Habrá sorpresas, colaboraciones especiales y un viaje por estos 20 años de trayectoria. Pero también se mirará al futuro, porque el proyecto de los gasteiztarras The Soulbreaker Company ya mira a su próximo disco. De momento, este sábado en Hell Dorado, público y músicos van a compartir una fiesta por todo lo alto.

Durante los dos años de restricciones sí ofrecieron alguna actuación, pero fue algo muy puntual. ¿Toca ahora quitarse la espinita de parón casi total?

–Es poner otra vez en funcionamiento la máquina. Además de la pandemia, han pasado bastantes cosas después de los cambios de formación que tuvimos, y necesitábamos como empezar otra vez. En pandemia justo sacamos una canción con Spinda Records, que hizo una especie de recopilatorio de temas de distintas bandas nacionales. Y sí tocamos, pero más que nada porque nos llamaron. Así que sí, parte es quitarse una espina pero también parte es volver a encender el motor de la banda.

Además de la de Vitoria, van a hacer pocas fechas más ahora porque la idea es dar forma y fondo al próximo disco, ¿verdad?

–Sí, sí. Es verdad que en pandemia empezamos a hacer temas nuevos, pero aquello se paralizó por lo que hablábamos. Así que la idea es ponernos a tono, también gracias a estos conciertos, y en torno al verano empezar a trabajar en los temas nuevos. En principio, yo veo más que el disco salga en 2024, pero bueno, iremos viendo.

¿Cómo se plantea el concierto de este sábado?

–Vamos a tocar algún tema que creo que no interpretamos desde hace por lo menos 15 años (risas). La idea es hacer un repaso a toda la discografía, recuperando canciones desde el primer álbum. Se subirá a tocar gente que ha estado con nosotros y tendremos alguna colaboración. Hemos querido hacer un repaso a toda nuestra andadura, y aún sabiendo que se van a quedar cosas fuera, creo que hemos configurado un buen concierto.

Después de 20 años y seis discos, ¿qué balance hace?

–La verdad es que te sientes un poco cansado (risas). Cuando empezamos se combinaba la ilusión de ser más joven con el arranque del proyecto. Las cosas no eran fáciles, pero sí creo que un poco más que ahora, sobre todo después de la pandemia. De cuando empezamos, por ejemplo, han desaparecido muchas salas a las que solíamos ir a tocar. No te voy a decir que después de 20 años nos sintamos viejos, pero sí vemos todo el curro que nos hemos metido (risas).

Pero entiendo que también contentos porque dentro y fuera del País Vasco, The Soulbreaker Company se ha convertido en una banda referencial.

–Sí. Claro, 20 años y 6 discos te dan eso. Eso lo agradeces. Ves que la gente que empezó a venir a nuestros conciertos a los principios, sigue ahí. Igual se echa en falta gente más joven, pero es algo genérico dentro del rock. Nosotros solo podemos estar agradecidos por la respuesta de la gente durante todo este tiempo. Lo que hay que hacer es tener paciencia, trabajar mucho y saber que a veces cuesta. Luego ves el reconocimiento, ya sea mayor o menor.

Desde los primeros años a hoy es evidente que el sonido de la banda ha ido evolucionando.

–La primera formación de los discos iniciales proponía un blues rock más clásico. Ya con Ítaca hubo un cambio hacia el rock más progresivo. Eso fue a más con Graceless. Con los cambios de formación más recientes, sí que se ha derivado hacia algo más sinfónico, metiendo más sintetizador. Entiendo que lo nuevo irá por ahí, pero tampoco es algo que pensemos mucho. Al fin y al cabo, compartimos ciertos justos y otros para nada. Sí que desde el principio, las bandas que nos gustaban a todos eran Black Sabbath, Led Zeppelin, Lynyrd Skynyrd, Aerosmith... y ahí estaban las cosas más claras. Luego fuimos expandiéndonos un poco, controlando también más cada uno su instrumento, sin perder de vista que la gente nueva que fue entrando, nos dio otro aire. La banda de hoy poco tiene que ver con la de antes, algo que se va a poder ver este sábado. Aún así, sí creo que sigue existiendo ese poso de blues rock.

Todo el que se va deja huella, todo el que viene aporta, pero ¿cómo es la familia Soulbreaker hoy?

–Los cambios en la formación nunca han sido por motivos musicales. Desgraciadamente nunca nos hemos podido dedicar profesionalmente a la música y eso significa que hay que hacer otros trabajos. Con el paso de los años, además, aparecen familias y otras cuestiones, que hacen que se compliquen las circunstancias de cada uno. Son 20 años ajustando horarios de manera muy complicada (risas). Cada vez cuesta más pero seguimos sacándolo adelante y es motivo también de orgullo.

Vamos, que a por otros 20 años...

–(Risas) Sí, que se dice pronto. Vamos a por otros 30 o 40. Habrá que sacar los discos de 20 years of The Soulbreaker Company y así sucesivamente.

Más allá de la broma, seguro que el concierto de este sábado también tiene un componente personal, interno, de fiesta, como si fuera un regalo para cada uno de los componentes de la banda.

–Por supuesto. Para empezar, porque todo lo que supone tocar en Vitoria siempre tiene ese componente. Tocas para mucha gente que conoces personalmente. Además, lo que hemos buscado esta vez es poder compartir con esas personas las canciones de todo el camino que sabemos que gustan de manera especial. También a nosotros. Si todos los conciertos tienen algo de ese componente de fiesta que decías, este más.