En estos dos años, cualquier coro lo ha tenido casi imposible. Ensayos sin continuidad, mascarillas o agendas suspendidas son solo algunos de los problemas que han tenido que afrontar quienes trabajan con la voz, con un instrumento especialmente señalado en esta situación sanitaria. Pero poco a poco se va intentando recuperar. Es el caso del Coro Sinfónico de Álava, que justo estos días está ofreciendo sus primeros conciertos tras 24 meses de paréntesis. De hecho, este sábado, la cita con el público se va a producir en el aula magna del Conservatorio Jesús Guridi. En concreto, será a partir de las 19.00 horas cuando se produzca una actuación dirigida por Alberto Sáez Puente en la que se reunirán sobre las tablas unas 90 personas, entre los componentes de la agrupación alavesa, el Grupo Vocal Orbe, el Coro Urmaiz, la mezzosoprano Alicia Manceras Flores y la orquesta de cámara reunida para la ocasión.

“Nos estábamos desacostumbrando a trabajar con este volumen de gente”, reconoce Sáez Puente antes de su regreso a la capital alavesa para presentar un concierto en el que se ofrecerá el Stabat Mater, de Karl Jenkins, que ya se pudo escuchar el pasado fin de semana en Ormaiztegi y Miranda de Ebro. “No es una obra tan conocida por el gran público, pero tiene alguno de los movimientos, como el Ave verum, que sí ha sido interpretado de manera más habitual y, por lo tanto, ha tenido mayor recorrido. Pero el resto de la obra no, ni se suele programar a nivel estatal. Es precisamente por ser distinta, por ser más novedosa por lo que a mí me apetecía afrontar este reto. Es empezar algo nuevo, comenzando casi de cero”.

Como explica el también organista y pianista, “aunque es una obra que se compuso en 2008 y el compositor es actual, aquí no utiliza un lenguaje contemporáneo. Es un lenguaje muy cercano al público, mezclando estilos, desde lo más clásico hasta música étnica. El resultado gusta y emociona”. Por eso también se ha seleccionado un programa con el que, además, se hace referencia a “todo lo que está pasando en estos dos años: la pandemia, las guerras y demás. Tenemos todos los sentimientos a flor de piel y esta obra tiene ese añadido. Está gustando mucho y esperemos que en Vitoria también llegue a la gente.”

Con estas actuaciones se está rompiendo un silencio que comenzó, sin saber lo que vendría después, a finales de febrero de 2020, cuando el Coro Sinfónico de Álava interpretó el Réquiem de Brahms. “Ha sido complicado recuperar el camino. Los ensayos presenciales los hemos podido hacer cuando nos han dejado desde Gobierno Vasco. Y en alguna ocasión hicimos alguno online, pero no servía de mucho. Han sido dos años casi, casi de parón. El hábito de ensayos se pierde y también hay coralistas que no siguen porque este tiempo ha sido muy complicado para todos”. Pero frente a eso, “también nos hemos encontrado con unas ganas y una predisposición tremendas por parte de quien ha querido continuar. Y la implicación de cada una de las personas de manera individual desde sus casas ha sido brutal. Concretamente esta obra se ha montado en un tiempo récord gracias al estudio personal que ha tenido cada uno de ellos”.

“Esta obra es distinta, novedosa, y precisamente por eso me apetecía afrontar el reto”

“Ha sido complicado recuperar el camino después de este tiempo de parón”

Director, pianista y organista