Poco después de poner en marcha su andadura en la anterior sede de Zas Kultur en la calle Correría, el espacio creó un programa de intervenciones específicas y singulares que solo mostrar en su escaparate. Se buscaba así, entre otros objetivos, atraer las miradas y el interés de los viandantes, más allá de que no entrasen al lugar. La idea cuajó y, de hecho, se ha mantenido en la actual ubicación del proyecto en la plaza San Antón. Es más, otras iniciativas culturales de carácter privado y asociativo de la ciudad han tomado ejemplo y han puesto en marcha ideas similares.

Durante estas semanas de agosto, el local permanece cerrado, a la espera de retomar su actividad expositiva y de propuestas semanales en septiembre, un mes que arrancará con una nueva muestra de la artista vitoriana Anabel Quincoces. Pero eso no quiere decir que Zas Kultur esté ausente. Todo lo contrario. Gracias precisamente a su escaparate, propone a quienes pasan frente a su sede a adentrarse en la intervención Chan(n)el, que está planteando desde finales del pasado mes de julio la creadora Edurne Herrán, quien, por cierto, en 2023 volverá a la que siempre será su otra casa para presentar en Montehermoso Social (t)issues, trabajo seleccionado por el centro cultural en la última edición de su convocatoria de apoyo a proyectos artísticos de artistas cercanos.

Pero eso ya llegará. Lo más inmediato pasa por la plaza San Antón, por una instalación compuesta por un traje de falda y chaqueta confeccionado con bolsas de plástico –esta bolsa también está situada en el escaparate–, recreando así, el tradicional y clásico estilo de la alta costura asociado a la casa de moda Chanel. Fue en 1954, tras reabrir su estudio en París, cuando la diseñadora Coco Chanel presentó una amplia colección entre la que se encontraba una pieza que se ha convertido en todo un icono.

La obra de Edurne Herrán en la plaza San Antón. Foto: Jorge Muñoz Jorge Muñoz

Es este traje el que le sirve a la autora para crear su propia réplica. Es decir, se presenta un ejemplo de lo que está considerado por la sociedad como alto nivel de vida pero realizado con un material barato, además ahora especialmente denostado como es el plástico. Y se hace en un escaparate, que no es el de una tienda de ropa sino el de un espacio de arte contemporáneo. Por cierto, no falta un detalle importante: el precio tanto el de la bolsa, que no llega a los tres euros, y el de la chaqueta con falda, que casi llega a los 3.000, y eso que son lo mismo.

De esta forma, se plantean al público diferentes niveles de lectura, más allá de que el fundamento de la pieza esté, como explican desde Zas Kultur, en la percepción de las clases sociales en la zona occidental. “La artista muestra el juego de materiales reconocidos a los sectores más pobres perfilándolos con formas más propias de un mayor estatus social. Con este método visual, consigue desdibujar las barreras configuradas por nuestra percepción sobre las tensiones sociales de las distintas clases socio-económicas”.

Con todo, la instalación puede abarcar más análisis sobre la moda y sus cambios, la mano de obra que hay detrás tanto de los estudios de alta costura como de las marcas más asequibles, los estilos de vida y cómo vienen definidos por lo que se lleva o no... y un largo etcétera de consideraciones que ya quedan en manos de quienes se pasen por la plaza San Antón. Incluso aunque solo vean un traje en un escaparate, sin tal vez percatarse de que están asomándose a un espacio de creación artística contemporánea.

Chan(n)el va a permanecer esperando a esas miradas hasta el 15 de septiembre, protagonizando el programa del Escaparate Zas, que desde hace ya un tiempo nutre su agenda de dos maneras. La primera, mediante la invitación directa. La segunda, a través de una convocatoria abierta. Herrán, de hecho, toma parte en la propuesta gracias a esta última herramienta. Es “una artista que nos hace replantearnos el mundo desde prácticas artísticas contemporáneas visuales muy significativas” como queda claro de nuevo en este caso.