Actuaciones, jornadas, acciones solidarias y más citas llenarán el cartel que la organización de Komedialdia tiene ya ultimado. De hecho, en breve se dará a conocer, puesto que este día 5 se pondrán a la venta las entradas para los eventos que así lo requieran. Son momentos frenéticos en los que poner la guinda a tantos meses de trabajo en torno al humor tras la primera edición vivida en 2021.
Necesariamente este 2022 va a ser diferente porque el contexto sanitario es distinto con respecto a la primera edición. Ni siquiera habrá mascarillas esta vez.
-Las premisas han cambiado por completo en este sentido. El año pasado, cuando estábamos empezando a pensar en el festival, ni siquiera nadie se planteaba hacer algo en lo que se juntara mucha gente. Llegamos a la primera edición con los aforos al 50%, pero es que cuando estábamos en la preparación, en torno a enero y febrero de 2021, casi nadie quería apostar por un evento que reuniera a gente. Es más, el festival se estrenó justo después de poner fin al Estado de Alarma. Hasta el 9 de mayo del año pasado nadie sabía de verdad qué iba a pasar. Podía haberse ampliado, por ejemplo. Claro, en este 2022 partimos de otra premisa. Ya estamos en otro escenario. Hemos pasado por toda la curva de la vacunación, la antivacunación, la exigencia del certificado covid, lo legítimo o lo ilegítimo de exigir que alguien esté vacunado para acceder a un acto cultural y todo lo demás. Es que han pasado muchas cosas de por medio (risas). Hasta hace nada no sabíamos qué iba a pasar con las mascarillas y mira. Lo que sí teníamos claro es que íbamos a contar con aforos al 100% y eso nos ha dado otra visión de la programación.
De hecho, este año, se gana la calle y también se suman espacios pequeños, como los bares y comercios.
-Es, sobre todo, el poder hacer algo más catártico. El año pasado, el mensaje, como no podía ser de otra manera, era de pandemia, es decir, la salud es lo que importa y el humor es una herramienta de salud. De hecho, es una idea que se ha quedado impregnada en el ADN del festival. Pero en este 2022 estamos en otro momento, superando etapas. Es otro escenario, otra actitud.
Más allá de la pandemia, 2021 fue un año de presentar el festival en sociedad. ¿Qué tiene que ser 2022? ¿Tiene que servir para seguir dándose a conocer? ¿Para asentar algunas cosas?
-Tiene que ser el año de la preconsolidación. En nuestra visión del proyecto queremos llegar, entre la tercera y la quinta edición, a la consolidación de este certamen como el festival de humor de la ciudad, con la idea además de crecer hacia el territorio. En ese camino, esta segunda edición debe servir para asentar carácter, crear nuevos mensajes y consolidar la estructura, que la gente entienda que el festival no es solo una muestra o un conjunto de varios espectáculos, sino que tiene otras acciones y propuestas para hablar de humor en serio y para llevar el humor a la vida más cotidiana.
Una particularidad de este 2022 es que desde mediados de febrero, cuando terminaron las restricciones más importantes para los actos culturales, la agenda está muy saturada. Además, es una oferta que intenta llegar a unos espectadores cuyas carteras no están precisamente en un buen momento.
-Estamos en plena época de incertidumbre económica, además. Es cierto que el consumo está como está, y la cultura no es algo prioritario para mucha gente. El año pasado apostamos por programar en modo de Kilómetro 0 porque las compañías no estaban pudiendo salir. Estábamos en cierre perimetral y la máxima prioridad fue apostar por el talento local. Tenemos gran cantidad de creadores en el territorio, aunque no tengamos gran cantidad de espectadores, y al final programamos por encima de nuestras posibilidades. Eso, con aforos reducidos, nos llevó a que casi ninguna sesión fuera rentable. Claro, eso no lo puedes mantener si quieres llegar a celebrar una tercera o una cuarta edición. Es cierto, además, que las aportaciones de los patrocinadores se han visto reducidas, porque hay más propuestas y hay que repartir más el dinero, lo cual no es una queja porque entiendo que todo el mundo tiene derecho a ser ayudado. Y nosotros, además, deberíamos tender a ser más autónomos en ese sentido. Así que estamos programando con un criterio un poco más de rentabilidad, de que, por lo menos, no se pierda dinero, que es algo que sí nos pasó el año pasado con algunos espectáculos.
¿En qué se traduce esa idea?
-En programar menos y de manera diferente. A partir de ahí, es cierto que estamos en un momento complicado por esa oferta que comentabas. En Vitoria somos 250.000 habitantes y ni siquiera el 1% de esa población es consumidora habitual de cultura. Estaríamos hablando de unas 2.500 personas y ni eso, porque son 500 las que van a todo, y unas 2.000 las que van a algunas cosas. El resto ni está ni, ahora mismo, se le espera. Hay más oferta que demanda.
¿Y cómo se hace para animar a ese 99%?
-Estaría bien que nos pusiéramos de acuerdo los programadores; que en lugar de competir, fuéramos colaborativos. Pero también es cierto que estamos muy atomizados.
Más allá de los espectáculos que se anunciarán en breve, como decía antes, Komedialdia tiene otras propuestas. Por ejemplo, sus jornadas en el Europa, que el año pasado estuvieron muy marcadas por las cuestiones relacionadas con la salud. ¿Y en este 2022, por dónde van a ir las propuestas?
-El tema central será Dime de qué te ríes y te diré en qué sociedad estás viviendo. Vamos a hacer una reflexión sobre cómo funciona el humor en el contexto sociocultural en el que se desarrolla. El humor te da una imagen bastante realista de la sociedad en la que se produce. Cuando ves de qué te ríes, ves lo que está prohibido o permitido, lo que está pasando. La jornada inaugural correrá a cargo de Mauro Entrialgo, por la celebración de los 35 años de TMEO. Al final, el TMEO nace en la calle, sigue en la calle y habla de los problemas que están en la calle. Si coges las portadas de estos 35 años, ves perfectamente lo que ha pasado y está sucediendo. La segunda mesa redonda estará compuesta por periodistas que hablarán de la función del humor en cómo narrar la actualidad. Todos los periodistas que hacen humor y los humoristas que hablan de las noticias, más tarde o más temprano, se enfrentan al dilema de hacer su labor con temas muy serios. ¿El humor trivializa situaciones graves o ayuda a comprender temas muy complejos? Hay muchas cuestiones ahí. Por ejemplo, un bulo difundido con humor llega muy lejos, más rápido y a más gente, frente a algo contado con rigor, porque se entiende que es aburrido. Y en la tercera mesa redonda contaremos con gestores culturales para hablar de la evolución del consumo de la cultura. Así, hablaremos del fast humor y el slow humor. Ahora a los humoristas se les exigen chistes cada 30 segundos, se les dice que si no son más bestias que sus competidores no van a triunfar, se les pide que a los 10 segundos de su nuevo vídeo ya tengan a la gente riendo porque si no, adiós. ¿Qué pasa con ese humor que antes nos hacía reflexionar sobre nosotros mismos, ese slow humor, el clown, ese humor de sonrisa, del absurdo a veces, ese en el que pillas el chiste a los 10 minutos?
Se repite el acto solidario, que en este 2022 va a tener lugar en el 'vacunódromo' de Lakua y en favor de la Asociación Alavesa de Esclerosis Lateral Amiotrófica (Adela Araba). Seguro que a alguien no le ha sentado bien la elección del lugar.
-Bueno, no te creas, yo misma cada día por la mañana tengo que volver a pensar dónde me estoy metiendo. Es infinitamente más complicado irte a un frontón y montar un escenario y un graderío bajo para 300 personas porque el edificio no permite más aforo, que irme a cualquiera de los teatros de la Red municipal que tienen ese aforo y hacer el mismo show. Pero creo que el propio acto en sí de descuernarnos para hacer algo en un sitio tan simbólico un año después es importante y catártico. El sobresfuerzo que significa coordinar todos los gremios que tienen que ir allí para montar un evento que dura dos horas está muy en la línea del espíritu de Adela Araba: basta que te digan que no para que tú lo intentes. La ELA es una enfermedad en la que muchos tratamientos no son subvencionados por la administración. Es una enfermedad degenerativa, no tiene cura, así que entienden que la rehabilitación no tiene sentido. Lo que hacen las asociaciones es trabajar para que mientras vivas, tengas la mejor calidad de vida posible. El hecho de hacer algo completamente difícil, complicado, que va contracorriente, tiene un peso simbólico muy importante.
Hay una pata esencial en todo esto que son los propios creadores e intérpretes, quienes actúan. ¿Ya conocen la marca Komedialdia? Lo digo porque es la primera vez que el festival abre una convocatoria para participar.
-El año pasado, a la ciudadanía, en general, no llegamos bien. Es uno de los retos de este año, hacer más acciones de calle para estar más presentes en la vida cotidiana. Sin embargo, con respecto al mundo de la cultura, no solo de Euskadi sino también de fuera, la marca Komedialdia sí impactó. Como decías, este año abrimos una convocatoria y tuvimos a 60 artistas presentando 130 trabajos, algunos de ellos estrenos. Cuando vimos las números, no supimos valorar si era mucho o poco, pero para nosotros fue muy positivo. Lo duro ha venido después, cuando hemos tenido que programar tan poco habiéndose presentado tantísima gente.
Bueno, ahí llega el momento de empezar a pensar tal vez en que en 2023 se pueda hacer esto o lo otro.
-Ya estamos pensando en el año que viene, no creas.
"El humor da una imagen bastante realista de la sociedad en la que se produce. Cuando ves de qué te ríes, ves lo que está prohibido o permitido"
"Para animar a la ciudadanía a acudir a actos culturales estaría bien que nos pusiéramos de acuerdo los programadores"
"En el ADN del festival se ha quedado impregnada la idea del año pasado de que el humor es una herramienta de salud"