Junto a Toni Saigi (piano), Giuseppe Campisi (contrabajo) y Andreu Pitarch (batería), Víctor de Diego regresa este miércoles a la capital alavesa. Lo hace para presentar el proyecto que está desarrollando en torno a la figura de John Coltrane. La cita será por la tarde en el Dazz, quedando todavía entradas disponibles en el escenario de Cuchillería.

¿Qué se va a encontrar el público?

Lo primero, un grupo que hace música creativa, de verdad, comprometida, con energía. En este caso, hago la propuesta de tocar temas del gran Coltrane con algunos arreglos personales. Tocamos con el espíritu de Coltrane pero también con la esencia y el arte de cada uno de los músicos que vamos a estar con el público. Él es uno de los artistas más importantes de la historia de esta música, un imprescindible, del cual todos los músicos hemos aprendido. A todos nos ha influenciado en mayor o menor medida.

¿Pero ha escogido un momento concreto de su trayectoria o...?

Es verdad que tuvo un periodo de actividad breve pero muy intenso y con muchos estilos. En A Love Supreme ya empezó a escucharse lo que luego sería más exagerado, más free jazz, por decirlo así. Yo no he llegado hasta ese último punto pero sí a este disco con el tema Resolution.

¿Qué le gusta de manera especial de Coltrane para decidirse a llevar a cabo este proyecto?

Coltrane es para mí el saxofonista total. Es el más influyente, potente, el que más me pone la carne de gallina desde siempre. Ahora hay muchos músicos jóvenes que también me ponen totalmente, pero él fue el primero que me impactó. No hay que buscarle más historias. Simplemente me cautivó, me dejó patidifuso la primera vez que lo escuché. Es el saxofonista más especial con respecto al resto. Sí, Sonny Rollins, Joe Henderson, Wayne Shorter... todos son increíbles y maravillosos, pero si tengo que escoger uno que sobresalga, para mí es Coltrane. No digo que esté por encima de nadie. No estamos hablando de fútbol. Pero sí estoy hablando de impacto en mi cabeza. A día de hoy, de hecho, me sigue impactando.

Este es un proyecto a seguir o...

Llevo un montón de años haciendo propuestas diferentes y desde hace tiempo tengo mi cuarteto en el que hacemos temas propios, pero también hay una necesidad de hacer otras cosas, no solo en el plano artístico, sino también en el práctico. Mi grupo toca mucho en muchos sitios pero también te tienes que inventar otras iniciativas para poder moverte más y generar más trabajo. No todo es idílico, aunque también tenga esta parte. Empecé con ello de forma un poco titubeante porque tampoco he sido muy amigo de hacer cosas de este tipo. Pero bueno, lo probé. En Barcelona tengo la suerte de tener cerca a músicos de altísimo nivel, jóvenes, que les apetece. Estuvimos haciendo unas pruebas y, realmente, el resultado molaba. Musicalmente, digamos que me da igual que sean temas propios, standards, de Coltrane... si lo que sale, tiene de verdad chicha, me conmueve y creo que eso también le pasa a la gente, pues hacia delante. Es lo que pasó. Lo monté y la verdad es que por Barcelona hemos hecho bastantes conciertos con esta propuesta. Y la respuesta de la gente siempre ha sido muy buena. Gusta mucho ese equilibrio de temas de Coltrane tocados por gente de hoy en día, jóvenes salvo en mi caso (risas). De hecho, es la respuesta de la gente la que me lleva a darle continuidad. Así que le daremos larga vida.

¿Recuperando ya la normalidad absoluta tras la pandemia o todavía...?

Bueno, la pandemia fue un mazazo para todo el mundo. Y los que tocamos en locales cerrados, claro, fuimos los primeros en dejar de actuar. Cero conciertos en dos años. Eso fue terrible. Pero es verdad que a partir de un momento dado, se volvió a activar todo de manera bastante rápida porque la gente, después de dos años en esas condiciones, estaba con ganas. El público necesitaba salir, ver conciertos... Bueno, eso no solo pasó con la música. Ahora yo diría que está todo bastante normalizado. Se ve en las programaciones, por ejemplo.

Lo decía porque sitios como el Dazz, donde el público y los músicos están a milímetros, son lugares donde, por ejemplo, hay que escuchar la música de Coltrane.

En general, quitando las macromúsicas que están pensadas para grandes eventos, la música de verdad, la que no es electrónica o necesita de altavoces de miles de vatios, se vive en sitios así. Lo otro es otra cosa, respetable y maravillosa, no me entiendas mal. La música de verdad tocada por músicos de verdad que no necesiten enchufarse a la electricidad requiere escucharse en locales más pequeños. ¿En un teatro con un poco de amplificación? De acuerdo, pero eso como mucho. El Dazz es un club maravilloso. Es un proyecto valiente al que la gente parece que está respondiendo. Eso es lo que hace falta. Son los lugares en los que, por lo menos para mí, puedes apreciar la valía real de un músico tocando en directo, sin intermediarios, electricidades ni aderezos. Es música en estado puro.