- Siempre hay una primera vez para todo. También para que quien de manera habitual se expresa a través de la pintura o usa la palabra escrita para reflexionar sobre el propio arte, se adentre en el mundo de la narrativa y se deje llevar por lo desconocido. Le sucede así a la artista gasteiztarra Dorleta Ortiz de Elguea, que ha vuelto a unir su camino con el del pintor y diseñador gráfico donostiarra Detritus pero no para realizar juntos una exposición, como sucedió en 2019, sino para hacer realidad el relato Un cadáver delicioso. “Es un proyecto que tiene algo de excepcional. Ahora que ya está publicado, lo leo y me pregunto: ¿pero, cómo he podido yo hacer esto?”, explica con una sonrisa la autora, que no descarta volver a afrontar otro reto parecido en el futuro.

De momento, el presente pasa por esta obra que ya se puede encontrar tanto en la página web de la citada editorial como en Zuloa, donde, por cierto, está previsto que en noviembre se haga una presentación de la publicación, más allá de la que también está ideada en Donostia. Todo ello, claro, dependiendo de las medidas que se vayan adoptando por la presencia de la pandemia. “En estos tiempos, nos toca asumir la incertidumbre más de lo normal”. Además, en el espacio expositivo de la librería situada en la calle Correría se mostrarán dentro de unos meses los lienzos creados por Detritus a partir de las ilustraciones generadas para el relato.

Son diferentes caminos para acercarse a una propuesta que “empecé a escribir dando palos de ciego, dejando fluir al inconsciente”. Por ello, quienes se asomen a la publicación se encontrarán con un arranque donde se hacen visibles “ciertos aires surrealistas”. Pero como “en seguida, y no sé la razón, los personajes que había empezado a esbozar tomaron cuerpo rápido, la historia cogió forma. El telón de fondo del relato puede tener cosas oníricas o incluso sobrenaturales, pero la historia está completamente articulada, hilada y tiene sentido”, más allá de que “no deja de ser también una obra que tiene algo de maldita, es oscura. Trata lo sobrenatural, la muerte, la locura, la introspección, el amor… y todo ello contado a través de claves del arte”, que se convierten en un elemento fundamental e imprescindible.

A partir de ahí, Un cadáver delicioso “no es una narración que te ofrezca todo mascado y hecho. Está abierta a un gran abanico de interpretaciones y, la verdad, es que me gustaría conocer todas. Hay gente que ya lo ha leído y es curioso ver cómo se producen distintas lecturas. Eso es enriquecedor y le da vida” a una creación que también se nutre del diseño realizado por Pablo Stoned. Él ha sido el encargado de poner el broche final a la senda iniciada por Ortiz de Elguea y Detritus. “Entre ambos tenemos una comunicación muy natural. Es muy raro que haya un punto de vista divergente. Por eso tendemos muchas veces a juntarnos en proyectos como cuando hicimos la exposición o ahora en esta propuesta. Hacemos una buena hermandad artística”, define la artista, que reconoce que “cuando él empezó a trabajar sobre mi texto no me quise hacer ideas preconcebidas sobre lo que iba a hacer. Es un maestro del dibujo y sabía que, en ese sentido, todo iba a ir bien, pero sí estaba a la expectativa sobre cómo iba a interpretar lo que yo había escrito”. El resultado, según cuenta, fue más que satisfactorio. “Su trabajo en estas páginas puede llegar incluso a contar otras cosas que no aparecen en el texto. Él ha hecho una lectura absolutamente libre”.

Toda esta aventura parte, de hecho, de una propuesta a los dos que no terminó de fructificar en un principio. “Hubo un editor que había trabajado con Detritus antes y que nos propuso que yo escribiera algo, además sin dar muchas indicaciones. Y se nos ocurrieron un montón de ideas. Cuando me puse a escribir, empezó a salir este relato. Hicimos tan nuestro el proyecto y tan a nuestra manera que no llegamos a un acuerdo en lo referente al formato que debía tener la publicación con el editor. No se ajustaba a lo que él solía hacer y prefería no romper su línea de trabajo. Por nuestra parte, queríamos mantener nuestra idea porque la teníamos muy idealizada. Así que preferimos no hacerlo con esta editorial. Pero tampoco queríamos que se quedase en el limbo”, por lo que no quedó más remedio “que liarnos la manta a la cabeza”. El fruto final ya espera a los lectores.

Varias de las ilustraciones de Detritus se han convertido también en lienzos, que formarán una exposición que se podrá ver en Zuloa