Un buen día, todo puede cambiar. De hecho, tras una de esas noticias reales que se han convertido en habituales estos últimos años apareció la chispa que llevó a Sandra Ferrús a crear La panadera. La obra llega este viernes al Principal dentro de la programación invernal de la Red de Teatros. La cita con el público será a partir de las 19.30 horas, quedando todavía algunas entradas disponibles.
Una vida normal. Con sus cosas buenas y con las que no son tantos. Pero de repente todo cambia. Corre por las redes sociales y los medios de comunicación un vídeo de contenido sexual en el que aparece un hombre hoy conocido por participar en uno de los reality de moda. Son imágenes de hace 15 años, de cuando era joven, de cuando tenía una vida desconocida. Igual que la chicha que aparece junto a él. Ella sigue hoy en el anonimato. Ni se acuerda de aquello. Está casada con otra persona, tiene su rutina vital y profesional. Es la panadera. Aunque de repente deja de serlo. Pasa a ser conocida. Mucho. Pero no por su pan. Es la del vídeo sexual.
"Tras una noticia de un caso parecido pensé: ¿cómo se siente esa mujer? ¿qué le pasa? Y reflexioné sobre los sentimientos de rabia, impotencia y vergüenza que debía sentir. También me pareció curioso en aquel caso real cómo la polémica no afectaba al hombre pero sí a la mujer" y con todos esos elementos se creó el germen de esta obra.
Gracias al apoyo del programa Nuevas Dramaturgias, "tuve la suerte de poder dedicar cuatro meses por completo a la escritura" de un montaje que se estrenó el año pasado de la mano del Centro Dramático Nacional. "En realidad es algo que nos podría pasar a cualquiera. Todos tenemos en el bolsillo del pantalón una herramienta muy útil para muchas cosas pero también muy poderosa y no tengo claro que la sepamos manejar porque no deja de ser algo muy nuevo. ¿Somos conscientes del daño que se puede hacer con un dedo?", se pregunta la autora, directora y también intérprete.
Ferrús incide, de hecho, no ya tanto en tener cuidado con lo que uno se graba o se fotografía, sino en qué hace cada persona cuando recibe material de este tipo. "Cuando lo vamos a ver y a compartir, ¿pensamos en lo que estamos haciendo?". Sobre estas cuestiones trata una La panadera en la que también juegan un papel los medios de comunicación que se colocan frente a su tienda, o los clientes que le hacen fotos, o quienes pasan por su local y se creen con derecho a insultar o, peor, a insinuarse sexualmente.
Frente a eso, la obra también habla de la ayuda, del amor de los cercanos, de la sabiduría de los mayores, del acompañamiento de profesionales de la psicología, de la importancia fundamental de la salud mental. Y todo ello, como en la vida, "entre el humor y el drama, porque el montaje no responde a un género definido".