- Daniel Barenboim dirigirá este 1 de enero un Concierto de Año Nuevo que, tras el vacío impuesto por la covid-19 en 2021, tendrá de nuevo público en la sala, y con el que el maestro argentino-israelí quiere recordar al mundo, y a los políticos, la importancia de la música.
“El mundo está olvidando un poco la importancia de la música, no hay educación para los niños en los colegios”, afirmó ayer durante la rueda de prensa de presentación del recital con el que la Filarmónica de Viena da la bienvenida a cada nuevo año.
“Hay que recordar al mundo que la música es una de las actividades más importantes”, afirmó el director, quien confió que espera que el Concierto de este año “inspire” a los políticos a pensar sobre “la importancia de la necesidad espiritual de la música para la población” y “no sólo por el coronavirus, sino en general”.
Barenboim aseguró sentirse privilegiado por poder dirigir este concierto por tercera vez, tras los de 2009 y 2014, incluso con las restricciones por la covid que han obligado a reducir el aforo a 1.000 personas, todas en el patio de butacas, presente en la sala, 500 menos de las previstas hasta ahora. “Mil personas no es ideal, pero es más que soportable”, dijo Barenboim, quien aseguró sentirse muy afortunado de tener público porque “la música debe disfrutarse en directo”.
“Esto va a ser muy especial en estos tiempos difíciles”, reconoció. El pianista y director admitió que todas esas restricciones suponen una exigencia extra para el público, pero también recordó que para los músicos es mucho trabajo.
En el recital en la Salada Dorada del Musikverein los valses y polkas de la familia Strauss serán un año más los protagonistas del concierto que más audiencia reúne cada año a través de la retransmisión televisiva y radiofónica a casi un centenar de países.
Quince piezas aparecen en el programa oficial, seis de ellas nunca interpretadas en este tradicional recital, sin contar con el ineludible vals Danubio Azul y la Marcha Radetzky, que cierran cada año el concierto.