Los 26 puestos de artesanía de la feria Lan ta Lan, “una cita perfecta para apoyar a los creadores de nuestra comunidad”, como la describe su asociación alavesa organizadora, Artisau, aguardan la inminente llegada de Olentzero para animar sus ventas ya que, hasta ahora, han ido "flojas" para los profesionales consultados por DNA desde que abriera sus puertas el pasado día 12 en la plaza de la Provincia de Vitoria. Una céntrica localización, que les gusta y donde estarán hasta el 6 de enero, salvo los días 25 de diciembre y 1 de enero, que son en los que cerrará su blanca carpa. En ella, lo primero que se encuentran sus visitantes son los premios del certamen de artesanía Blas Arratibel: la pieza de cerámica, de Leire García López de Munain, y una mesa de madera de roble de Unai Beltrán de Lubiano.
No obstante, hay esperanza, que para eso estamos a las puertas de la Navidad. “El año pasado la feria empezó bastante lenta, pero al final las ventas remontaron. Y por eso, repetimos”, recuerda Arri, del puesto de Abian Skateboards S.L, llegado de Getaria, en su segundo año en Lan ta Lan vendiendo tablas de surfskates, longboards, minilongs y de equilibrio, que simultanea con Gabonart, en pleno Arenal bilbaíno.
"MIRANDO BASTANTE"
Y en lo que llevamos desde su inauguración han arrancado como la edición anterior, "igual, suaves”, porque la gente este año “está mirando bastante, pero todavía hay que esperar hasta el último día para saber cómo serán”.
De lo que no tiene duda es que ser artesano hoy en día es “muy complicado porque hay mucha competencia y tenemos pocas ayudas. Y la gente también tiene menos poder adquisitivo”.
Por esta última razón cree que cada vez cuesta más vender productos como los suyos, pese a que “lo valen”, por ser “exclusivos”, y pese a que no cobran realmente el tiempo que le dedican a cada uno de ellos.
Por ejemplo, para uno de sus skates para una persona adulta necesita una semana “y luego, depende del material. Este lleva piedra –señala– es cuarcita y hay que ensamblar todo esto en la madera y tiene muchísimo trabajo”.
ROTANDO
Una misma opinión que también comparte Clara Gañán, del puesto Aupa Vidrio, llegada desde una aldea a cuatro kilómetros de Puentedey (Burgos), que cada cuatro años intenta estar en en este evento porque “me gusta. Soy vasca y me siento muy cómoda vendiendo en el norte y por cercanía y ventas, entre otras cosas, pero intento ir rotando”.
En cuanto a las ventas de esta Navidad, “yo diría que estamos esperando a que Olentzero baje”, así que este sábado, previo a Nochebuena, esperaba que “fuera un gran día, muy bueno, porque de lo contrario... Vamos a pensar que sí”.
Entre sus artículos, todo lo que tiene que ver con el soplado de vidrio, que no había traído antes, está gustando mucho. Principalmente, para hacer un regalo, “pero hay quien se acaba autorregalando, por si acaso Olentzero no acierta”, dice con una sonrisa esta simpática profesional que lleva 25 años viviendo de la artesanía.
Como suele decir, “si no necesitas mucho y lo haces porque te gusta, vivir de lo que gusta no tiene precio. De todas formas, no creo que ningún artesano se meta a esto por dinero”.
De ahí que anime a comprar en ferias así, “muy creativas y en las que siempre damos lo mejor”.
PIEZAS NATURALES
En eso mismo insiste Deikunde, del puesto homónimo, que significa “anunciación”, miembro de Artisau y de Gasteiz, aunque ella es originaria de ‘Mondra’ (Mondragón).
En él se pueden encontrar láminas de acuarela y cuadros hechos con el material que la naturaleza le da, como conchas o piedras, “sin manipular, es decir, que según se recoge, se limpia y clasifica. Cada pieza es como es”.
Es su cuarto año en esta feria, en su edición de Navidad, ya que Lan ta Lan también se hace en primavera. Y este año, “las ventas ahí andan, hay jornadas mejores que otras, pero todavía faltan los días gordos”.
Reconoce también que ser autónomo es difícil en todos los ámbitos y en la artesanía más, pero mercados así ayudan a que se conozca más y a que sea vea tu producto “son imprescindibles porque una cosa es verlo en foto y otra de cerca”.
ZONA DE CONFORT
En cambio, para Alejandra Castro, del stand Alejandra Cerámica, llegado desde Zaragoza, es su primer año. Se animó “porque es interesante salir de tu zona de confort y ver cómo la gente reacciona ante tu material”.
En esta primera toma de contacto está contenta “porque la gente aprecia las cosas hechas a mano”.
Ahora se ha especializado en vajilla, con diseños, en los que predominan perros y gatos. Prefiere dedicarse a objetos cotidianos, para usar todos los días, como tazas, jarras, platos... ya que “desde la pandemia la gente quiere cosas útiles y que no cojan polvo”.
Es por eso que son los que se venden mejor “ya que vivir del arte siempre cuesta. Yo llevo ya tiempo en esto y voy saliendo adelante, pero ferias como esta son superimportantes para dar visibilidad y para hacer contactos. El otro día me vino una floristería interesada en estas macetas, con motivo oriental, para venderlas en su local, por ejemplo”.