Su trayectoria literaria empezó hace ya años. Y ahora, Maite R. Ochotorena hace un regreso triunfal a las librerías con Un desierto de hielo, su nueva novela. En ella, cuenta cómo el cadáver del geólogo Björg Stutgard ha aparecido en la base científica noruega Nytt Håp, en la Antártida, mientras que en San Sebastián, Mikel Ibarra, un antiguo investigador criminal, dedica su tiempo a trabajar como guía para los científicos de la base noruega y como buzo para una empresa de la que es socio y que intenta patentar un traje de inmersión submarina capaz de alcanzar profundidades abisales. Su vida da un vuelco cuando Erika Oblyakov, una agente de la Kripos -la agencia noruega de investigación criminal-, se pone en contacto con él para proponerle formar parte de la investigación sobre el asesinato de Stutgard. 

¿Cómo fue su primera incursión en la literatura? 

En mi casa, mis padres siempre han leído muchísimo. Tienen una biblioteca maravillosa, y siempre nos ponían un libro o cuento entre las manos, cuando éramos pequeños. Pero es que a mí siempre me ha apasionado. Tengo mucha imaginación y me encanta que me cuenten historias. Los primeros que recuerdo son Las torres de Malory, Los Hollister, Los cinco... 

Vamos, que desde bien pequeña le gustaba el misterio.

Sí (risas). Me encanta. Lo llevo en la sangre. Y enseguida empecé a escribir. Siempre he escrito cuentos. Les contaba a mis compañeras del colegio mientras íbamos de casa al cole y viceversa historias en las que las ponía de protagonistas. Es que lo llevo dentro de mí. 

¿Hubo algún autor que le inspirara especialmente a la hora de escribir?

Yo siempre me acuerdo de Jane Eyre, de Charlotte Brontë, que lo he leído miles de veces. Y tiene esa mezcla de ese ambiente romántico -y no lo digo por el romance- con el misterio, ese ambiente extraño que tienen en Thornfield Hall... para mí es mi punto de referencia. Luego hay otros actores que me han influenciado, como Agatha Christie o Alejandro Dumas, Stephen King...

¿Qué cree que tiene la literatura que nos atrapa hasta el punto de no poder dejar de leer un libro cuando lo cogemos entre nuestras manos? 

Es un billete a otros mundos, un billete a la libertad. Te ofrece perspectivas tan diferentes de nuestra misma vida... Hay tantas versiones de nuestra vida como personas. Eso te abre mucho la mente. Es la magia que tiene.

Y con su primer libro viajó, además de a otros mundos, a muchos pueblos y ciudades, acompañada de un carro y de cientos de ejemplares. ¿Cómo surgió esa idea? 

Porque había estado los últimos cuatro años de comercial. Yo dije “Si he estado vendiendo lo que no quería de otros, ¿por qué no voy a darme a conocer como escritora, que es mi sueño?”. Eso me había dado las suficientes tablas y el suficiente coraje para enfrentarme a la gente. Tenía mi carrito que usaba antes para otras cosas, y lo iba cargando de libros -que me cabían diez o doce- y hacía lo que hacía cuando era comercial. Me iba por la calle, en cualquier pueblo, y entraba a una peluquería o a una tienda de ropa o lo que fuera. La cosa era estar con la gente y explicarles lo que yo hacía. Como era la primera vez que hacía algo por mí, tenía tanta ilusión que yo creo que eso se contagiaba. La gente al final cuando te ve tan motivado responde. Empezaron a escucharme, a leerme... y fueron mis primeros lectores, que muchos siguen conmigo hoy.

¿Hasta qué pueblos le llevaron sus libros? 

Me recorrí todo Bizkaia, Gipuzkoa, Álava, La Rioja... Me fui hasta Burgos y llegué también a Madrid. 

Ahora, haciendo una promoción más reposada, ha llegado a las librerías con el ecothriller Un desierto de hielo. No es un término al que estemos acostumbrados, ¿no? ¿Qué diferencias radican entre este género y el thriller más tradicional?

Digamos que es un thriller con mensaje relacionado con el medio ambiente, con la preocupación que tenemos, yo y mucha gente, sobre qué estamos haciendo con nuestro mundo, cómo lo estamos maltratando. Y sobre todo con la reflexión de hacia dónde vamos y cómo podemos solucionarlo. 

¿Y la idea para narrar esta historia de dónde nació? 

Nació porque después de La mensajera del bosque -que también tiene un fondo así- hay otro ámbito que también me preocupaba mucho y tiene que ver con los océanos, con el agua... Todo lo que desconocemos y que nos estamos entrometiendo antes de tener respuestas. De ahí a hablar de la Antártida, porque en la Antártida se está haciendo muchísimo trabajo por entender. Es el lugar perfecto para entender la historia de nuestro planeta y cómo le han afectado los distintos cambios que ha habido. Sin embargo, ese trabajo de investigación es lento y dificultoso, y el progreso va mucho más rápido. Entonces, se va comiendo las respuestas antes de que las tengamos. De ahí la Antártida. 

Esta nueva novela combina toques de thriller vasco con uno más escandinavo. Estamos bastante habituados a ver esta combinación, ¿no? Y es que hay quien habla ya de thriller euskandinavo. 

Sí, es posible que tenga esa mezcla de las dos cosas. Y no está mal. Dicen que de las mezclas salen cosas mejores, así que por mí perfecto. 

En esta novela la fuerza narrativa la tienen los personajes, especialmente Mikel. ¿Se inspira en alguien a la hora de darles vida? 

A veces sí. En el caso de Mikel y de Erika hay un poquito de todo. En Erika hay mucho de mi madre, porque mi madre fue una gran luchadora, sufrió mucho, y sin embargo, es una persona que siempre tenía una sonrisa en la cara. Eso se refleja en Erika. En el caso de Mikel, lo está pasando mal en el presente. Y de eso puede que haya algo de mí también. En ese sentido, es inevitable inspirarse. Todos los escritores nos nutrimos de la realidad, y eso se plasma en personajes, escenarios, trama...

El eje, comentábamos, de esta novela es esa lucha ecologista. ¿Siente que se están dando pasos en estos momentos? 

Sí, pese a todo lo que oímos, lo negativo se oye -todo son desastres, va a ser tremendo...-. Eso genera bastante ecoansiedad. Yo la sufro. Pero creo que por el otro lado se están haciendo cosas muy importantes y de las que no se habla apenas. Yo tengo esperanza de que esa parte que está intentando equilibrar las cosas al final nos lleve a un futuro mejor. 

De ahí que el peso de la novela, además de en los personajes, esté en los paisajes. ¿Cómo ha sido retratar la ciudad que le vio nacer?

Es muy entrañable (risas). Donostia es una ciudad cariñosa, que te acoge y te envuelve. Y me parecía un contraste brutal con luego adonde van a ir, como salir de un entorno seguro para ir a no sabes muy bien qué. Hablar de Donostia ha sido hacer un poco un homenaje a una ciudad que siempre se ha portado muy bien conmigo, que es mi ciudad. Pero no solo eso. El hecho de que aparezca Donostia y que Mikel sea un investigador vasco que acaba en la Antártida es porque yo he tenido la suerte de conocer a alguien que hace de guía en la base científica de Juan Carlos I, en Livingston. De ahí que tenga información de primera mano. 

Y el futuro, ¿cómo se presenta? 

Ya tengo en mente más proyectos, así que espero poder seguir ahí, intentando daros historias que os gusten.