Todo tiene un final. Aunque en este caso sería mejor hablar de un punto y seguido puesto que la exposición, tras estrenarse en Álava, va a viajar a Madrid en breve. Con todo, Siria, la última producción artística del pintor Juan Arroyo, cuenta los días para cerrar su estancia en un espacio tan singular y especial como la Torre de Mendoza, donde se ha estado mostrando desde el pasado 1 de abril. En concreto, será el próximo día 31 cuando se termine con las visitas, aunque hasta ese momento todavía se puede conocer de primera mano este trabajo.

De hecho, han sido más de 4.500 personas las que han aceptado la invitación de adentrarse en esta producción y conocer, de paso, el edifico reconvertido en gran espacio de exposición, puesto que las obras se distribuyen por tres plantas del mismo. De todas formas, a buen seguro el número crecerá todavía más en estas dos últimas semanas. Mejor no dejar pasar la oportunidad, porque después ya será imposible volver a encontrarse con la propuesta a no ser que se siga sus pasos hasta Madrid.

Cabe recordar, además, que durante estos meses, y en paralelo a la muestra, se han estado llevando a cabo diferentes y concurridas actividades paralelas, entre recitales, proyecciones, conciertos y actuaciones, siendo casi todas las citas en la propia Torre de Mendoza. Como no podía ser de otra manera, también esta programación va a estar presente en el adiós de la muestra. En concreto, el mismo día 31, en la jornada de clausura, la música en directo será protagonista a partir de las 12.30 horas, siendo el acceso gratuito hasta completar el aforo. Frente a los espectadores estarán dos jóvenes valores, como son la soprano Estíbaliz Arroyo y el pianista Asier Oroz. Eso sí, junto a sus sonidos, también se procederá a hacer un “acto de agradecimiento” a quienes han acompañado el “éxito” de estos cuatro meses.

En realidad, tanto el proyecto Siria como el hecho de mostrarlo por primera vez en Mendoza han sido dos apuestas importantes, máxime en estos tiempos en los que la situación sanitaria ha hecho muy complicadas demasiadas cosas. Es más, aunque cueste acordarse en esta ola de calor, no hay que olvidar que el día que se abrió la propuesta, el 1 de abril, estaba nevando sobre las tierras alavesas. Pero ni los elementos externos pudieron impedir que el edificio casi por completo se convirtiese en un gran lugar para el arte, además, para mirar de frente a una guerra como la de Siria, más allá de que pueda ser representativa de otras tantas.

Al fin y al cabo, la idea de Arroyo pasa por compartir una exposición que “tiene como objetivo mostrar a la sociedad otras duras realidades que cohabitan al mismo tiempo en nuestro planeta, con el fin de sensibilizar al público sobre los derechos humanos. Esta tiene un orden específico para poder comprender la evolución de un pueblo masacrado por una guerra” que sigue abierta aunque haya desaparecido del foco. “Cada obra cuenta una historia propia relacionada con este conflicto bélico y, al mismo tiempo, todas están interrelacionadas”, explica el autor.