahler, que yo he hecho dos veces con la orquesta en siete años. Ahora es tiempo de que otras personas empiecen a trabajar con la Euskadiko Orkestra y con Mahler.

La Orkestra se está especializando en este autor.

Recuerdo cuando Semyon Bitchkov vino a hacer la Cuarta de Mahler. Estuve en el ensayo y la orquesta hizo, desde el principio al final, una pieza muy complicada. En el descanso le pregunté: “Maestro, ¿cómo va?” Me respondió: “Conocen tu Mahler muy bien” (ríe). Hace unas semanas Karel Mark Chichón dirigió a la orquesta. Después de la segunda representación me dijo que durante todo el recital tuvo la sensación de que yo iba a aparecer en escena. “¿Por qué?”, le pregunté. “Porque te siento en todo lo que hace la orquesta”.

Hace poco ha dirigido a la orquesta de Birminghan (CBSO) en Leipzig, en el Festival Mahler.

Fue muy agradable. El Festival Mahler de Leipzig es un acontecimiento bastante prestigioso en el que estuvieron los directores más famosos: Daniel Harding, Christian Tillerman, Andris Nelson, Danielle Gotti y... yo. La CBSO nunca había estado en Leipzig y hacía muchos años que no tocaba la Décima de Mahler, pero el festival estaba muy interesado en que la dirigiese, debido a que conocen mi Mahler. Fue un gran honor que me invitaran.

Más allá de Mahler, ¿qué han buscado con el resto del programa de la próxima temporada?

Una gran parte de la temporada tiene que ver con la vida privada, de ahí la Sinfonía doméstica, de Strauss. Abordará los aspectos más íntimos de la vida, por lo que muchas de las piezas están estructuradas para celebrar la vida de una manera positiva, en lugar de celebrar todo lo que es externo. Queremos centrarnos en la humanidad de la música, en cómo la música puede ayudar a nuestro público y a nuestra orquesta.

Es la primera vez que dirigirá a la Euskadiko Orkestra en una ópera en temporada. ‘Los primeros hombres’, de Stephan, será una producción del Teatro Arriaga.

Tengo experiencia con la ópera, claro, pero es algo que quería hacer desde hace mucho. Entonces surgió esta idea con Calixto Bieto, que me conoce desde hace tiempo, aunque nunca hemos trabajado juntos. Pensamos que sería interesante. Es muy emocionante para nosotros porque es una ópera que nunca se ha tocado aquí y es una colaboración única. Mi objetivo es hacer de la orquesta la principal institución cultural del País Vasco. De ahí surgen las colaboraciones con todas las demás instituciones, directores, solistas, compositores...

También van a grabar la segunda parte de ‘Americascapes’, de nuevo con el prestigioso sello Ondine.

Sí, eso va a ser muy emocionante y un reto para la orquesta. Hay mucha expectación. De hecho, la semana pasada recibí un correo electrónico de un gran admirador de este CD, en el que me decía lo increíble que era que esta orquesta tocase esta música tan importante. La gente se da cuenta de lo que hacemos y cada vez que nuestra orquesta saca un CD, todo el mundo se fija en él porque saben que yo no escatimo en calidad e insisto solo en lo mejor. La orquesta ofrece lo mejor y tenemos gente estupenda trabajando en ella. Así que todo el mundo se entusiasma con lo que hacemos, es algo maravilloso.

¿Considera importante que el repertorio de EE.UU. se conozca en Euskal Herria y en Europa?

Así es. Una de las mejores maneras de atraer la atención de la gente hacia lo que haces es hacerlo no solo con lo tuyo. Si la Euskadiko Orkestra solo tocara música vasca, solo la gente interesada en la música vasca prestaría atención. La gente a la que no le interese nunca tendrá curiosidad por lo que ofrecemos. Pero si apostamos por un repertorio conocido y escuchan la calidad de la Euskadiko Orkestra, se darán cuenta de que está a un gran nivel, lo que hará que la gente se comprometa con el conjunto.