Ya en ocasiones anteriores han estado en Vitoria abriendo su particular restaurante en el que hacer teatro. O viceversa. Cenar y actuar, todo uno. Regresan al escenario del Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde), donde van a ofrecer cuatro servicios o van a realizar cuatro representaciones, según se quiera mirar, entre hoy y el domingo. A la mesa van a estar unos 30 espectadores a la par comensales cada vez. Eso sí, no queda ni un solo hueco libre desde hace ya ni se sabe. “Para fregar los platos, luego nos quedamos solos”, ríen Maurizio Ferraresi, Stefano Pasquín y Paola Berselli, es decir, Teatro delle Ariette.

Artes escénicas y gastronómicas se fusionan aquí de la misma forma que el grupo italiano empezó a hacerlo hace dos décadas. De hecho, transcurrido este tiempo, la compañía ha querido volver a aquella primera vez. “Volvemos a servir tagliatelle, aunque hoy las historias son diferentes”. Son, como dice el subtítulo de la obra, relatos sobre los “pequeños fracasos sin importancia”. Al fin y al cabo, “nosotros tenemos una forma de pensar que no es la que gana, la mayoritaria” como ha pasado en las últimas elecciones italianas, según explican los intérpretes. Aún así, “sabemos que es una visión compartida por una minoría”, una forma de entender al ser humano desde unos valores alejados del consumismo desmedido.

Reunirse a la mesa

En estos 20 años desde aquella primera prueba, la compañía detecta muchos cambios. “La cocina y el teatro son, cada uno a su manera, elementos de transformación”, aunque hoy “es más difícil poner a la gente alrededor de una mesa”, que ha dejado de ser un sitio en el que se pueden sentar todos para ser un lugar en el que la diferencia está presente.

Hay muchos significados y metáforas detrás de la alimentación. Igual que pasa con el teatro. Surgen muchas preguntas que son las que la compañía plantea en un ambiente, eso sí, que tiene que ver con el encuentro, con el hecho de compartir, con la relación directa. Eso a pesar de que también en estos 20 años, los intérpretes y cocineros han pasado a tener que pedir al público que no se dedique todo el rato a hacer fotos con los móviles.

También la pandemia está dejando su poso. “Ves que la gente no se junta tanto como antes, aunque tenga el deseo de hacerlo. Parece que tenemos que aprender otra vez a acercarnos” apuntan en su vuelta al Festival Internacional de Teatro de Vitoria.