l parecer, en zonas de África existe una especie de pez que sobrevive escondido bajo tierra en lugares donde no hay agua desde hace años. Estos animales, que el director de Wuhai, Zhou Ziyang, descubrió en un documental y que forman el inicio de su película, son el único elemento dedicado a la vida en el filme. Los protagonistas y los dinosaurios que pueblan la cinta están condenados a extinguirse a base de consumo y dinero. Una mirada pesimista sobre China, un país cuyas decisiones afectan hasta a los rincones más remotos de la Mongolia interior.
Para su debut en Donostia, Ziyang ha vuelto a los problemas económicos y sociales de China que ya retrató en su primer largometraje. Tal y como explicó ayer a través de videollamada, acompañado de uno de sus protagonistas, Huang Xuan, y dos de las productoras, Luna Wang y Yini Qian, Wuhai -nombre que hace mención a una ciudad- es una historia sobre "la maldad llena de dificultades que es la naturaleza humana".
Una pareja vive constantes dificultades económicas como consecuencia de un mal negocio que trató sacar adelante el marido. El resultado de tal decisión se resume en dinero que debe a gente, dinero que le deben a él y dinero que necesitan para seguir adelante. En definitiva: dinero y todo lo que hay que hacer para tenerlo. "La globalización de China en los últimos 20 o 30 años, el desarrollo económico, ha dañado a las personas dándoles un deseo constante por tener cosas materiales. Hay una obsesión por el dinero y me gustaría que la película fuera una crítica de ello". El deseo de Ziyang queda más que claro.
Con una mirada muy pesimista -incluso llegó a decir que "las personas con buen corazón no tienen esperanza ante las circunstancias sociales"-, trata de recordar al espectador que la forma en la que vivimos, tarde o temprano, acabará con ellos. Lo hace además poniendo en buena parte del metraje un símbolo destinado a la extinción: el dinosaurio. No es casualidad, por lo tanto, que el negocio que salió mal fuese un dino-park.
"Los dinosaurios son parte de un superrealismo que me gusta, como la luna en el desierto. Además, claro está, de lo estético. Para mí, son el destino de las personas", afirmó el chino, nacido en la Mongolia interior, y que aseguró -y sus productoras corroboraron- no haber tenido ningún tipo de censura por parte de las autoridades chinas a pesar de criticar duramente su forma de gestión.
Jugando con esa metáfora constante, Ziyang firma una cinta llena de estafadores y deudores que, a base de repetir, evita centrar el interés en los problemas del matrimonio protagonista. El verdadero atractivo del filme.
Los dos grandes aciertos de la película residen en el reparto y las localizaciones. La cabeza más visible del filme es la de la estrella del cine y la música en China, Huang Xuan, un actor que ha colaborado con los principales nombres festivaleros del país asiático, véase Feng Xiaogang y Zhang Yimou, y que aseguró encontrarse bien tanto en filmes comerciales como independientes. "Solo me intereso por las historias. Aunque también, claro está, si el director me gusta. Cuando leí el guion de Wuhai, pensé que era algo potente, pero no que fuese un personaje extremo. ¡Qué equivocado estaba! De tantas emociones discutí muchas veces con Ziyang durante el rodaje", se sinceró el intérprete minutos después de presentarse en un castellano elemental.
Para ambientar su segundo trabajo, el cineasta ha viajado a lo que conoce. "Yo nací en la Mongolia interior y elegí esta localización porque hay agua al lado del desierto, de las montañas y de la ciudad. Se llega allí en 20 minutos en coche", explicó el autor de Old Beast. Su entusiasmo no lo compartieron las productoras: "Fue un rodaje muy difícil y el clima fue lo peor. Además del frío que hacía, había tanto viento que a veces no podíamos estar ni de pie sin caernos. Afortunadamente, tuvimos apoyo del gobierno local y de la gente de allí para hacerla". Una ayuda, a la que se suma el Zinemaldia con la decisión de seleccionarla para la Sección Oficial, más que necesaria para descubrir los problemas sociales de los lugares más recónditos del globo antes de que caiga un meteorito.