Dirección y guión: Amy Seimetz. Intérpretes: Kate Lyn Sheil, Jane Adams, Kentucker Audley, Katie Aselton, Chris Messina, Tunde Adebimpe. País: EE UU. 2020. Duración: 84 minutos.
videntemente cuando se filmó She dies tomorrow, nada se sabía del tiempo del coronavirus y tan solo inteligencias ilustres como Bill Gates se atrevían a anticipar que el apocalipsis no vendría cabalgando a bordo de misiles atómicos, sino a través del invisible e imprevisible camino del aerosol. Visto ahora y en estas circunstancias, She dies tomorrow adquiere el inquietante aspecto de un epitafio profético, un réquiem alucinado que se cuestiona no las razones del fin, sino la respuesta subjetiva ante la hora de la muerte.
En 2011, un cineasta de mirada obsesiva y cine agotador, Lars von Trier, se cuestionaba desde otra sensibilidad el mismo tiempo crepuscular en Melancolía. Allí como aquí, el objetivo principal de ambos relatos cultiva la insoportable sensación de la desaparición. Aquí acaban las semejanzas. Amy Seimetz, que con este filme alcanzó gloria y predicamento en el Sitges 2020 por parte del jurado joven, se mueve con menos ambición que el cineasta danés. También con menos medios y, lo que es peor, con menos ideas. Que sea inferior a Melancolía no quiere decir que sea despreciable ni que She dies tomorrow carezca de interés. Al contrario, la realizadora, actriz de El cementerio de animales, guionista, productora y directora, sabe del medio y es perceptible la rotunda seguridad con la que filma. Hay descaro narrativo, despreocupación por la gramática y poco interés en atraer a públicos no iniciados y/o poco dispuestos a no cuestionarse la falta de causalidad de su relato.
Con insolencia de principiante y transcendencia de adolescente, Seimetz recita una letanía fúnebre. Su texto se compone de fragmentos entrecortados, de micro-historias unidas por pequeños eslabones que sujetan una única idea: el shock que provoca la percepción de saber que mañana será el último día.
Así, poco a poco, sus personajes reciben, con un juego de luces nada “angelical”, la anunciación de que la existencia se les acaba. El resto, Seimetz lo dedica a mostrar las diferentes reacciones ante la sentencia para interpelar al espectador una inquietante pregunta: “¿qué harías si apenas te quedasen 24 horas de vida?”. Los personajes de este filme, poca cosa.