En realidad, cabría preguntarse si, desde que él mismo la inventó, ha habido algún momento en la historia del ser humano en el que no ha estado en guerra. Lo que va a suceder a lo largo del día de hoy en diferentes partes del mundo es un claro ejemplo. Igual que pasó ayer. Igual que acontecerá mañana. Puede que en un momento dado haya unos conflictos con más presencia en los medios de comunicación que otros. Puede que en un instante preciso haya partes del mundo que llamen más la atención que otras. Tal vez se puedan nombrar más de uno y de dos enfrentamientos que parecen no existir para la gran mayoría, que están silenciados. Pero lo cierto es que la violencia no descansa.
Sucede, por ejemplo, en Siria, donde la guerra actual ya sobrepasa los diez años de duración, un conflicto que sí ha centrado la mirada del mundo en algunos momentos puntuales, pero que parece olvidado desde hace tiempo, aunque las estadísticas hablen de cifras inabarcables de personas muertas, desplazadas, desaparecidas, violadas, mutiladas, refugiadas. De hecho, no deja de ser curioso el hecho de que algo se haya vuelto a hablar del país tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia a raíz de las relaciones existentes entre Vladimir Putin y Bashar al-Assad.
Para quien Siria sí está en primer plano es para el pintor Juan Arroyo. De hecho, el mismo nombre sirve para bautizar su último proyecto artístico, una gran exposición que, antes de viajar a Madrid, se podrá vez en primicia en Álava. En concreto, el autor -cuyo taller de Trespuentes va a empezar a vaciarse en breve- inaugurará el 1 de abril una muestra singular tanto en las formas como en los fondos en un espacio muy especial y singular, la Torre de Mendoza, donde sus obras podrán verse durante cuatro meses.
Una veintena de cuadros de gran formato marcarán el recorrido de esta mirada artística que invitará a la reflexión en torno a las consecuencias de este conflicto en concreto, aunque se puedan extrapolar a casi todos los que ha habido y, por desgracia, se producirán. La muestra tendrá su propia narrativa, que arrancará con una pintura en la que se apreciará a un niño en una escuela derruida, en una clase en cuya pizarra está escrita la famosa frase es tu turno, doctor, en referencia a Bashar al-Assad, que se supone que es oftalmólogo.
A partir de ahí, las escenas impactantes se irán sucediendo, mirando a la destrucción, a los bombardeos, a los refugiados, a los desplazados. Se buscará así, desde tres de las plantas de este lugar privilegiado, sensibilizar a la opinión pública en torno a las guerras, sobre todo, mirando a aquellas que parecen invisibilizadas.