Vitoria - La cuadragésimo tercera edición del Festival de Jazz de Gasteiz se puso en marcha ayer por la noche con un concierto muy especial, por diferentes motivos, en el Principal. Sobre las tablas, Benny Golson fue el protagonista de una actuación que el certamen quiso regalar de manera gratuita a todas aquellas personas que este año han adquirido su abono para Mendizorroza, una manera de agradecer su fidelidad al evento y de reconocer el apoyo de los espectadores, sobre todo en un año de cambios internos. Así, unas 600 personas tuvieron la suerte de acudir a un recital en el que el saxofonista volvió a demostrar que a sus 90 años todavía tiene cuerda para rato y no sólo tocando puesto que jalonó su actuación con un buen puñado de anéctodas e historias personales y profesionales.
Cabe recordar que el teatro y el músico norteamericano se llevan menos de once años, que dicho así suena como una simple anécdota, pero de eso nada. Ya quisieran muchos haber vivido lo que él -es decir, el desarrollo del jazz mismo en sus épocas más interesantes- y estar en condiciones de seguir ofreciendo recitales a la altura de su propio prestigio como intérprete, arreglista y compositor.
Antes de que todo comenzara, no dejó de ser curioso ver a muchos de los que a partir de hoy van a reencontrarse en el polideportivo en un hábitat, en teoría, extraño. Aún así, entre los comentarios, muchos fueron los que quisieron destacar el agradecimiento a la iniciativa tomada por el festival para con ellos, antes de que hoy, de manera oficial, arranquen todas las secciones habituales en el certamen.
Sobre las tablas, junto al veterano músico, se encontraron Joan Monné al piano (dejando grandes momentos), Ignasi González al contrabajo y Jo Krause a la batería, que supieron acompañar al saxofonista para que éste pudiera lucirse, pero sin desaprovechar los momentos que tuvieron de ser también protagonistas, mientras le daban a él un respiro, que todo suma al fin y al cabo.
El concierto transcurrió por los cauces previstos, es decir, por el gusto por el sabor clásico, por aquello que está en las esencias de un género que el norteamericano conoce y domina, más allá de que sea lógico que algunas consecuencias de la edad tengan su peso a la hora de la interpretación. Pero en la calidad de un músico está también saber ocultar lo que ya no se puede mientras se potencia todo lo demás. Así, durante poco más de hora y veinte minutos se sucedieron temas como el eterno I remember Clifford, Stablemates y Horizon ahead.