Vitoria - Hoy terminan las fiestas de San Fermín y eso supone que acaban muchas jornadas de trabajo para varios de los músicos, tanto profesionales como estudiantes, que conforman el proyecto Pamplona Jazz puesto que participan también en distintas txarangas y agrupaciones que desde el día 6 casi no han parado de un lado al otro de la capital navarra. Eso sí, el descanso les va a durar poco a quienes dan vida a la Iruña Brass Band, una de las tres formaciones que sostiene la asociación. Gasteiz va a ser a partir del martes su ciudad de residencia, por lo menos durante el cuadragésimo tercer Festival de Jazz.
En total son nueve los intérpretes, tanto en periodo de formación como ya profesionales, que van a acudir a Vitoria para protagonizar los dos recorridos diarios que propone siempre la sección Jazz en la Calle por distintos puntos de la ciudad, sonoras caminatas en las que van a contar, como invitado especial, con la presencia del trombonista Craig Klein. Además, su estancia se va a completar con el taller sobre brass band que Iñaki Rodríguez, vicepresidente de la entidad y director artístico de la misma, va a impartir en la Escuela Luis Aramburu. Será una oportunidad, asimismo, para conocer aquí más de cerca un proyecto que lleva unos ocho meses funcionando y que tiene una clara vocación educativa, con la mirada fija puesta en las nuevas generaciones de músicos y amantes del jazz.
“Una de las apuestas del Festival es apoyar a la gente que está trabajando en el campo del jazz con jóvenes. En ese contexto, a Iñigo Zárate -nuevo presidente de la junta que rige el certamen vitoriano- le llamamos y le invitamos a venir un día a un ensayo que hicimos de la brass band en Pamplona, organizado por el Instituto Navarro de Deporte y Juventud. Vinieron como unos 40 jóvenes. Al final del ensayo hicimos un pasacalles por el recorrido del encierro. Él vino, lo vio, le gustó mucho el proyecto y se decidió a invitarnos”, recuerda Rodríguez, quien tiene claro que “el hecho de ir a Vitoria para nosotros es una experiencia increíble. El poder estar en un festival de primer nivel con chavales que están empezando en este mundo y que se están formando es lo más motivador que puedo conocer como pedagogo. Es impresionante. Supone que puedan conocer desde dentro este mundo, que puedan compartir experiencias con profesionales de primer nivel. Es una experiencia personal y musical muy importante. Además, van a poder ir a diferentes conciertos, con todo lo que eso supone”.
El propio Rodríguez va a ser el encargado además de impartir el taller que durante tres jornadas se realizará en Luis Aramburu, un encuentro que coincidirá con la reunión anual de Udaband. “Vamos a mirar a las tradiciones más importantes de Nueva Orleáns, a conocer el estilo más tradicional de una brass band para ir avanzando hacia las nuevas tendencias, que están más dirigidas hacia el soul, el funk... Se trata de que los chavales puedan experimentar con esta música y puedan tocar con nosotros aprendiendo los ritmos básicos y las melodías. Todo pasa por replicar la esencia de Pamplona Jazz, que pasa por el hecho de que unos toquemos con otros y todos aprendamos juntos”, una vivencia que el sábado por la tarde se cerrará con una marcha musical en la que tomarán parte los participantes en las clases. “La paliza allí durante todos estos días después de los Sanfermines va a ser importante, pero sólo hay que imaginar lo que es para un chaval que está empezando en el mundo del jazz y que se está formando en este ámbito poder tocar en Vitoria durante el Festival de Jazz. Es muy motivador para ellos y para nosotros”.
Las bases del proyecto La Iruña Brass Band conforma junto a la Iruña Jazz Orkestra y a la Iruña Jazz Big Band la actividad fundamental de la asociación cultural que se creó en verano del año pasado en la capital de la comunidad foral, una apuesta por integrar a distintas generaciones de músicos, pensando sobre todo en que los más jóvenes pudieran aprender de la mano de profesionales y desde la práctica, un objetivo al que también se está sumando el hecho de contar con intérpretes externos invitados de manera puntual para compartir su experiencia.
La idea no nació de la nada. Su precedente más claro está en la aparición en el seno del Conservatorio Profesional Pablo Sarasate de una big band que se creó “por el propio amor de los chavales por la música”, recuerda Rodríguez, responsable también de aquella iniciativa. Como curiosidad, por cierto, decir que en aquella formación estuvo, por ejemplo, Amaia Romero, ganadora después de OT. Pero como suele suceder en estos casos, los entresijos y características propias de las administraciones impidieron darle continuidad a la apuesta en unas condiciones mínimas de reconocimiento al trabajo.
Aún así, Rodríguez supo que “el proyecto no se podía quedar ahí, entre otras cosas porque hay muchos chicos que si no tienen dónde tocar, abandonan. Así que decidí que tenía que seguir”. El primer paso fue apostar por hacer una big band profesional. “Empecé a llamar a gente y montamos la Iruña Jazz Orkestra. A su vez pensé que estaría bien poder traer a gente de prestigio que dirigiese la orquesta y que diera clases magistrales”. A partir de ahí, una cosa llevó a la otra y sin casi darse cuenta, Pamplona Jazz, sus tres formaciones y sus objetivos aparecieron “de la manera más natural”. “Sólo llevamos ocho meses y la trayectoria ha sido imparable” para una iniciativa de la que también son parte alaveses como Enrique Guzmán (contrabajo) y Peio Martínez (saxo). “No todo el mundo va a ser músico profesional ni se pretende. Pero seguramente esta gente que se acerca a nosotros y a la música, es la gente que después va a consumir discos, la que va a acudir a los conciertos y a los festivales. Si queremos cambiar las cosas, tenemos que actuar y mostrar a la gente lo maravilloso de la música”.