Ya lo dijo Gari cuando se presentó el concierto de despedida de Hertzainak en Gasteiz: el día completo tenía que ser una fiesta. Un “fiestón” como apuntaba Josu Zabala a este periódico en una entrevista previa. De que sus deseos se cumplieran se encargaron miles y miles de personas, no solo las 15.000 que se reunieron en Mendizabala para el último adiós. Desde la una de la tarde, el Casco Viejo donde la banda vitoriana nació fue un hervidero.

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Hertzainak en su último concierto en Vitoria

Entre quienes iban al concierto –no pocos llegados desde otros territorios cercanos– y quienes estaban compartiendo el día festivo, la parte vieja se llenó de gente dispuesta a ponerle calor a un nuevo día de temperaturas bajas. Entre muchas charlas hubo también espacio para compartir recuerdos y anécdotas de aquellos años en los que Hertzainak cimentó su trayectoria. Por supuesto, no faltó quien, con más o menos fortuna en la afinación, se arrancó con alguna que otra canción.

De ver fue, además, el goteo constante de público camino de Mendizabala, un ir y venir constante de miles de personas. Había incluso algo de nervios, conscientes muchos de que el concierto se acercaba y que no iba a ser una actuación más. Ya dentro de la gran carpa, en la que no cabía ni un solo alfiler, la temperatura terminó por reventar, mientras había quien se posicionaba localizando los puntos estratégicos. El ambiente fue inmejorable hasta el último momento.