Ha llegado el día. La cuadragésimo séptima edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz acoge un nuevo estreno. Esta vez, todas las miradas se fijan en la compañía Proyecto Larrua, que va a presentar por primera vez La casa vacía. La cita con el grupo gasteiztarra es a partir de las 19.30 horas, quedando todavía entradas disponibles para adentrarse en esta producción.

Estas jornadas previas, que la formación ha vivido encerrada en el Félix Petite (centro cívico Ibaiondo) han sido “días intensos y frenéticos” en los que terminar de pulir todos los detalles en torno a un montaje en el que la danza, el teatro y el documento se entrelazan. Por supuesto, Jordi Vilaseca y Aritz López, los fundadores de la compañía, esperan que la cita de hoy sea un “exitazo”, aunque es la actriz Begoña Martín Treviño quien mejor expresa el doble objetivo de esta nueva apuesta, llegar al público pero también a los programadores. “Esperamos que La casa vacía se llene de aplausos y contratos”.

El estreno llega después de algo más de un año de intenso trabajo, de ir componiendo las distintas partes de una historia que tiene tres bases fundamentales: amor, arte y memoria. “Todo lo que hemos hecho en Larrua desde hace casi ocho años nos ha conducido a este punto”, a una pieza que sirve para consolidar un discurso y una forma de crear, un camino en el que siempre ha estado ese interés por llevar al público al disfrute, sí, pero también a la reflexión, a la mirada crítica.

Sobre las tablas

En este caso, el eje narrativo se encuentra en la realización de un documental sobre la figura y la vida de una artista fallecida. La entrevistada es su mujer, cuyo relato sirve para trazar una historia en la que recordar, olvidar y sanar. “Lo que la gente se va a encontrar es el collage de una vida”. Begoña Martín, Ingrid Magriñá, Maddi Ruiz de Loizaga, Ainhoa Usandizaga y el propio López son los encargados de adueñarse de la escena para transitar por cuestiones como el papel de la mujer en el arte, una temática que hoy sigue siendo controvertida por mucho que en ocasiones se quiera dar la impresión de que hay debates y situaciones superadas; también el grupo quiere abordar la soledad en los mayores LGTBIQ+, qué sucede en distintos planos, desde lo emocional hasta lo económico, cuando una persona de estos colectivos se queda, sobre todo a determinadas edades, sin quien estaba a su lado. “Nos gusta hablar de cosas que nos pasan, que vemos, que nos ocurren e interesan”.

A esto se añade el objetivo de investigar sobre cómo construye la persona los recuerdos y, al querer compartirlos, cómo los expresa después a través de la palabra. “No podemos explicar todo lo que sentimos, lo que nos ocurre o percibimos. Así que contamos las cosas sin poder ser exactos”, componiendo, sin querer, otro “collage de lo pasado”, de las emociones y vivencias que quedaron atrás.

Para hacer que todo cobre sentido, eso sí, no hay que perder de vista la labor y el aporte de Pedro Casas, Luis Miguel Cobo, Enric Planas, David Alcorta y Xabier Mujika. De la suma de este trabajo en colectivo en distintas áreas, desde el guión a la iluminación, nace una La casa vacía que también pone en primer plano “a las y los que cuidan, que siempre están en la sombra”.