Tras un “larguito” camino de casi dos años de trabajo, Natalia Lacunza (Pamplona, 1999) acaba de publica su primer disco, Tiene que ser para mí (Universal). Un álbum honesto, fruto de “una búsqueda interna”, y cuyas doce canciones navegan por el pop, en su sentido más amplio.

Tras casi dos años de trabajo, su primer disco, Tiene que ser para mí, ya ha visto la luz. ¿Cuáles son las sensaciones?

–Es un trabajo del que estoy súper orgullosa, que creo que ha quedado redondo. Era un challenge muy grande que tenía y he cumplido mis expectativas propias. Estoy muy orgullosa del trabajo que he hecho. Ha sido larguito en realidad, ha pasado de todo y siento que hay mucho de mí en este disco, al 100% y es una historia bonita y hay mensajes chulos.

El título bien podría ser una declaración de intenciones: ¿a veces hace falta recordarse a una misma que sí, que tiene y que va a ser para mí?

–Claro, es un poco el mantra que me llevo repitiendo todo este tiempo y durante los últimos cuatro años de mi vida. Pero no tiene que ser para mí en el sentido de “tengo que llegar a este sitio, tener esta fama y tener este volumen de escuchas y de fans”. Más que eso, tiene que ser para mí la tranquilidad, la seguridad, la autoestima y el valorarme a mí misma. Como si me diese unos toquecitos en la espalda y me dijese: “Lo estás haciendo bien, valora tu trabajo y el recorrido que has hecho en vez de fijarte solamente en lo que te queda por hacer”. Es un punto de tregua con una misma, que todas nos tenemos que dar eso.

Habrá sido largo el camino desde que abandona la Academia de Operación Triunfo en 2019, envuelta por ese boom de exposición pública, hasta encontrar ahora ese punto de tranquilidad. De hecho, no ha dudado en compartir que acude a terapia y que le han diagnosticado un cuadro ansioso-depresivo.

–Sí, es un proceso largo y no es recto, es importante saberlo. Un día estás mejor y otro día estás peor, pero el trabajo que hagas siempre vale. No tengo problema en hablar de esto porque es importante que se le dé naturalidad, básicamente porque estamos todos bastante tocados. Es algo usual, sobre todo en estos últimos años, que han aumentado muchísimo los casos de ansiedad, de depresión… y me parece importante que ya que tengo una voz, puede ayudar que hable de esto con naturalidad. Que si alguien que necesita ayuda no la está pidiendo, igual se plantee hacerlo. Cuánto más lo hablemos, más normal será.

Pero si este disco fuese un viaje, ¿terminamos con luz, como lo resume la propia canción que le da título en la frase “del barro salió una flor”?

–Sí, Tiene que ser para mí es la primera canción del disco y es en realidad la conclusión de todo. Me parece que está bien también como para decir “este es el mensaje y esta es la razón”. Todo lo malo se va a pasar y voy a encontrar ese lugar que me corresponde, que no es un lugar físico, sino más un lugar emocional y mental. Es el resurgir de todo eso, como resultado de un trabajo largo de búsqueda interna, de resolución de conflictos conmigo misma y con el exterior también.

Como un periplo musical, el disco navega por el pop en su sentido más amplio, pero, ¿a qué otros sonidos se acerca Tiene que ser para mí?

–Con el pop como punto de partida general, diría que este disco tiene muchísimas influencias diferentes. drum & bass, R&B, bolero, brit pop, pop estadounidense más de los 2000… Todo eso muy bien aunado por una producción que está muy muy cuidada y que hace un viaje sonoro. Las atmósferas que se crean y los elementos que se utilizan en la producción e instrumentación hacen que quede muy homogéneo.

Como dice, dentro de este abanico de canciones incluso hace hueco a un bolero con el tema Tiempo atrás. ¿México, país donde actuó en mayo del pasado año, tenía que estar presente?

–Claro, además es una canción que compuse allí con Silvana Estrada, que es una chica que tiene un talento brutal. Siempre me han encantado los boleros y había tanteado con este género previamente, pero esta vez era como la vez para hacerlo. Igualmente es un bolero que no tiene tanta forma de bolero, la producción lo hace bastante contemporáneo.

La canción No me querías tanto, más allá de ser un dardo a su ex novio –Pol Granch–, ¿busca visibilizar cómo dejar atrás y superar una relación de pareja tóxica? Porque, como dice la letra, “como tú hay tantos”.

–Me gusta que me digas esto porque al final la gente se queda solamente en el salseo y en realidad esta canción no la estoy escribiendo únicamente por mi caso en concreto, sino ya desde un punto en general de toda la gente que está sometida a esa situación tan horrible de estar en una relación súper tóxica. Cuando estás dentro de una relación tóxica es difícil verlo objetivamente y necesitamos que nos den un toquecito desde fuera para ver la realidad. Ojalá que esta canción pueda ayudar a alguien a salir de una mierda de relación (risas).

En una entrevista anterior, valorábamos la presencia de la mujer en la industria musical y cómo todavía era noticia que su banda estuviese formada íntegramente por mujeres. Y ahora, al ver que acaban de destrozar el mural de la jugadora de Osasuna Mai Garde y le han pintado mensajes como “feminazi”, ¿se toma más consciencia, si cabe, de que queda mucho por hacer?

–Queda muchísimo por hacer, en todos los aspectos y ámbitos laborales. Es una realidad que está ahí y contra la que seguimos peleando. De hecho, está demostrado que el trabajo es real y que nosotras no tenemos que hacer nada. Parece que somos nosotras las que tenemos que justificar encima nuestra posición cuando realmente el cambio tiene que venir por parte de la gente que suma a que esto siga perpetuándose. Las preguntas tienen que ir hacia ellos y a dejarles en evidencia, para que realmente sea una situación incómoda y esto suponga un cambio real.

Profesionalmente, es una artista interesada en formar parte de todos los procesos artísticos de su proyecto, incluyendo ámbitos como la estética, los videoclips... ¿Ha sentido que se le ha cuestionado en algún punto de su carrera?

–Sí, es una realidad. Se da por hecho que no tienes la dirección de las cosas y también que sea cual sea el producto o el tipo de música que hagas, o el tipo de discurso que tengas, si eres una mujer se te va a cuestionar muchísimo más. Es tan claro el ejemplo: hombres llevan hablando de sexo, drogas y alcohol y nadie cuestiona por qué lo hacen, pero lo hace una mujer y es “ay, ¿y por qué lo dices?” Ya vale, simplemente déjanos existir y hacer lo que queramos. Lo estamos haciendo porque queremos y no por satisfacer a nadie ni cumplir con nada... el cuestionamiento es algo constante.

Ahí están ejemplos recientes como Amaia y su “cómeme el higo” o el Motomami de Rosalía.

–Totalmente y también Naty Peluso, por ejemplo, una artista súper controvertida porque es una tía que es súper cruda y sin pudor. Y las mujeres sin pudor incomodan a la sociedad. Es el mismo punto, que por hablar demasiado claramente sobre lo que te apetece, estás molestando.