ujeres desnudas, escultóricas, a veces dominantes y otras convertidas en objeto sexual. Las fotografías de Helmut Newton (1920-2004) generaron tanta fascinación como rechazo. Un documental que ha llegado a los cines esta semana da voz a algunas de las mujeres que posaron para él, desde Grace Jones a Charlotte Rampling, Isabella Rossellini o Claudia Schiffer.
Helmut Newton: The bad and the beautiful, dirigido por Gero von Boehm, celebra el centenario del nacimiento del icónico fotógrafo de moda dando la vuelta al objetivo, de modo que son algunas de sus modelos quienes componen el retrato de un hombre al que definen como complejo, provocador, subversivo y con un gran sentido del humor.
Anna Wintour, la célebre editora de Vogue, asegura que sus fotos daban valor a la revista. “Era icónico, perturbador, te incitaba a pensar”, asegura al tiempo que considera “necesario” ese elemento disruptivo en el mundo de la moda que tiende a mostrar lo bello y adorable.
En la misma línea, Charlotte Rampling celebra que el arte estimule el debate. “Una visión de algo no eres tú, él conseguía disparar tu imaginación”, señala la actriz, retratada por Newton poco después de estrenar El portero de noche (1976).
Isabella Rosellini concede que sus fotos a menudo retratan a la mujer “como un objeto sexual, desde la atracción pero también desde la rabia”, y considera que eso desvelaba su propia vulnerabilidad. “¿Era el diablo por eso? No. Pero revela una cultura machista y es interesante por eso”, señala.
El documental incluye unas impagables imágenes de archivo en las que la escritora Susan Sontag le acusa, durante un debate televisivo, de ser un misógino. Newton, perplejo, se defiende diciendo que él ama a las mujeres, argumento que Sontag rebate con mucha calma y seguridad.
La modelo Nadja Auermann, que ha desfilado para prácticamente todos los grandes diseñadores, recuerda que acudió a la primera sesión de fotos con Newton como “un cervatillo asustado” y que después esas imágenes le hicieron darse cuenta de su poder.
Claudia Schiffer afirma que “jamás” se sintió incómoda con él, gracias a su humor y a su ingenio, algo en lo que coinciden la mayoría de las retratadas.
En la segunda parte, la película se asoma al pasado de Newton y sus orígenes, aunque no ahonda demasiado en ello.
Hijo de una acomodada familia judía, nació en la Alemania prenazi y vio cómo los nazis ascendían al poder siendo un adolescente. Apasionado de la fotografía desde niño, admiraba la obra de Leni Riefenstahl y se formó en el estudio de Yva, que murió en 1942 en un campo de concentración. Newton huyó a tiempo, en 1938, a Singapur, donde trató inútilmente de ganarse la vida como reportero -siempre llegaba tarde a los sucesos, recuerda él mismo- y después a Australia, donde conoció a la que sería su esposa, la modelo y fotógrafa June Newton, que también participa en el documental.
En primera persona, Newton confiesa su fascinación por la provocación, la travesura, y el contraste entre formas opuestas, como cuando muestra las joyas de un catálogo de Bulgari en las manos de una mujer que manipula un pollo.
“Hay dos palabras prohibidas para mi: arte y buen gusto”, dice en otro momento el fotógrafo para quien “el dolor” que supone conseguir una buena foto se olvida, “pero una mala foto no se olvida nunca”.
Helmut Newton falleció en enero de 2004, a los 83 años, en un accidente de coche, al perder el control del Cadillac que conducía y estrellarse contra un muro en Los Ángeles.
Dirigida por Gero von Boehm, la película celebra el centenario del nacimiento del icónico fotógrafo de moda
Susan Sontag le acusó en un debate televisivo de ser un misógino. Newton se defendió diciendo que él amaba a las mujeres