Un nuevo viaje ha empezado desde la capital alavesa. El punto de llegada es Oklahoma City. Casto Solano suma otro lugar de referencia para quien quiera recorrer el gran mapa escultórico que el autor sigue creando. Eso sí, hay que estar preparado porque el recorrido discurre por muchas ciudades y países de diferentes continentes. “Tienes que tener algo que te diferencie. Nunca he ido a lo fácil, me gusta el reto” y eso hace que solo en este 2023, el autor cuente con más encargos en marcha tras hacerse con diferentes concursos públicos en Estados Unidos y Canadá.

Casto Solano, de Vitoria a Oklahoma City

Baobab –que toma su nombre y su referencia de un árbol de tronco grande, con forma de botella o irregular y lleno de nudos, que es habitual en África y, en menor medida, en Australia– llegará a su destino en torno al día 17 de este mes. Dentro de un gran contenedor, se encuentran los 1.500 kilos que pesa esta pieza de siete metros de altura por cuatro metros de diámetro. La obra, que está realizada en acero corten, salió hace nada de las instalaciones vitorianas de la empresa INACE para ir al puerto de Bilbao y de ahí, cruzar el océano.

La previsión es que la instalación en Oklahoma City se produzca a principios de junio, proceso en el que el autor no sabe todavía si va a poder estar presente. “Suele ser bueno acudir pero está todo organizado allí para que haya gente que lo haga sin problemas”. La pieza pasará a formar parte de un complejo zoológico, educativo y cultural, más en concreto en una zona vinculada a África.

La inauguración será el último paso tras ganar un concurso público, una herramienta que está permitiendo a Solano contar con una importante presencia internacional. “Allí hay muchas convocatorias de este tipo que desafortunadamente aquí no tenemos. Se ha creado una estructura que es increíble y que ofrece muchas posibilidades para que los artistas puedan funcionar”.

Un largo camino

Esta es la parte final, eso sí, de un proceso que tiene muy diferentes momentos en los que el escultor trabaja de manera estrecha con su equipo. Con esta pieza, así como con otras esculturas cuyos proyectos son consecuencia de los mencionados concursos públicos, el camino que se sigue es largo. Lo primero, como es lógico, es conocer las convocatorias existentes y saber cuáles pueden ser más interesantes para presentarse.

La pieza ‘Baobab’ inicia su viaje al otro lado del Atlántico, donde el escultor tiene, para este año, varios encargos más Cedida

Toda vez que se da ese paso hay que competir con otros cientos de artistas “enseñando nuestros proyectos anteriores, capacidades, currículum, referencias de gente para la que ya hemos trabajado...”, señala el escultor, quien remarca que “lo más difícil es que generar confianza no es tan sencillo al estar a distancia”. Con todo, Solano lleva tiempo abriendo puertas en Estados Unidos y Canadá. Su cartera de pedidos es la mejor muestra de ello.

Si todo va bien, como pasó en el caso de Oklahoma City, “te seleccionan junto a otros tres o cuatro artistas” con los que se entra en una nueva fase. Es el momento de presentar una propuesta lo más certera posible –ahora mismo, se está en este punto en un concurso en Las Vegas– que, si toda va bien, se completa con una entrevista online con el cliente para resolver dudas. Si se pasa esa última barrera, llega el instante de la contratación y de empezar a trabajar y desarrollar la idea, lo que incluye, por ejemplo, obtener certificados de ingenieros tanto en Vitoria como en la ciudad de destino.

La escultura toma forma y en el caso de Baobab “lo más complicado para mí ha sido la parte de la conformación de las hojas. Ha requerido un esfuerzo físico y de artesanía, pero también intelectual. La verdad es que en esta pieza había un gran trabajo de descubrimiento y planificación”. Terminada, hay que definir el viaje y la instalación de una obra que, dentro de poco, será ya del público.