Vitoria - Es hora de volver a ponerse en marcha. La vigésimo sexta edición del Festival de Teatro de Humor de Araia llama a la puerta y lo hace, desde el polideportivo Arrazpi a las 22.30 horas, con una peculiar pareja que cansada de la monotonía de la convivencia decide hacer algo un tanto drástico. Todo ello de la mano de Txalo y con Ane Gabarain y Mikel Laskurain sobre las tablas.
Mitad de agosto y toca trabajar mientras otros disfrutan de las vacaciones. ¿Cómo lo lleva?
-Muy bien. Está en la naturaleza de nuestro oficio. Esto siempre ha sido así, vas un poco a la contra del resto, sobre todo cuando haces teatro. A veces te toca trabajar en Nochevieja y otras un 14 de agosto, pero está más que asumido. Nos gusta lo que hacemos y eso ayuda, claro. Además, ir a Araia es acudir a un festival consolidado, con mucha solera y en el que suele haber muy buen ambiente. Lo que pasa es que Mikel y yo hemos estado antes de ir allí trabajando en Madrid, en la grabación de la serie Patria. Así que hay que cambiar de tercio rápido.
Ese cambio de un proyecto a otro de manera tan instantánea, ¿sale de manera natural, hay que hacer algún ensayo de manera previa...?
-Creo que la última vez que hicimos la obra, no me acuerdo si en euskera o en castellano, fue hace como un mes. Así que ahora, de repente, te tienes que poner las pilas otra vez y repasarlo todo bien. Es verdad que a nada que te pongas otra vez con el texto y repases un poco, todo se va colocando en su sitio sin demasiados problemas. De todas formas, el azar es muy caprichoso. Puedes ir a una función con todo ensayado al milímetro, con el texto repasado mil veces, salir al escenario y, de repente, que te pegue un blancazo de aquí te espero (risas). Pero es que este oficio es así.
En ‘Zoaz pake santuan’ los dos cuentan...
-Una comedia ligerita, muy entretenida y con golpes que no te esperas. Es fundamentalmente diversión, aunque también tiene su miga y su pequeño gran mensaje. Al final, habla de lo que son las relaciones de pareja y lo que supone mantener viva la llama de una relación. Son una pareja en la que ella, que está aburrida de ese matrimonio, decide ponerle remedio pero a lo bestia. Eso trae unas consecuencias también tremendas. Pero todo desde el humor y desde la risa.
Tan a lo bestia que su personaje va a matar al de Mikel Laskurain.
-Lo pretende, sí, pero ya veremos. Las cosas no salen siempre como una espera (risas).
¿Le mira peor su pareja desde que hace esta obra?
-Me mira mejor incluso mejor (risas).
¿Y Laskurain?
-La verdad es que es un gustazo trabajar con él. Últimamente nos está tocando mucho trabajar juntos porque en Patria también hacemos de matrimonio. Creo que tenemos un feeling muy grande, nos entendemos a la perfección y tenemos una manera muy parecida de entender el trabajo. Los dos somos exigentes y entendemos este oficio desde el rigor. Llevamos muchos años en esto y nos gusta currarnos las cosas. Pero también tenemos claro que nos queremos divertir y que esto también lo hacemos para pasarlo bien y para hacérselo pasar bien a la gente.
Cuando se hacen versiones en euskera y castellano, siempre hay una base común, pero también sus diferencias...
-Siempre pasa eso. Es lógico porque cada lengua tiene sus propias normas, giros, dichos... Luego también depende cómo montes cada obra. No es igual si la primera versión es la de castellano y luego haces la de euskera o viceversa. Pero estamos acostumbrados a manejarnos así.
Los dos hacen mucha televisión y cine, que es lo que da popularidad a los intérpretes, quedando el trabajo en el teatro más desapercibido. ¿No les da rabia?
-A mí ya no. Es así y tampoco puedes hacer nada, sólo hacer tu trabajo lo mejor posible delante de quien ha decidido ir al teatro, ha comprado su entrada y se sienta para verte.
Por cierto, entre tanto trabajo, ¿le da tiempo a ser espectadora?
-Me encanta ir al teatro y al cine. Ahora que hemos estado en Madrid, los días que hemos tenido libre ya hemos ido a ver cosas. De hecho, hace nada Mikel y yo fuimos a ver la última de Campanella, una película maravillosa. Salimos como acomplejados, diciendo: pero qué pedazo de actores, yo no actúo más en la vida (risas). Es verdad que como espectadora puedo tener mi deformación profesional pero intento ir siempre limpia a ver algo.
A los dos, a lo largo de su trayectoria, les ha tocado comedias, dramas, híbridos... ¿En qué se siente más cómoda?
-Me ha tocado hacer mucha comedia, pero el drama me gusta muchísimo. Aunque también me pasa una cosa y es que cuando estoy haciendo comedia digo que soy más de dramas y al revés. Lo importante es que estés en un proyecto interesante, que te apetezca y que estés en compañía de gente con la que te entiendas.